Cerrar

Creado:

Actualizado:

Mañana, sábado, se celebrará el Día Internacional de la Madre Tierra, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2009. Esta conmemoración tiene como finalidad crear conciencia sobre los problemas ambientales y lograr la armonía entre los humanos, la flora y la fauna. Se trata de una fecha llena de temor y de esperanza. Temor por los posibles efectos perversos del calentamiento global de la tierra y esperanza porque son muchas las personas que han tomado conciencia de esta realidad y están empezando a actuar de una forma responsable.

En este día de la Madre Tierra, por medio de actividades realizadas en todo el mundo, se nos informa acerca de la biodiversidad y de cómo proteger nuestra naturaleza de un calentamiento destructor anunciado por muchos expertos. Una de las pocas ventajas de ser mayor es saber que uno no estará presente cuando el impacto del calentamiento global se vuelva irreparable. Pero la preocupación más inmediata hoy es el inevitable calentamiento de la tierra. Durante décadas, los informes científicos han advertido de los peligros de un calentamiento general de nuestro planeta. Los científicos debaten cuándo se alcanzará el punto de inflexión: ¿será cuando la capa de hielo de Groenlandia se deslice hacia el mar o cuando desaparezcan las selvas amazónicas y africanas? A menos que dejemos de calentar el planeta con gases de efecto invernadero, el hielo de los glaciares y de los polos norte y sur desaparecerá. Los ríos alimentados por los glaciares se secarán y la producción agrícola se verá seriamente reducida, provocando escasez de alimentos y hambrunas.

Afortunadamente, frente a esos temores, también hay personas que infunden algo de esperanza. El Papa Francisco, en su encíclica Laudato Si , advirtió sobre el calentamiento global y el impacto en el medio ambiente; y llamó a la responsabilidad de toda la humanidad de cuidar de nuestra «casa común». Otros líderes religiosos también se han pronunciado en este mismo sentido. Esto es importante porque históricamente la religión ha tenido el poder motivador de hacer que las personas sacrifiquen su interés propio por un bien mayor. También es un signo de esperanza el hecho de que cada vez sean más las personas que aceptan la realidad del calentamiento global y los peligros que conlleva.

El cambio en la opinión pública se refleja en las elecciones de compra que hace la gente. La gente ahora entiende que las bombillas led ahorran dinero a largo plazo y son mejores para el medio ambiente que las incandescentes. Los paneles solares cada vez más están cubriendo los tejados. La energía solar y eólica ahora es más barata que los combustibles fósiles y las empresas reconocen que se puede ganar dinero en una economía verde. Este cambio en la opinión pública ha facilitado que muchas instituciones apoyen las políticas medioambientales.

Hay que reconocer que los verdaderos héroes en la lucha contra el cambio climático han sido aquellos que nos advirtieron de los peligros que se avecinaban y que también han trabajado incansablemente para encontrar soluciones prácticas. Pero esta no es una labor solo de los científicos y de los defensores de actitudes éticas. Todos debemos hacer lo que podamos para detener el cambio climático y evitar el calentamiento global; y debemos actuar ahora. Todavía no se está luchando contra el cambio climático en serio. El Día de la Madre Tierra para mí será un día de temor y esperanza. Esperanza porque la humanidad se está moviendo en la dirección correcta y temor de que no lleguemos a tiempo.