Cuestión de educación
Que vivimos en una sociedad en la que cada minuto que pasa perdemos valores y principios es casi vox populi. Una sociedad en la que prima el ser “progre”. Pero es que, el mismo vocablo carece ya también de su sentido primigenio. Ahora ser progre conlleva un amplio abanico conceptual que resumiré con el tradicional “todo vale”.
Un “todo vale” que abarca ámbitos de toda índole, desde identidades personales que se escapan a la razón, o al menos a muchas razones, hasta usos inimaginables de la lengua, o incluso a la devaluación total del esfuerzo en cuestiones altamente meritorias como son los diferentes trabajos que desempeñamos o a la mismísima educación.
La educación, ese campo del que a todos nos gusta fardar y que, en los últimos tiempos va perdiendo pilares que traerán, o incluso me atrevería a decir, están trayendo, consecuencias de las que, tarde o temprano, acabaremos arrepintiéndonos. Tal es así, que ya el esfuerzo académico carece de valor, e incluso se puede promocionar sin haber aprobado la totalidad de las áreas. Todo esto bien pautadito por el Ministerio correspondiente, que por supuesto, cumple sus funciones sin olvidar también el ya mencionado en estas líneas, “todo vale”.
Como docente, considero de primerísima necesidad el esfuerzo
Véase como ejemplo, a la maestra de Jerez que, aprovechando el pasado día de San José, quiso borrar del calendario la festividad del día del padre. A su juicio, porque ahora ya las familias son otra cosa, y mejor celebrar a las personas especiales. Pues muy bien, oiga. Pero lo realmente preocupante es que lo que esta docente trasmite a sus alumnos, está perfectamente avalado por cierto sector de la sociedad, y lo que es peor, del Gobierno que tenemos, y que los que estamos en otro punto, somos los que no cumplimos la norma, y por lo tanto suponemos una amenaza para el progreso del país.
Pues me van a permitir que discrepe. Como docente, considero de primerísima necesidad el esfuerzo y el trabajo para alcanzar resultados de éxito que aporten a la sociedad ciudadanos críticos, con criterio y libres. Pero sin dejar de lado los valores que tanto aportan al crecimiento personal y que perfilarán una sociedad rica y de verdadero progreso. Valores como la responsabilidad o el respeto, y por qué no, el arraigo.
Pero claro, partimos del amparo de un gobierno mal llamado de consenso, con un presidente socialista, al que, de socialista solo le queda el nombre, que da cabida y jalea todas estas iniciativas, que al parecer le aportan réditos políticos. Pues bien, no pierdan de vista estos temas ni a estos gobernantes, porque tienen peones por toda nuestra geografía, y solo piensan en un progreso, el progreso de sus intereses.