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Llevamos unas semanas de alta temperatura política. Coincide todo, pero especialmente que hemos entrado en época electoral. O sea, nos queda mucho por ver y por vivir. Y, en esta época, parece que los políticos tuvieran más protagonismo. Deben ser los nervios.

Queramos o no hay dos clases de políticos; aquellos que sin hacer apenas nada hablan mucho y los que, haciendo mucho, no dicen apenas nada. Es lo que se conoce desde la noche de los tiempos como «menos hablar y más hacer». A este segundo grupo, pertenece el Senador leonés, Antonio Silván.

Cuando Silván dejó la Alcaldía de León, fue nombrado senador y, desde entonces, su labor se centra físicamente en Madrid, en el Senado, pero siempre llevando como bandera hacer cosas por y para León. Lo lleva marcado a fuego y será su divisa política allá donde tenga que proponer y trabajar para su ciudad.

Cuando se intenta opinar sobre personas conocidas sean del ámbito que sea, cuando intentamos definirlas, solemos hablar y, quizá juzgar, la parte más cercana de esos personajes. Su distancia corta. En este caso, cierto es que Antonio Silván, en esa distancia corta, además de en la otra, ofrece siempre una cercanía que llama la atención. Se le nota rápido que escucha y siempre con la intención de ayudar. Y sin embargo todo eso lo hace desde la sencillez y sin montar una campaña en grandes medios para decir que se ha llevado a cabo algo, que, como no, es interesante y positivo para León.

Hemos conocido la noticia que Silván ha logrado el «sí» del Senado para que el tren Feve llegue al centro de León tras años de bloqueo.

Esa noticia, para su León, es de una importancia tremenda. La gente, el ciudadano era consciente del enorme retraso que suponía recuperar el Feve para el centro de León. Silván ha confirmado que, en los años 2018, 2019 y 2020, el que fuera ministro Ábalos, prometió de forma reiterada la apertura del Feve al centro de León (como para fiarse, ¿sabes?).

Pues ahora con el trabajo llevado a cabo y, por supuesto, haciendo un seguimiento de algo que era importante para nuestra ciudad, se ha conseguido esta aspiración. Se demuestra otra vez que, haciendo un buen trabajo, siendo coherente y teniendo entusiasmo por alcanzar un objetivo, ese se consigue.

Qué curiosa es la vida profesional de los políticos. Suelen estar en bastantes lugares poniendo en marcha trabajos que lleguen a buen fin y que mejoren la vida de los ciudadanos a los que deben servir. Muy fácil decirlo. Muy difícil hacerlo bien. Este es el caso de algo bien hecho. Un político con dedicación y queriendo a su ciudad se pone en marcha para conseguir algo que llevaba años estancado, seguramente por la ineficacia de otros políticos que se les resistía las dificultades del trabajo bien hecho. Nada bien hecho es fácil. Cuesta. Por eso el mérito debe ser mayor.

León puede y debe presumir de alguien que habiendo estado en la Alcaldía, también ha sabido ver, fuera de ella, oportunidades para mejorar la vida de los leoneses. Y lo ha hecho. Obras son amores y no buenas razones. Ojalá cumpla el ejemplo.