El legado del Papa tras una década de pontificado
Ahora que ya van cesando las noticias sobre el décimo aniversario del pontificado de Papa Francisco, yo quiero aportar una reflexión sobre el legado que Francisco deja a la Iglesia en estos 10 años. El 13 de marzo de 2013, los cardenales eligieron como Papa a un hombre venido del «fin del mundo» que cambiaría el estilo de ser papa, se enfrentaría al clericalismo, empoderaría a los laicos, abriría la Iglesia al diálogo y al debate y cambiaría las prioridades pastorales. Aunque no ha cambiado la doctrina, ha sido revolucionario en todo lo demás.
El cambio de estilo se hizo evidente desde el primer momento de su pontificado cuando apareció por primera vez en el balcón de la Basílica de San Pedro, vistiendo una simple sotana blanca y negándose a llevar la muceta de terciopelo tradicional, los zapatos rojos y la cruz pectoral dorada para el nuevo Papa. Otra evidencia del cambio fue su primer saludo a la gente congregada en la Plaza de San Pedro, cuando les pidió que orasen por él antes de impartir la bendición.
Su estilo sencillo chocaba con el clericalismo dominante. Les dijo a cardenales y obispos que no actuaran como príncipes. «Liderazgo significa servicio» y «los pastores deben oler a oveja». El clero debe ser «amable, paciente y misericordioso» con una «sencillez exterior y austeridad de vida». Aunque Francisco se hizo conocido por su compasión y amabilidad, esto no lo ha aplicado al clero, con el que puede ser muy duro. Esto se ha hecho especialmente evidente en la forma con que destituyó a los obispos que no habían tratado con rigor el abuso sexual. Unido a este ataque al clericalismo estaba su deseo de empoderar a los laicos. «¿Apoyamos y acompañamos a los laicos, venciendo la tentación de manipularlos o infantilizarlos?», preguntó en una ocasión.
El Papa Francisco comenzó abriendo la Iglesia al debate de una manera que no se había visto desde el Concilio Vaticano II. Juan Pablo II se sirvió del cardenal Joseph Ratzinger para controlar a los sacerdotes y teólogos que querían seguir discutiendo cuestiones doctrinales tras el Concilio Vaticano II. Francisco, por su parte, sostuvo que «el debate abierto y fraterno hace crecer el pensamiento teológico y pastoral. Eso no me asusta. Es más, lo busco». Esta nueva forma de actuar del Papa facilitó a los teólogos hablar sobre cómo la Iglesia podría presentar el mensaje del evangelio de una manera comprensible en el siglo XXI.
Francisco también criticó el control de la curia sobre los sínodos de los obispos. Los sínodos se habían convertido no en foros para asesorar al Papa sino en lugares para que los participantes mostraran su lealtad al pontífice y al Vaticano.
En su primer sínodo como Papa, les dijo a los participantes: «Hablar claramente. Que nadie diga: ‘Esto no se puede decir’». … Todo lo que sentimos hay que decirlo con valentía». Irónicamente, los conservadores usaron esta nueva libertad para atacar al Papa por permitir el libre debate. Aquellos que habían etiquetado como disidentes a cualquiera que cuestionara las acciones o enseñanzas de Juan Pablo II y Benedicto XVI ahora expresan su disidencia. Los «leales» se han convertido en rebeldes, mostrando que su verdadera lealtad no era hacia el papado sino hacia sus propias opiniones.
Francisco cambió las prioridades pastorales de la Iglesia. Quiere una Iglesia pobre para los pobres, que sirva, acompañe y defienda a los pobres. Describió la Iglesia como un «hospital de campaña para los heridos», no un club reservado a los ricos. Su énfasis está en la compasión, la misericordia y la reconciliación. Sintió que el mensaje de la Iglesia era demasiado complicado. «Perdemos gente porque no entienden lo que decimos, porque nos hemos olvidado del lenguaje de la sencillez», dijo.
Y mientras otros culpaban a los fieles o a la cultura por el éxodo de la Iglesia, Francisco temía que la gente viera a la Iglesia como «distante de sus necesidades,... fría,... atrapada en sí misma,... prisionera de su propia rigidez». «Una reliquia del pasado, inservible para nuevas preguntas».
Para Francisco, las primeras palabras de la evangelización son sobre el amor y la compasión de Dios. Como nos enseña el Evangelio de Mateo, vivir la fe (ortopraxis) es más importante que hablar de la fe (ortodoxia).
