¿Quién se hará con la ‘banca’ en la ruleta de municipales y autonómicas?
Dos principios suelen regir en cuanto hablan las urnas: «sálvese quién pueda» o «correr en auxilio del vencedor».
Pero como es conocido, el juego de la ruleta se encuentra basado en la ley de probabilidades y seguramente se presagien en las elecciones, más perdedores que ganadores.
No obstante, podrían surgir en estas elecciones que suelen denominarse periféricas, algunos otros factores, tales como mayor abstención sobre las ya habituales debido al alto desgaste actual de la política, así como a la posibilidad de la aparición de aspectos indirectos influyentes en la jornada electoral.
Así tendríamos:
Cuando a un presidente de Gobierno o jefe de la oposición, se le olfatea Misa de Réquiem, y se pretenden marcar distancias con el mismo.
También suele ocurrir cuando un presidente autonómico no realiza bien sus deberes y busca una pantalla artificial salvadora, distanciándose y oponiéndose aparentemente a la política desarrollada por su jefe de Gobierno.
En estos casos, si la comunidad autónoma hace aguas, siempre existe la opción de diferir posibles mejores resultados para el líder del Gobierno cuando lleguen las generales, o bien, ninguna de las opciones.
No se tratan de primarias, donde en las luchas fratricidas vale todo, a través de luchas encarnizadas, y gana el que más promete, pero este no sería el caso.
Las recientes inmolaciones de Podemos con declaraciones grandilocuentes de romper con otras formaciones de izquierdas, me cuentan que no pasan de estrategias preelectorales, y que cada formación de izquierda a tenor de sus propios resultados, acudirán a partir del día después a unas especies de mesas comunes de partidos con sus réditos electorales e intentar negociar la aparente desunión en algo sólido.
No nos consta que las formaciones de derechas se encuentren pensando en tal tesitura.
Si, repetimos que a nivel autonómico y municipal se comienzan a barajar por algunos medios un ascenso de la abstención como muestra de rechazo al sistema político imperante.
Sí parece cierto, y así lo manda la tradición, que una parte de los electores continuarán siendo fieles a las siglas y militancia en sus partidos, aunque repudien a sus candidatos que olvidan fácilmente el deber de estar al servicio de la ciudadanía. Los simplemente simpatizantes posiblemente opten por el abstencionismo.
Si a lo anterior añadimos la veleidad de la política de la coalición, capaz de inconstancias, deseos o intenciones inmaduras tomadas bajo el paraguas de la precipitación oportunista, justificadamente se encontraría admitido tal repudio o abstención.
Permítaseme la licencia de señalar de nuevo el conocido ejemplo reciente del «sí es sí», ofreciendo la sensación de haberse reunido unos cuantos conocidos de banca congresista, aprendiendo a legislar y así ha resultado la cosa.
Cabría preguntarse, ante un posible alto número de votos PSOE, ¿razón a la que se debería esta fidelidad a las siglas, cuando lo político en sí provoca rechazo?
Sencillamente, recurriendo de nuevo a la veleidad de la política, no existe «banquillo sustitutorio en la política española», que pueda suplir o apoyar a una veleidad convertida en votantes.
La confianza política es un plato que hace muchos años también escasea en los hogares españoles. La sociedad se encuentra aburrida y hastiada de sistemas políticos que se suceden unos a otros sin opciones de regeneración.
Finalmente, aún no ha llegado la hora de las «traiciones», pues es aún prematuro, pero algunas, vamos a llamarlas «bajas» ya se encuentran produciéndose, pues esa especie de «virus migratorio», ha afectado a dos concejales del Consistorio de Pamplona, también viajeros a las filas del PP que busca reforzarse hacia lo que parece imparable una subida de Bildu en dicha ciudad.
Mejor indudablemente en estos momentos para poder «recomponer filas», y que no suceda lo que allá por febrero 2022, cuando dos diputados pertenecientes a UPN, volaron buscando acomodo en el palomar que el PP dispone en la Carrera de San Jerónimo en Madrid.
Y ya hablaremos otro día, dado que aún no se ha abierto la veda, pero algunos de Uds. recordarán una muy famosa, denominada «tamayazo», ocurrida en mayo 2003, en las elecciones a la Comunidad de Madrid en la que la derecha (encabezada por Esperanza Aguirre) hurtó el poder a la izquierda, mediante la «desaparición» en la votación de dos de sus diputados.