Asentamiento marginal en Astorga
En el invierno del año 1985 llegaron a Astorga las primeras cuatro familias trasmontanas, asentándose en el Barrio de Puerta de Rey, instalándose en un cargadero de ganado lanar. La dureza del invierno hace que el barrio junto al párroco (Don Gonzalo), les acojan en la casa parroquial durante unos días. Después de un tiempo y con el permiso de la dueña, se instalan en una finca de la C/ Convento, donde montan sus chabolas a base de madera, lonas y plásticos. Durante este tiempo se sintieron apoyados por el barrio, incluso por la ciudad.
A finales de los 80, el Ayuntamiento regentado por Juan José Alonso Perandones (actual alcalde) y Renfe llegaron a un acuerdo para la cesión en precario de las viviendas en las que en su día vivían algunas familias de ferroviarios, pero que tras el cierre de la Estación del Oeste, quedaron vacías. En ellas el Ayuntamiento alojó familias gitanas sin recursos y posteriormente a las familias trasmontanas. Son viviendas que fueron construidas en 1896, al igual que la estación.
Desde el año 1999 al año 2002, se realizaron varios proyectos subvencionados por la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León, para la realización de actividades de Formación Profesional Ocupacional. Desde el Ayuntamiento de Astorga se pretendía prevenir y paliar los efectos de la marginación. En el año 2002, viendo que seguían existiendo las mismas necesidades, que en años anteriores, se marcó como objetivo la mejora de las habilidades sociales para la integración de la población trasmontana.
Este asentamiento marginal, está compuesto actualmente por casi un centenar de personas entre adultos y menores, algunos de ellos con enfermedades crónicas, que viven de forma muy precaria en las viviendas de la Estación del Oeste. Pudiéndose diferenciar dos tipos de viviendas que componen el asentamiento: Nueve infraviviendas de planta baja y un conjunto de cuatro edificios de tres plantas, de los que solo un pabellón a pesar de estar muy deteriorado, está ocupado por la comunidad trasmontana.
Al no ser suelo urbano, carece de gran parte de los servicios e infraestructuras que tiene el resto de la ciudad: saneamiento (algunas aguas residuales emergen hacia la superficie por la parte trasera de las viviendas), pavimento ( es de tierra y durante el invierno se suele convertir en un barrizal), no hay alcantarillado y el alumbrado de la calle es con algunos focos que han colocado los propios residentes. Por lo tanto este barrio marginal, carece de buena parte de los servicios básicos de una vivienda normalizada, constituyendo desde el punto de vista residencial un asentamiento vulnerable. Viendo sus residentes reducidas las posibilidades de tener una vida digna y seguir expuestos a más riesgos, especialmente los relacionados con enfermedades producidas por las aguas fecales de sus propias viviendas, los ratones, ratas y demás focos de insalubridad.
Desde el puto de vista social, los Pabellones del Oeste ofrecen un cuadro preocupante, ya que en la actualidad todos sus ocupantes carecen de empleo y lo que es peor: no son capaces de encontrarlo. Cuando algún componente de la comunidad lo ha tenido y aunque los informes han sido muy favorables, lo cierto es que han sido en contadas ocasiones las que han encontrado trabajo.
Además de los factores que determinan la vulnerabilidad institucional de estas familias, señalados anteriormente, destacan en negativo la ausencia de una correcta coordinación entre entidades, siendo la manifestación más evidente el deplorable estado en el que se encuentra el barrio. No es de extrañar que dada la nula coordinación, en fechas pasadas, a las seis de la mañana y sin previo aviso la empresa suministradora de electricidad, con un despliegue policial digno de la mejor película, tomaran el asentamiento y les cortaran la luz a todas las familias residentes en el mismo. Casi un centenar de personas, la mayoría menores que despertaron con miedo ante semejante puesta en escena.
Estas familias contaban con suministro eléctrico desde que fueron alojadas en las casas de la Estación del Oeste (recordemos que cuando ellos fueron, ya el Ayuntamiento había alojado varias familia de la etnia gitana y había luz en todo el barrio; por cierto sin célula de habitabilidad) y al contrario de lo que algunos creen, no estaba enganchada a la red urbana y sí a la de la distribuidora. ¿Quién, cuándo y cómo, gestionó esto hace más de treinta años? ¿Por qué se quiere poner a la ciudad en contra de este colectivo, cuando resulta que ellos nunca se han negado a que se les pusiera un contador y hacer frente a los gastos de consumo? Es incomprensible que la empresa suministradora actúe cortando la energía y que desde el Ayuntamiento aseguren no haber recibido notificación cuando es obligación, y así nos lo han hecho saber expertos, comunicarlo al responsable de estructura pública dentro del Ayuntamiento (concejal de Urbanismo). ¿Quién le ha dado la licencia a Fenosa para quitar eso, aunque sea suyo? Al parecer no puede actuar en la vía pública sin permiso y menos tirar una línea de tensión eléctrica. Han necesitado un permiso y por lo tanto alguien del Ayuntamiento tenía que saber lo que iba a ocurrir y podía haberlo evitado. ¿Quién era el propietario de la línea, Fenosa o el Ayuntamiento? Está claro que del suministro es la empresa, pero lo que no está nada claro es que la línea también lo fuera. Lo más probable es que Fenosa pudiera cortar el suministro, pero no a eliminar la linera cortando hasta los postes de cemento. Alguien tendrá que explicarlo. Tampoco se entiende que las familias del asentamiento no fueran informadas y ahora la empresa asegure que mantuvo reuniones con ellos para negociar la situación. Por cierto, la Diputada de Asuntos Sociales ni está ni se la espera y eso que a ella también le incumbe.
La situación ahora es caótica y me atrevería a decir que irreversible. Para paliar la situación desde el Ayuntamiento han colocado dos generadores industriales hasta que, según el alcalde, salga la nueva corporación y haga frente a la situación. Curiosa respuesta cuando todavía quedan semanas y cada generador de ese calibre consume diariamente casi cien litros de gasoil, a lo que hay que sumar el alquiler. Es fácil echar cuentas.
Teniendo en cuenta todo lo expuesto, es necesario que se produzca un giro en la actitud de los responsables municipales encaminado a respetar la propia ciudad y a todos sus residentes, sea cual sea su condición social, a defender los intereses reales de los ciudadanos y a valorar el espacio urbano como un lugar rico en valores sociales y culturales.