Ser alcalde o alcaldesa, ¿para qué?
Después del resultado de las elecciones municipales el 28 de mayo, habrá un nuevo alcalde, o bien una alcaldesa, según el resultado electoral y las posteriores combinaciones y acuerdos. De ahí que sea oportuno formular la siguiente pregunta: ¿para qué? En primer lugar porque es una figura señera tanto en los pequeños municipios como los grandes. Y refiriéndome a León, he tenido la suerte de conocer a varios alcaldes de nuestra ciudad. He de confesar que conservo un grato de recuerdo del regidor Arroyo Quiñones quien en 1971 me encargó el pronunciar el pregón de las fiestas de San Juan y San Pedro. Precisamente aquel año, la corporación municipal inició un despliegue urbanístico de gran importancia para mejorar las infraestructuras de la ciudad. Naturalmente, desde entonces, hasta ahora, León presenta un haz de realizaciones extraordinarias, que han despertado contrastes de opiniones, como es natural, en la convivencia democrática.
Así, cada corporación, a lo largo de las sucesivas etapas, va dejando sus huellas, que son fruto de su capacidad creadora tanto en nuestra ciudad, como en otros municipios. El alcalde o alcaldesa como cabezas visibles de las corporaciones, incorporan sus ideas y, por tanto, toman sus medidas, siguiendo de alguna forma las iniciativas y sugerencias de los vecinos. Un ilustre leonés, Florentino Díez, antiguo secretario general de la Diputación nos decía: «Que el alcalde crea como el artista, trabaja como el apóstol y guarda e impulsa la gran familia comunal con el sentido recto generoso y enérgico de un buen patriarca». En consecuencia, cuando un pueblo tiene confianza en su alcalde o alcaldesa el éxito de su gestión está casi asegurado, porque intuye que su misión es defender y promover el interés general y el bien común.
En mi opinión, municipio y concretamente su Ayuntamiento, constituye el marco esencial de actuación y debe estar siempre subordinado a las aspiraciones de los ciudadanos lo que constituye la primera clave de un alcalde como rector de la corporación. Pero tiene la necesidad de respetar y armonizar las sugerencias, peticiones, ruegos, y quejas o súplicas de los vecinos. En concreto, le obligan a estar al corriente de los problemas de la vecindad.
Con el paso del tiempo, se inflan las plantillas municipales y se sufragan, en muchas ocasiones, tomando por ejemplo la ciudad de leonesa, con la imposición abusiva de tasas municipales que constituyen un problema llamativo en el sistema tributario del ayuntamiento. Podemos citar, la tasa que afecta a los locales sin actividad, entre otras, que conforman un conjunto de cargas arbitrarias que se traduce un disimulado expolio fiscal, ya que, además de pagar el impuesto de bienes inmuebles se sufre esta tasa que, supera con creces, en ocasiones, dicho impuesto. Habrá que ver qué piensa el nuevo alcalde/alcaldesa sobre esta situación anómala de financiación municipal. Sin pretender dar lecciones tributarias, la tasa es siempre transitoria y conlleva una contraprestación para su implementación.
Hasta este momento desconozco la composición de la nueva corporación local de nuestra ciudad, pienso que, a la hora de la verdad, el éxito de un alcalde/alcaldesa, no está en su retórica o propaganda, ni en su ideología, sino en su honradez y su trabajo al servicio a la comunidad vecinal, lo que implica su grandeza y servidumbre. Estos dos aspectos inherentes al máximo honor de representar un pueblo, y este honor y compromiso alcanza al resto de los miembros de la corporación. Pero esta servidumbre lleva emparejado un contrato con los ciudadanos que les obliga a estar al corriente de las necesidades y aspiraciones de la ciudadanía y, sobre todo, de dar respuesta, en su caso, a las peticiones o quejas de los vecinos. Siempre he creído que el político, en general y, en este aspecto el alcalde, como cualquier concejal, está llamados a deambular por su ciudad pueblo o villa sin filtro burocráticos y así hacer posible el dialogo con los vecinos. Hay que aprender a escuchar y, a veces, hay que observar el grito contenido de los problemas del prójimo. Una buena idea sería establecer, un día a la semana de «Audiencia Vecinal».
En resumen, la misión de un alcalde, en cualquier época, como la de los concejales (genuinos representantes de los vecinos) es que si sintonicen con las verdaderas aspiraciones de los ciudadanos. Y con frecuencia, se ha dicho qué es arte, ciencia, pero sobre todo sembrar confianza y eficacia en la solución de los problemas, para conseguir cotas de progreso. En este contexto, desearía pedir a la nueva Corporación Local que se esfuerce en promover nuestro patrimonio de valores culturales. En definitiva, para que León sea declarado Patrimonio de la Humanidad, distinción que constituye una aspiración de los leoneses.