El Papa Francisco también cambió las prioridades públicas de la Iglesia. En una entrevista durante su primer año en el cargo, dijo que no se obsesionaría con el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y el control de la natalidad, ya que todos saben lo que la Iglesia enseña sobre estos temas. Más bien atacó el capitalismo no regulado y la globalización. Criticó la guerra y pidió la paz. En palabras y acciones defendió a los migrantes, refugiados y marginados. Continuó el trabajo de Juan Pablo II en el diálogo interreligioso, reuniéndose y emitiendo declaraciones conjuntas con el principal líder chiíta en Irak y el principal líder sunita en Egipto. Finalmente, abrazó el movimiento ecologista e hizo una llamada a la Iglesia y al mundo entero para que se ocupen del calentamiento global.
Aunque son muchos los cambios que ha introducido en la Iglesia, él mismo reconoce que le queda mucho por hacer, como el tema de la mujer en la Iglesia: ha promovido a las mujeres a posiciones de poder en la burocracia eclesiástica, pero no las ordenará sacerdotes. Tampoco ha completado el tema del celibato y el sacerdocio, ni la reforma de la curia.
El Papa Francisco tiene 86 años, pero su papado no ha terminado. El Sínodo sobre la Sinodalidad está en camino. Terminado el Vaticano II, en 1965, el Papa Pablo VI estableció el Sínodo de los Obispos, donde los obispos de todo el mundo se reunían en Roma cada pocos años para discutir ciertos temas importantes en la vida de la iglesia. Francisco, sin embargo, lo ha cambiado de ser un evento a ser un proceso y una forma importante de invitar a la participación de todos los miembros de la iglesia. La sinodalidad, que significa «caminar juntos», es quizás el legado más importante que Francisco deja a la Iglesia.
Con la sinodalidad la iglesia está cambiando la forma de afrontar temas críticos. La sinodalidad es un nuevo estilo de obrar. Con el actual proceso del sínodo en curso, la Iglesia organiza sesiones de escucha con católicos de todo el mundo para discutir una serie de temas que no hace tanto tiempo se consideraban tabú. La sinodalidad permite una proximidad con la gente y enfatiza la naturaleza misionera de la Iglesia. Afortunadamente, la Iglesia está descubriendo los beneficios de escucharnos unos a otros en el reconocimiento de nuestra condición cristiana común. Mientras la sociedad está cada vez más polarizada, con diferentes grupos cerrados entre sí, la sinodalidad invita a escucharnos los unos a los otros para que la Iglesia no pierda el contacto con la realidad.
A pesar de todos estos cambios y debido a que no ha ganado a un gran número de obispos y clérigos para su visión de la Iglesia, el impacto del legado del Papa Francisco está siendo limitado. La gente ama al Papa, pero a menudo no lo ven en quienes dirigen sus parroquias o diócesis.
Si Francisco continúa unos años más en el papado, es probable que sea atacado desde la derecha y la izquierda. Los conservadores ya están conspirando para asegurarse de que haya un regreso a los papados de Benedicto XVI y Juan Pablo II. Sin embargo, las probabilidades siguen estando a favor de la continuidad entre este Papa y el siguiente; Francisco ya ha nombrado a dos tercios de los cardenales electores y todavía tiene tiempo para nombrar más. No importa quién sea elegido, el impacto del Papa Francisco en la Iglesia, aunque limitado, será duradero.
Si tuviésemos que resumir los mayores logros del legado del Papa en estos 10 años, yo señalaría los siguientes: 1. La elección del Papa Francisco y su primer saludo y presentación en público. 2. La publicación de Evangelii Gaudium y Praedicate Evangelium. 3, La visita papal a Lampedusa para visitar a refugiados y migrantes. 4. «¿Quién soy yo para juzgar?», hablando a las personas L.G.B.T. 5. La publicación de Laudato Si, sobre el cuidado de la creación. 6. La proclamación del Sínodo. 7. La visita a Canadá y su disculpa por las escuelas residenciales y el trato a los nativos por parte de la iglesia local. 8. El acercamiento a los musulmanes, construyendo un mundo de fraternidad con el mundo islámico. 9. La publicación de Fratelli tutti. Y 10. La publicación de Traditionis custodes, que suprime la misa tradicional en latín. Uno puede estar a favor o en contra, pero el legado del Papa Francisco es esa nueva forma de entender la Iglesia, que será difícil de olvidar.