Diario de León
Publicado por
Arturo Suárez-Bárcena
León

Creado:

Actualizado:

«Recuerde el alma dormida,avive el seso y despierte». (Jorge Manrique).

La historia nos ha dado grandes personajes que en un momento de su vida han decidido luchar contra sí mismos; si en una primera etapa se dedicaron a edificar los templos, en la segunda y postrera se volcaron en destruir su propia obra. Valgan de ejemplos el señor Kafka, que pidió quemar sus manuscritos o incluso el propio Cela, que cayó en la tentación desesperada de echar a la hoguera su novela más conocida. Incluso grandes filósofos lucharon contra sí mismos, pensemos en Nietzsche, que no quemó su obra sino que, perdido de sífilis, se enamoró de un burro, animal degenerado de la especie que no era sino pura antítesis del superhombre que había preconizado Zaratustra.

En fin, aquí como no somos grandes filósofos ni escritores, nos conformamos con votar contra nosotros mismos, en un gesto que el citado hombre de Röcken llamaría decadentismo, puesto que el decadentismo se entendía como el ejercicio de aquellos actos que nos perjudican. Decadentismo pues de alcoholes, de paraísos artificiales, de humos noctámbulos imposibles, de hamburguesas repletas de colesterol, pero también tenemos ese decadentismo del voto, que acaba de ejercitarse en fechas recientes.

En toda esta lucha contra uno mismo ve uno sobre todo al votante de la izquierda sin vecindad civil foral. Y es que este hombre de izquierdas sigue votando con la vieja ideología de izquierdas, con toda razón o sinrazón, pero desde luego sin actualizar, ya que no ha entendido todavía que cuando a día de hoy vota a la izquierda ya no vota a la izquierda, sino a un personaje cuya única meta y propósito en esta vida es seguir en el escenario con el papel de presidente, y para ello tendrá que sacrificar sin miramientos, y lo hará, a unos para venderse a otros. Y los sacrificados son sus propios votantes, los de aquellas regiones no nacionalistas que verán mermados sus presupuestos de una u otra forma en beneficio de vascos y catalanes. Así que el extremeñito de a pie, el leonés, el murciano o el madrileño que ha confiado en la vieja ideología de un ahora jurásico y proscrito González, contribuye sin quererlo seguramente, y sin saberlo o reflexionarlo seguramente, a que sus vecinos de región vivan mejor a costa de darles el sablazo a ellos, y encima gracias a su voto, porque han votado contra sí mismos y todavía no se han dado cuenta.

Así como estos grandes hombres que citamos al inicio lucharon contra sí mismos, lo hicieron tras de una reflexión profunda, y por distintos motivos y movidos por distintos argumentos, decidieron volarse los sesos, artística o históricamente hablando, estos otros hombres contemporáneos, los votantes de los que ahora hablamos, en gran medida no son sino presa de su irreflexión y de sus propios miedos, cuando el miedo se llama Abascal, enemigo público número uno de este país y que bien merece artículo aparte: dicen los expertos que el electorado de izquierdas se movilizó no porque tuviese la convicción de su partido fuese bueno, sino para evitar que tocase poder otro que consideraban un ángel exterminador, por lo que muchos echaron la papeleta tapándose las narices simplemente para evitar que el hombre del saco llagase a los aledaños de la Moncloa, y lo han conseguido, así que ya no tenemos a Abascal en los aledaños de la Moncloa, sino a Otegui, ese hombre de paz, y a Puigdemont, que a buen seguro mirarán por el interés general de todos los españoles.

tracking