Diario de León

Creado:

Actualizado:

España y los españoles nos enfrentamos en las próximas elecciones generales a tres importantes problemas, a saber: Pedro Sánchez, los sanchistas y el sanchismo.

Pedro Sánchez es el primero, y el más grave, de esos tres problemas que hoy tanto acongojan a los españoles. El 13 de febrero de 2019 —¡hace cuatro años y medio!— ya lo señalábamos en esta misma tribuna en un artículo titulado Involución democrática en el que decíamos que «el PSOE tiene un problema, se llama Pedro Sánchez. España también tiene un problema, también se llama Pedro Sánchez… Encontrar la solución al problema del PSOE y de España, llamado Pedro Sánchez, pasa por prescindir inequívocamente del susodicho, mientras que permitirle permanecer en su actual estatus político, en el que quiere mantenerse a toda costa, sería un error que no podemos consentir la mayoría de los españoles. Su presencia resulta tóxica y evitar que sea letal para los intereses del PSOE y de España es una obligación democrática. El ‘doctor Tramp-as’, se ha convertido en un peligro para su partido, al que tiene secuestrado, y para la estabilidad institucional e integridad territorial de España, a la que tiene engañada». Es evidente que acertábamos con lo que entonces escribíamos.

Ahora se nos presenta una ocasión para rechazar al caudillo Sánchez, así como su forma autócrata —dedazo, decretazo y pucherazo— de ejercer la política, votando en los próximos comicios opciones constitucionalistas para reconducir la situación de España. «Nuestro país sufre a un oportunista que ha vendido a España en el mostrador de sus peores enemigos» (L. Ventoso). «Peter Sánchez sabe inglés, pero en latín y en tantas otras cosas está pez» (R. del Moral). En su trayectoria política al frente de la secretaría general del PSOE ha convertido el partido en una secta, mientras que como presidente del Gobierno está desmontando la arquitectura diseñada en la Constitución del 78 con el único fin de retroceder a los años 30 del siglo pasado.

Recientemente escribía Agustín Valladolid que «el problema de Sánchez es que ya no está en disposición de detener la merma del rebaño; mucho menos en condiciones de ampliarlo. Sánchez fracasará el 23 de julio porque él se ha convertido en el programa electoral de su partido… Instalado en su inabarcable jactancia, Sánchez sigue sin aceptar que él es el verdadero problema, que su exacerbado protagonismo opera como la magnetita que focaliza en su persona el amplio catálogo de decepciones acumuladas por el gobierno de coalición: deuda insoportable, empobrecimiento de las clases medias, aumento de la desigualdad, deterioro de los servicios públicos, Administración mastodóntica y en muchos casos ineficiente, etcétera, etcétera. Eso sin contar con el demoledor efecto de las cesiones al independentismo y de la colusión con Bildu… El PSOE va a perder las elecciones del 23-J porque su candidato se llama Pedro Sánchez… Porque es Sánchez quien ha arrastrado al PSOE a un callejón sin salida confirmando por la vía de los hechos que su oferta estrella en las elecciones generales de julio es un Frankenstein 2, la misma que cosechó un estruendoso fracaso el 28 de mayo».

El segundo problema, también relevante, que afecta a España y a los españoles son los sanchistas. Y, ¿quiénes son los sanchistas? Son los socialistas descarriados, los que han retrocedido desde la socialdemocracia al socialismo predemocrático, o quienes a causa de un patológico desviacionismo político, han abrazado el sanchismo. Todos ellos se agrupan en dos tipos: la militancia y la votancia, aunque ambos ligados por un nexo común: su complicidad. «Todos y cada uno de ellos, salvo que demuestren lo contrario, son cómplices de los ataques de Pedro Sánchez contra el Estado de Derecho. Porque el que consiente -aunque lo niegue- forma parte del tinglado» (R. Arranz). Y es que «aquel que entra en contacto con el aura mefítica del inquilino de La Moncloa sufre transformaciones mentales y fisiológicas irreversibles y no precisamente en la buena dirección» (A. Vidal-Quadras). «¿Cómo pueden existir todavía millones de españoles capaces de enterrar su conciencia en el fondo de un cajón para votar a un partido hoy infame, el PSOE, que acepta encantado tener como socio a otro que cuenta con asesinos de ETA en sus listas?» (L. Ventoso).

Y el tercero de los problemas referidos es el pernicioso comportamiento político conocido por sanchismo, tanto por su forma de entender y de actuar en política, como por ser un movimiento radicalpopulista que propugna la destrucción del actual Estado español, sus instituciones y la desintegración de la soberanía nacional. El sanchismo, que también ha mostrado conductas mafiosas, se caracteriza, recordémoslo una vez más, por el «bloqueo y la obstrucción, lo contrario al socialismo democrático» y su lema «no es no» ha pasado a la historia del sanchismo antidemocrático. Muchas y variadas son las ideas expuestas sobre el sanchismo. Como pequeña muestra, recogemos tres de ellas: la que ve el sanchismo como «una forma autoritaria y utilitarista de concebir el poder que únicamente considera morales y democráticas las ideas y políticas identificables con el partido y con su líder» (G. Sánchez); para la que el sanchismo consiste en «gobernar sin respetar límites jurídicos ni competencias de otros órganos constitucionales pensados para frenar los previsibles desmanes del Poder Ejecutivo» (J. Torné-Dombidau); y la que manifiesta que «el ‘sanchismo’ es la antítesis del ‘felipismo’ y así debe quedar en la historia. Es necesario que haya constancia de que otro PSOE es posible. España lo necesita y el partido o lo que quede también» (P. Gómez).

Todo problema requiere solución, y el problema nunca es la solución. O Sánchez o Constitución; o Sánchez o Nación; o problema o solución. Esa es la cuestión.

tracking