Tambores de guerra en África Occidental
La última fue la operación Barkhane, iniciada en 2014, para tratar de contrarrestar la presencia de grupos islamistas en el Sahel
Resulta un poco sorprendente el escaso eco mediático que tuvieron, y todavía tienen, dos acontecimientos recientes, como son el golpe de Estado de Níger y la cumbre Rusia-África de San Petesburgo.
Y digo esto porque la lucha geopolítica actual entre la potencia hegemónica en declive, junto con sus aliados, y las nuevas potencias emergentes no se libra sólo en Ucrania, ni en el Indo-Pacífico, sino también en África, y en este último continente parece que las potencias emergentes están llevando las de ganar.
La región del Sahel formaba parte del África Occidental Francesa, y estos territorios, aunque adquirieron la independencia en la segunda mitad del siglo XX, siempre mantuvieron una relación de dependencia neocolonial con la antigua metrópoli, centrada básicamente en la extracción de materias primas, y que Francia siempre trató de asegurar, incluso con el mantenimiento de tropas sobre lo terreno, siempre prestas a intervenir en el devenir político de los distintos Estados.
La última de estas intervenciones militares fue la llamada operación Barkhane, iniciada en 2014, para tratar de contrarrestar la presencia de grupos islamistas en el Sahel, que fue un fracaso, siendo desactivada en el año 2022, después del golpe de estado en Mali en 2021, y estando actualmente acantonadas en Níger las tropas francesas.
Tanto el golpe maliense, como el de 2022 en Burkina Faso, y el reciente en Níger tienen un componente profundamente antifrancés, y suponen la consolidación de una nueva potencia en la zona, como es Rusia, a través del grupo de mercenarios Wagner, para el cual África viene a ser su escenario natural.
Cuando, el pasado 26 de julio, los militares de la Guardia Presidencial de Níger apartaban del poder al presidente Mohamed Bazoum, el analista y antiguo agente del KGB, Daniel Estulin, apuntaba la Wagner, y en el ulterior intento de asalto, por parte de manifestantes, a la embajada francesa, algunos de los asaltantes portaban banderas rusas.
Mientras esto ocurría, se celebraba en San Petesburgo la cumbre Rusia-África, con la participación, no sólo de Vladimir Putin, sino también del patrón de Wagner, Yevgueny Prigozhin quien, entre otras cosas, comprometió a sus mercenarios con el presidente de la República Centroafricana.
También se hizo viral la intervención del presidente de Burkina Faso, el capitán Ibrahim Traoré, en la que manifestaba su apoyo a Rusia en Ucrania, así como denunciaba la explotación de África por las potencias neocoloniales. Detrás de este golpe de estado en Níger está el control del uranio, siendo este país el cuarto mayor productor del mundo, con un seis por ciento de las reservas mundiales. Este uranio venía siendo explotado, según el profesor Baba Ahmed Mulay, por la multinacional francesa Orano, en un consorcio en el que el estado nigerino tenía un diez por ciento, vendiéndose toda la producción a Francia para el abastecimiento de sus plantas nucleares. Según este profesor de la Universidad Alfonso X el Sabio, el depuesto presidente Bazoum estaba en negociaciones con los franceses para cambiar la licencia, dejando a Níger sin participación en el consorcio. Mientras tanto, la multinacional rusa Rosatom llevaba tiempo negociando con los militares de Níger un acuerdo que dejaría al estado nigerino un veinticinco por ciento de participación, mejorando notablemente las condiciones de los franceses.
Vemos pues que Níger es de vital importancia para un país tan dependiente de la energía nuclear como Francia, aunque este último ya diversificó su abastecimiento en Kazajstán y Uzbekistán, países también dentro de la órbita de Rusia.
Aparte de eso, según Pablo del Amo, de «Descifrando la Guerra», Níger funciona también como un nodo de comunicaciones para las fuerzas francesas y estadounidenses en la región, estando estacionados allí más de mil soldados estadounidenses y una base de drones.
Se entiende así el ultimátum dado por la ECOWAS (Comunidad Económica de Estados del África Occidental), controlada por Francia y los EE.UU. a la junta militar nigerina para restablecer en su puesto al depuesto presidente Mohamed Bazoum, dándoles de plazo hasta el 3 de agosto.
Ante este ultimátum, la respuesta conjunta de las juntas militares de Mali y Burkina Faso fue anunciar que una invasión de Níger sería considerada una declaración de guerra contra ellos, contando además con el apoyo de Guinea Conakry y de Argelia, cuyo ministro de defensa acaba de reunirse con Sergei Shoigu.
¿Estaremos ante un nuevo campo de batalla donde los países desarrollados pondrán las armas y los africanos los muertos?