Diario de León

Un homenaje a aquellos libros que se componían en el siglo XII en León

Publicado por
J. Miguel Lobato (Jesús Gómez)
León

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Hoy día muy pocos saben que el Reino de León ya fue fecundo en libros y escritores en sus años de esplendor. En el primer tercio del siglo XII vieron la luz en los silenciosos claustros del viejo reino algunos libros destinados a perpetuar su memoria. A pesar de la fragilidad de sus soportes y de los nueve siglos transcurridos desde entonces, aún se conservan cuatro ejemplos singulares. Ni el tiempo, ni el fuego, ni el descuido acabaron con ellos. Y, aunque en algunos casos no se sabe a ciencia cierta ni quien fueron sus autores, ahí están, recordando a todos que estas tierras eran y son muy fértiles en escritos y escritores.

En el extremo más occidental del reino, en el finisterrae, el genio político de un clérigo, Diego Gelmírez, nos legó la conocida como Historia Compostelana, que fue escrita y compuesta bajo su impulso y patrocinio. En ella se cuenta la peripecia personal y eclesiástica de este importante prelado, obispo y luego arzobispo de Compostela, pero también se narran en ella muchos hechos y sucesos contemporáneos protagonizados por los reyes de León, así como por otros muchos nobles y prelados del reino. Constituye, pues, una crónica indispensable para conocer los sucesos acaecidos en el oeste de la península ibérica en la primera mitad del siglo XII. Casi al mismo tiempo, en los scriptorium de la corte asentada entre León, la regia ciudad capital, y Sahagún en Campos, que albergaba el monasterio más importante que en el reino había, se escribieron la Historia Legionense, conocida hasta hace muy poco como Crónica Silense , y la llamada Primera Crónica Anónima de Sahagún .

La primera fue compuesta durante el reinado de Urraca de León, entre la muerte de su padre Alfonso VI y los primeros años del reinado de su hijo Alfonso VII. Todo parece indicar que esa crónica, que comienza evocando una época perdida en la que en Hispania florecía toda suerte de saberes y artes liberales, fue escrita en el entorno regio de San Isidoro, que continuamente aparece referido y destacado en sus páginas. Según declaración de su autor, éste se proponía contar en ella la historia de Alfonso VI, «ortodoxo emperador hispánico». Y aunque dicho propósito se frustró y dicha biografía quedó inconclusa, bien porque no se llegó a concluir su redacción, bien porque una parte de ella se perdió, ofrece interesantes apuntes sobre el reino de León, y especialmente sobre los antecedentes del referido monarca.

La segunda, conservada en un manuscrito escrito en castellano del siglo xv «es un texto tan fascinante como polémico». El relato se centra en el enfrentamiento entre los burgueses de Sahagún y los monjes del monasterio, que tiene lugar en el marco de la guerra civil habida entre la reina Urraca de León (la «Temeraría») y su marido Alfonso I de Aragón (el «Batallador»), enfrentamiento que sacudió aquellos territorios del oeste de la península ibérica a la muerte de Alfonso VI (entre 1109-1116). Por sus páginas desfilan no sólo los personajes más destacados del reino de León, sino también anónimos caballeros, monjes, campesinos y, sobre todo, «burgueses» francos, castellanos o aragoneses. Además, la narración, trufada de relatos milagrosos, de detalladas descripciones de torturas y de transcripciones de documentos del monasterio, ofrece una visión de los acontecimientos —¿reales o inventados?— poco complaciente con la reina Urraca y, sobre todo, muy crítica con su marido Alfonso I de Aragón.

Entre tanto, en las Asturias de Oviedo, tomaba cuerpo al calor de su escuela catedralicia el Crhonicon Regum legionensium incluido en el conocido como Corpus Pelagianum , compilado por otro célebre clérigo, el obispo Pelayo.

De cronología discutida, pero posiblemente redactado en torno a 1118 utilizando materiales históricos anteriores, no se conserva ninguna versión original del mismo. Y sí es conocido, lo es gracias a un complejo juego de copias. En él se incluyen una colección de crónicas históricas retocadas e interpoladas por el obispo Pelayo, que reelaboró las fuentes originales, incluyó en ellas noticias de su propia autoría (algunas ciertas, otras seguramente inventadas) y completó con una pieza histórica elaborada por él mismo. Esta obra está realizada con el propósito de lograr una difusión propagandística de la sede episcopal de Oviedo, pero el mensaje histórico transmitido por Pelayo ha sido muy criticado, acusando al obispo de manipular la historia e instrumentalizar el pasado para conseguir sus fines.

En todo caso, cuatro obras sin parangón, cuatro libros a los que yo he querido prestar homenaje con otra crónica inventada, contemporánea de las anteriores e inspirada en ellas. Una crónica apócrifa localizada en el condado de Portugal, compuesta por un monje imaginario, Godesindo de Tábara, y dedicada a Teresa de León, reina de los portugueses antes de que Portugal fuera reino. Una mujer fuerte y decidida que gobernó aquel condado del reino de León entre 1112 y 1128, y que he arrancado con mucha voluntad y paciencia al teclado de mi ordenador.

Crónica esta que, incluida en La Invención del Grial (Teresas) así se abre: Los antiguos preocupados con la posteridad gustaban de poner por escrito las gestas de reyes y capitanes y las virtudes y esfuerzos de los hombres ilustres para que no cayeran en el pozo del olvido y fueran borrados por el transcurso del tiempo pues juzgaron, y juzgaron bien, que sus hechos habían de recordarse de manera viva y duradera por los que vinieren. Así pues la muy ilustre e distinguida condesa Teresa, reina y señora de los portugueses, hija bienamada de Alfonso muy noble rey emperador que lo fue de Galicia, de León, de Castilla y de Toledo, tomando para si la costumbre de los otros reyes y prelados de estos y de otros reinos mandóme a mi, Godesindo, humilde siervo del Señor y familiar suyo, que remontando el tiempo pasado trajera a la memoria hechos della desde su niñez temprana en las tierras legionenses.....

Mas no concluye ahí mi homenaje a aquellos viejos libros, a los que los compusieron, a los que los inspiraron y a los que los patrocinaron. Va aún algo más lejos, pues también quiere homenajear a aquellos monjes desconocidos que los iluminaron bellamente en remotos cenobios repartidos por las tierras de León, como los monasterios de Tábara o Lorvão. Y a los traductores, pues no en vano en el condado de Portugal comenzó a desarrollar su trabajo uno de los más importantes traductores del siglo XII, Juan Hispano, que en las tierras de Limia pasó del árabe al latín un buen número de libros y que en 1118 tradujo para la reina Teresa antes citada, y por primera vez en Europa, una parte del libro Sirr al-Asrar, espejo de príncipes que más tarde sería conocido en todo el viejo continente como Secretum Secretorum.

Y si el libro es un rendido homenaje al libro y a los saberes que florecían en el antiguo reino de León en los inicios del siglo XII, también lo es a la novela, a uno de sus primeros y más celebrados autores, Chrétien de Troyes, y a su obra más destacada y conocida: El Cuento del Grial que, escrito en Flandes en las postrimeras del siglo, dio origen a uno de los mitos más notables de la cultura europea. Mito este que ha devuelto a la fama el maravilloso cáliz de doña Urraca, custodiado desde hace más de nueve siglos en la Real Colegiata de San Isidoro de León.

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