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León, patrimonio de la humanidad. ¿Por qué no?

Publicado por
Afrodisio Ferrero Pérez
León

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«León reúne todas las condiciones para merecer el título de «Patrimonio de la Humanidad», ya que tiene un conjunto de elementos culturales y artísticos que son dignos de tal distinción y, que se plasman esencialmente en cuatro monumentos: las murallas romanas, la Basílica de San Isidoro, la Catedral y el Hostal de San Marcos». Así se manifestaba el ilustre abad de San Isidoro, Antonio Viñayo, con el que tuve el placer de conversar en el transcurso de una visita al Museo Isidoriano.

Ya sabemos que las ideas caminan más deprisa que los hechos, pero este es el mensaje de un apasionado defensor del patrimonio monumental de León, cuya lucha pervive no solamente en los ciudadanos, sino que ha llegado a la Junta de Castilla y León y sus Cortes regionales. Se trata, sin duda, de fundamentar con los argumentos precisos la solicitud para que la ciudad leonesa sea declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Pues bien, en este sentido, la Convención de la Unesco establece tres categorías en su lista de bienes para ser merecedor de esta declaración, y que incluye: el patrimonio natural, el patrimonio cultural, y el patrimonio mixto. Estas categorías, todas ellas, deben de ser únicas, sin que exista nada igual en el mundo y, por tanto, irreemplazables. Dado que su destrucción sería irreparable. Y deben de ser auténticas, lo que equivale a estar conservadas tal como fueron creadas, sin restauraciones artificiales o indiscriminadas.

Como dato significativo en 1992 la Unesco inauguró un nuevo programa asociado al patrimonio cultural, la llamada «Memoria del Mundo», a través del cual se pretende preservar los documentos o soportes esenciales de cada cultura. En principio para apoyar nuestra tesis, es preciso situar a la ciudad de León dentro de la lista de cuidades Patrimonio de la Humanidad. De antemano, León reúne las previsiones de la Declaración de Patrimonio de la Humanidad y para sustentar esta petición tenemos que tener en cuenta los cuatro monumentos citados.

No obstante, hay que añadir algún otro que se ajusta también a la llamada «Memoria del Mundo», nos referimos al cáliz de Doña Urraca, el símbolo de todo un reino (Siglo XI). Se trata de la hija del Rey Leonés, Fernando I, que tuvo el honor de donar esta joya a la colegiata de San Isidoro, antiguo templo de San Juan Bautista.

El investigador e historiador Gómez Moreno, considera esta pieza única en el mundo, y el ya citado abad Antonio Viñayo añade: «¿Qué secreto esconde en las piezas pétreas de este cáliz?, ¿ por qué la Reina Urraca, cuando quiso hacer un espléndido regalo a la Iglesia isidoriana, utilizó esta Copa desconchada, con patentes y antiquísimas heridas que mal encubre la vestidura de oro y pedrerías medievales, hubo caballeros que le rindieron honores como Santo Grial, con el cual tiene reconocidas afinidades».

Esperemos que el azar o la historia nos descubran el enigma al que aludiremos en sucesivos comentarios. En esta primera etapa, nos interesa analizar y profundizar en los razonamientos que puedan potenciar los valores para la posible declaración de Patrimonio de la Humanidad.

En este sentido, recurrimos, una vez más, a la autoridad del abad, que nos recuerda, como es notorio, que León nació con la presencia romana de la Legión VII, (años 68 de la era cristiana), cuando ésta buscó su asiento permanente en la confluencia de los ríos Torío y Bernesga. De este hecho nos quedan, como testimonio, las formidables defensas militares, que son sus murallas romanas, que abarcaban en su forma rectangular, el contorno romano, donde se conserva el gran patrimonio monumental.

Otro cauce que incrementó la riqueza cultural ha sido el camino jacobeo que atraviesa más de cien kilómetros por las tierras leonesas y, pasa por el mismo corazón de la ciudad, al borde de los grandes monumentos.

Debemos recordar que a mediados del siglo XI surge el arte románico, aunque el arte mozárabe, de siglos anteriores, había tenido un importante desarrollo en la zona. La gran obra del románico se plasma en colegiatas, abadías, santuarios y otras construcciones evolucionarán a un arte gótico, lleno de recursos, y así León recorre la historia del arte. Porque el territorio leonés fue siempre camino de conquistadores y calzada de peregrinos de todo el orbe.

Recordamos que en el siglo XI, los piropos más cálidos de la guía de peregrinos del francés Americo Picaud, que describe múltiples etapas de la Ruta Jacobea, desde propia Galia hasta el sepulcro del apóstol, son para el suelo, leones: «Arroyo de prosperidades en Sahagún, cúmulo de felicidades en la ciudad de León» y a través de las murallas torneadas se van descubriendo monumentos del arte románico, gótico y plateresco: San Isidoro. La Catedral y Hostal de San Marcos respectivamente.

No podemos olvidar otras construcciones notables que sobresalen en el marco de la ciudad y que constituyen una segunda etapa. Así llegamos a la Basílica de San Isidoro que constituye el símbolo más venerable del recinto ciudadano. En el este templo aparecen varias fases del desarrollo cultural y artístico, ya que es, ante todo, uno de los complejos más elaborados del románico universal. Aquí se hallan además de los restos de San Isidoro, «el Doctor de las Españas», el Panteón real bajo cuyas bóvedas decoradas reposan los cuerpos de una veintena de Reyes Leoneses. Es conocido como la cuna y «Capilla Sixtina» del románico por sus relieves. Se trata uno de los conjuntos más notable de Europa por su perfección y belleza, en palabras de Antonio Viñayo.

El arte románico se extiende por toda Castilla, y aquí, en León, se observa una colección de 30 capiteles. La mayor parte historiados con efigies bíblicas o escenas de cazadores. En dos de ellos aparecen, por primera vez en la ciudad leonesa, escenas evangélicas, la resurrección de Lázaro y la curación del leproso. Los investigadores, historiadores y científicos reconocen en estas bóvedas unas de las mejores pinturas murales de Europa de la época medieval.

En concreto, según el Abad antes citado: «Todo aquí es misticismo, paz, historia y arte, penumbra y arrobamiento», es el lugar de reposo de emperadores, Reyes, Reinas, Príncipes e Infantes. Queda, así pues, perfilada la primera etapa que pretendo complementar con anotaciones posteriores. (Continuará)