Diario de León

Cristo de la Agonía, 50 años por las calles de León

Creado:

Actualizado:

La incorporación definitiva de la imagen de un crucificado muerto en la procesión de los Pasos, representó una importante ruptura estética en este cortejo procesional.

Existe una historia anterior en la que cualquier leonés que haya vivido y comprendido la Semana Santa de León, especialmente en términos artísticos, desde hace cincuenta años ha podido comprobar un nueva estética en el transcurrir de la procesión los Pasos, organizada por la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, de León, todos los Viernes Santos por la mañana. Y evidentemente se instauró de forma definitiva, hasta nuestros días para cumplir medio siglo.

De aquella, la cofradía, que tenia un buen patrimonio imaginero, sin embargo no lo tenia redondeado a esos doce pasos, que estuvimos procesionando durante varias decenas de años, por las calles leonesas, hasta los comienzos del siglo XXI, en que el cortejo se elevo a trece momentos de la Pasión de Jesucristo, uno mas de los apóstoles y uno menos de las escenas del viacrucis.

Durante unos cuantos años tuvo que pedir prestado, a diversas instituciones religiosas, un crucificado muerto que escenificara el tránsito final de Jesús en la cruz, ese momento tan sublime que representa el paso de hombre a Dios, de la viva terrena a la gloria eterna, colocado en el puesto décimo de esta antigua procesión.

Unos cuantos años fue Angustias, desde finales del s. XIX y la primera mitad del s. XX, según consta en algunas de sus actas , quien ayudó con todo el cariño de cofradías hermanas, cediendo esporádicamente el Santo Cristo y que los años pares volvía a la calle en la Procesión Oficial del Santo Entierro. Una excepcional talla atribuida a Juan de Juni, aún sin documentar, que formaba parte, como remate, en lo alto del gran retablo de la capilla propia de la penitencial, en el antiguo Convento de Santo Domingo, en la plaza del mismo nombre. Este crucificado fué de nuevo solicitado en 1969, desfilando en el cortejo procesional de los Pasos.

La penitencial del JHS, con el informe positivo de un historiador de renombre, García Chico y la autorización eclesiástica pertinente, pudo procesionar, ininterrumpidamente entre 1957 y 1968, el Cristo de los Balderas, de la parroquia de San Marcelo, obra de 1631, del gran escultor gallego Gregorio Fernández, a su vez alma gemela del alabado Cristo de la Luz, que se venera en la universidad vallisoletana. Esta joya escultórica, de aquella sobre cruz de madero redondo, fue pujada por los «hermanitos de Jesús», causando muchas escenas piadosas de veneración y devoción. Por cuestiones de restauración y organizativas de la propia parroquia de San Marcelo, dejó de salir en procesión, invitando a la cofradía a efectuar una réplica, negándose la junta de Seises a tal actuación.

Otra joya apareció en 1970, en la procesión del Calvario, denominada antiguamente así, era nada menos que un impresionante cristo muerto, de aspecto joven, del Monasterio de San Pedro de la Dueñas, al lado de Sahagún y que como curiosidad también indicar que vinieron a pujarlo varios vecinos del pueblo, haciéndolo vestidos con camisas blancas que destacaban sobre las túnicas negras de los papones. Pieza maravillosa salida también de la excelsa gubia del maestro Gregorio Fernández. Unos años después este cristo presidió, en 1992, la monumental exposición de pasos de nuestra semana santa, en la iglesia conventual de los PP. Capuchinos, con motivo del II Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa, en León y también presidió la procesión de clausura que cerró este evento, con tanta repercusión mediática.

Con posterioridad, en los años 1971 y 1972, Jesús Nazareno tuvo que recurrir a la Real Colegiata de San Isidoro, de León, para que le fuera cedido otro gran crucificado, una réplica del cristo de estilo gótico de Barrios de Luna, realizada por Andrés Seoane y que de aquella se encontraba colgado en el Panteón Real y actualmente se encuentra en la Capilla de Santo Martino. Un grandioso Cristo, sencillo, en madera de nogal sin policromar, que llamo auténticamente la atención de todos, papones y espectadores, por su integración total en la procesión.

Sirvió para que en ese momento los cofrades de Jesús nos diéramos cuenta de ese gran cambio estético que suponía incluir, en una sucesión de grupos escultóricos todos policromados, un paso que rompía ese ornamental colorido, creando una ruptura visual en la que destacaba su sencillez y simpleza, representando el instante culminante de la «Muerte del Hijo de Dios»

En todo este cambio hubo un gran «culpable», el hermano Miguel Martín-Granizo, aunque arquitecto de profesión, gran artista plástico, que supo mostrar en un boceto la idea de un cristo muerto con la expresividad que mostraría un nuevo Santo Cristo de la Agonía. Y esto dio paso a que el escultor encargado de realizar la nueva talla fuera un leonés de Onzonilla, Laureano Villanueva, el que bajo esa premisa de mostrar una talla sin policromar, esculpiera un crucificado, con los golpes de gubia a la vista, siguiendo la ultima tendencia aplicada por Víctor de los Rios en sus dos últimas obras para Angustias y para Santa Marta. Era un reto, mostrar el arte religioso de una forma básica, sin pintura y casi sin acabar de esculpir, en madera de abedul encerada.

Esta pieza modernista, fuera de la estética clásica procesional al uso, ha producido un efecto multiplicador, pues refleja con total exactitud la ruptura entre la vida y la muerte, especialmente al romper la policromía colorista de todos los pasos, la visión de los espectadores y mostrar un cristo sin policromar, oscuro, pero ante todo bello y evocador. Su salida procesional tuvo efecto en abril, el Viernes Santo del año del Señor de 1973.

Y así durante cincuenta años, en una procesión de luz y color al máximo, el Cristo de la Agonía rompe esa monotonía con una imagen apagada, sin color, pero sin embargo con mucha vida y mensaje, a pesar de representar un cristo muerto.

tracking