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Miseria de la ley contra la grandeza de la familia. Si no fuese terriblemente lamentable y baldón para España, sería para retorcerse de la risa. ¡Cuánta memez! Señora Belarra, escóndase en el basurero.

La familia es muy anterior al Estado y el Estado no puede definir lo que es o no es la familia. «Contra facta non sunt argumenta»; (se lo traducimos a la Sra. Belarra y compañía): contra los hechos no existen argumentos.

Lo repetimos con palabras de Chesterton: «La familia es una célula de resistencia a la opresión» + «El futuro de la sociedad no depende del gobierno ni de los ejércitos, depende del matrimonio y de la familia».

La nueva ley de la familia trata, como un auténtico ácido corrosivo, de diluir a la familia; si cualquier cosa es familia, nada es familia. Estamos ante una ley que solo es una pieza más que se saca de la manga la izquierda progre, desde su odio visceral, para destruir la sociedad. Con ello la Belarra se carga, de un legajo, el art. 27.3 de la Constitución, el art. 14 de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y el art. 26 de los Derechos Humanos ¡Muy legal esa ley!

Ni por la definición en cualquier diccionario, ni por comprensión universal del concepto y de la realidad familia, ni por la antropología, ni por similitud con las especies animales más próximas al homo sapiens; ni siquiera por lo que los niños más pequeños entienden como familia; existe el más remoto parecido con lo que la Belarra quiere imponernos. Ese poupurri refrito de su magín está inspirado por los metepatas LGTBIPQ+ que tratan de que no haya ascua que no esté encima de su sardina.

La ideología destructiva no tiene cabida en cabeza humana, por ello entendemos que estos generistas cocineros de legajos deben tener encima de sus hombros algo distinto a cabeza humana.

Diluir para erradicar la potestad de los padres sobre sus hijos y, una vez que los padres han hecho la principal labor, secuestrar a los niños para refundirlos a base de ideología de género y moldearlos a todos tan iguales que ningún padre llegue a distinguir a los suyos. Para mayor burla llaman a eso: libre desarrollo de su personalidad (SU? ¡Pero si son todas iguales!)

¿Libre? Hay que entenderlo en el contexto que esa ley ¡impone!: libertad que les ¡obliga! a estudiar los 16 tipos de familia. Y eso como doctrina básica de sus conocimientos «universales» del programa «deseducación compulsiva» que comprende: violencia social, violencia intrafamiliar, delincuencia, drogadicción, explotación de personas, hiper-sexualización, corrupción y pederastia. Todo en consonancia con las tendencias woke, queer, cancelación, feminazi, anti-cristiana, y varias más. O sea, toda la esencia del progresismo.

¡Nosotros!, en consonancia con Julián Bozzo, nos abrazamos a que «nuestra esencia tiene su hogar entre las paredes de nuestra familia», y no en la jaula de las mascotas; porque la familia educa con sus armas: proteger, amparar, resguardar, prevenir, amar, exigir y fortalecer. La familia es la barrera que puede reprimir la total des-educación que el gobierno nos impone.

Y eso ni Belarra, ni Sánchez, ni Montero, ni todo el gobierno junto saben ni pueden, a pesar de que ¡bien que lo quieren! Ellos entregan a los niños a depredadores que les hacen fluir de género. Estamos ante lo que Lewis decía sobre la abolición del hombre, pero mucho peor aún; se impone el adoctrinamiento en la perversa ideología de género con absoluto desprecio hacia toda la sabiduría acumulada por la ciencia desde que el hombre es humano y total menosprecio por la gran base social que radica y se sustenta en la familia.

«La relación más básica en la vida, es la relación entre hombre-mujer-niño. Ninguna filosofía de la vida es buena si olvida este principio» (Lyn Yutang). Unirse una mujer y un hombre en matrimonio es un comienzo. Mantenerse unidos es progresar. Alumbrar juntos una nueva vida es el éxito, pues, como decía la Madre Teresa de Calcuta «el hijo es un regalo de Dios para la familia». Vida que cuidan y educan como ser humano y miembro activo de la sociedad.

¡¡Padres!! Vuestros hijos hoy, aquí, están en terrible peligro. La jauría de políticos y esbirros van a por ellos rabiosamente con su poder, sus leyes y todo su proceder. Van a por los niños furiosamente para debilitarles, hacerles de cristal, aislarles de la familia, sobre-sexualizarles y empobrecer su formación, subvencionarles para lograr holgazanes engañados en todo, crear rebaños y presas fáciles para ideólogos y pedófilos. ¡Vienen por vuestros hijos!

Parafraseando al Papa Francisco: el poder que no sirve al bien común (como pasa en España) se transforma en arrogancia y opresión; se aleja de la justicia, de la misericordia, del respeto a la vida; es autoridad que se queda en mera codicia y destruye a sus ciudadanos en su afán de poder y posesión.

Progresar es humanizar más, y eso lo hace especial y fundamentalmente la familia. Progresar es cultivar, apoyar, ayudar, promocionar y defender a las familias que son el lugar donde todo radica, todo se fundamenta y se socializa. Viene a ser la antítesis de la S del PSOE actual.

Todo lo que va contra la familia o que prescinde de ella, lo que la agobia y la presiona es retroceso, es muy mala política y no mira al futuro, solo mira al caos. Keiserling decía con total sentido común: «Todos los pueblos hostiles a la familia han terminado, tarde o temprano, por un total empobrecimiento de su alma» (fotografía del gobierno de España).

Ser padre, como ser madre, es un regalo; nunca es un derecho. Regalo que conlleva gran responsabilidad; infinitamente más que tener un perro en casa; por eso no es legislable; lo infinito no cabe en leyes. Lo infinito ni lo sabe ni lo puede manejar un gobierno. Las familias son la única solución para las muchas «enfermedades» de Europa y las infinitas más que padece hoy España.