Futuro se escribe con F de Feijóo
Futuro se escribe con F, con F de Feijóo; y no con F de Frankenstein. El futuro de España lleva el nombre de Alberto Núñez Feijóo, en quien han puesto su esperanza muchos españoles. «Lo primero que necesita el país es cambiar a las personas, y con ellas sus políticas dañinas e incompetentes… Es un momento histórico, una oportunidad de la que dependerá nuestro futuro y que pasa por reforzar un sistema democrático y constitucional que se ha puesto en tela de juicio en los últimos años con grave perjuicio no sólo para el derecho o la ética, sino para la economía y el bienestar de un país que, en buena parte, depende que se respeten esas reglas que benefician al más eficiente, al más justo, al más trabajador o al más competente… Necesitamos un cambio. Un cambio de personas, pero también de actitudes y de talante. Un cambio de fondo inteligente y profundo en el que la voluntad de llegar a acuerdos prime sobre la ideología. Un liderazgo que comprenda que es preciso rescatar las instituciones de la colonización partidista y que es necesario que las normas se cumplan» (I. Gomá). «Cada vez son más en Ferraz los que no saben cómo parar un descalabro histórico el próximo 23 de julio… El PSOE quiere exprimir tanto su táctica del miedo que llega a defender que Bildu ha hecho más por España que el PP y que Vox… Por algo los españoles piden cambios a gritos, pero no para ver caras diferentes sino para que se arregle lo que no va bien» (E. de Rivas). «Sánchez levanta las mismas pasiones que un coyote en una madriguera… Todo apunta a un cambio de ciclo. Si la calle lo cree, acabará sucediendo» (J. Gilabert).
Adrián Vázquez, el 27 de octubre del pasado año, en un artículo titulado El futuro está en la dirección opuesta , señalaba que era «mal negocio lo de ser joven en España. No basta con sufrir el desempleo en un porcentaje muy superior al de la media europea o haber padecido los efectos de la pandemia en el mercado laboral y en su situación económica. A un presente complicado hay que añadirle un futuro hipotecado por las medidas que se adoptan y por la deuda que se acumula… Ignorar la gigantesca brecha generacional que se está creando es suicida… Toda política que no tenga altura de miras y visión de futuro será una apuesta contra los jóvenes. Contra el futuro».
El 23 de enero, en Cadiz, en el oratorio de San Felipe Neri, el mismo lugar en el que se promulgó ‘la Pepa’, la Constitución de 1812, Alberto Núñez Feijóo presentaba un documento para la regeneración democrática de España que lleva por título Plan de Calidad Institucional. Es un plan de regeneración institucional de 60 medidas con las que Núñez Feijóo pretende rectificar la ‘deriva’ autocrática de Pedro Sánchez. Entre las medidas propuestas por el líder del PP destacan modificaciones legales para revertir algunas leyes aprobadas por la banda Frankenstein, regular los poderes del Ejecutivo, prohibir las puertas giratorias y recuperar el prestigio de varias instituciones públicas, hoy prostituidas por el sanchismo. Se trata de una enmienda a la totalidad del Gobierno socialcomunista, rupturista y guerracivilista. «Ahora se espera de él que presente un programa y un equipo que no solo signifiquen la alternativa más decente al sanchismo, sino además un proyecto liberal verdaderamente profundo que recupere la concordia y la racionalidad democrática, que haga hincapié en una ética civil y que incluya una reforma educativa orientada al valor añadido. Que supere el enfrentamiento pero afirme asimismo la Constitución en Cataluña, fundamental para la gobernabilidad, la cohesión y la idea de España» (J. Manso). «Hay que apuntalar de nuevo el Estado de derecho» (B. Rubido).
Con Pedro Sánchez, España no tiene futuro. Sus políticas están pensadas para la confrontación y no para la conciliación. Sánchez, que se aferra al pasado como si fuera el futuro, ha vuelto, en palabras de Nicolás Redondo Terreros, «a la dinámica discursiva de los años 30». «Sánchez ha agotado la capacidad de espanto de los españoles, que ahora necesitan un periodo de tregua y de moderación… A fuerza de contradicciones y embustes, este Gobierno ha nublado el juicio de miles de personas y ha destruido el sentido común. Se comprende la tentación del volantazo y el borrón y cuenta nueva» (A. Caño). «De Sánchez siempre hay que esperar lo peor… Bildu sigue ahí… Txapote sigue ahí… Nada ha cambiado en el entorno del PSOE… Frankenstein no se oculta… ¿Quién puede ganar unas generales en semejante compañía?... Sánchez ya es pasado, un personaje extinto, una huella maldita en nuestra reciente historia» (J.A. Vara). Derogar a Pedro Sánchez se ha convertido en una necesidad moral para los españoles a quienes perversamente ha dividido y enfrentado.
Se acabó la fiesta y se terminó tanta farsa. «La legislatura está carbonizada y el Gobierno ya no representa la voluntad mayoritaria del pueblo español… Sánchez llegó al poder y se ha mantenido en él atravesando todas las barreras morales. Asociándose a los herederos de los asesinos etarras y a los golpistas catalanes que jamás han escondido su voluntad de terminar con el país que él gobierna gracias a ellos… Otegi le debe el blanqueamiento de su formación y la normalización de lo insoportable… Volvemos a votar. No nos equivoquemos» (I. de Pano). ¿Queremos seguir con un Gobierno que para existir depende de golpistas y filoterroristas? «Necesitamos un Gobierno sensato y que, sin estridencias, cambie todo esto que no ha sido un mal sueño sino una triste realidad» (A. Bascones).
«Pedro, España no te quiere» (M. Alcaraz). «Toca ofrecer a los españoles una ilusión común de futuro, un proyecto esperanzador, una nueva frontera» (L. Ventoso). Mientras que Sánchez es el pasado, el futuro se escribe con F de Feijóo.