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La Ley de la Eutanasia es una ‘minoría’ en el mundo

Publicado por
Ana María Marcos del Cano
León

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Este fin de semana, recién llegada a mi tierra, a León, mi tío Eugenio (y padrino), siempre atento a las noticias y a los temas de mi investigación, la eutanasia, me hizo llegar la Tribuna La Ley Orgánica de la Eutanasia (Lore) no es una ley para minorías, que se publicó el día de San Juan, fiesta grande en León. Leí con asombro que se decía por la médico que redactaba esas líneas, que no era una ley para minorías, sino para todos. Pues bien, desde 1993 llevo trabajando y estudiando sobre este asunto, primero aquí en la Universidad de León, en Holanda, EE UU, Italia y en la Uned, en Madrid. Debo decir que la ley de la eutanasia en el mundo es una «minoría», sólo 6 países de los más de 200 que hay en el mundo, tienen una ley que apruebe que un médico acabe con la vida de una persona, aún a petición de ésta. La gran mayoría y el consenso internacional optan por medidas que ayudan a morir pero que, en ningún caso, provocan intencionadamente la muerte, como son la adecuación del esfuerzo terapéutico, la sedación paliativa y terminal, la no obstinación terapéutica y, en definitiva, el que la persona pueda atravesar el trance de la muerte con dignidad y en paz. La generalidad de los países ha descartado la idea de un «derecho a la muerte». Para morir en paz no es necesaria esta ley, aunque así se escriba en la Tribuna del Diario de León. Es cierto que hay casos muy dramáticos y excepcionales, pero siguen siendo una minoría, como así se demuestra las eutanasias practicadas desde su entrada en vigor (en los primeros 6 meses, 73 casos). Siendo esto así, no puedo sino conmoverme ante situaciones dramáticas. Y, a la vez, el «derecho» que se ha otorgado por nuestro Parlamento, se me sigue quedando corto para afrontar las situaciones que recoge. Cuánta realidad hay en esas situaciones que no se va a resolver con la «prestación de ayuda a morir». Cómo pueden quedar los familiares, los allegados ante una decisión así de un ser querido. Cuánta dejación puede haber por parte de la sociedad, de la administración y del entorno, en el cuidado y atención de estas personas cuando más nos necesitan a todos/as. Qué fuerte que todo se quiera resolver zanjando la salida con un derecho, cuando hay dimensiones de realidad ahí mismo, que deben ser valoradas, como ese amor, esa entrega y ese cuidado mutuo, del que tanta necesidad tenemos en esta sociedad cada vez más individualista y eficiente, que deja fuera de su rueda lo que aparentemente no produce. Y es que la eutanasia es más una excepción válida, lícita, a la protección general que otorga el derecho a la vida, que un derecho exigible. No se trata de ideologías, se trata de humanizar la muerte.