Análisis sociológico de las últimas elecciones
El primer dato para considerar es la división casi absoluta de España en dos grandes bloques. Podríamos decir que esto no es algo que sea exclusivo en España sino que se da en muchas partes del mundo. Por ejemplo esa división se está dando en Estados Unidos, en Brasil, en Francia y en muchos otros países.
Como motor de esa confrontación suele ser mucho más importante «el votar para que no gane alguien» que el hacerlo para que pueda ganar el propio candidato. En España se ha votado «contra Sánchez» pero también «contra Abascal». En Estados Unidos la división sería entre los «partidarios» y los «contrarios» de Trump. En Brasil entre los que rechazan a Bolsonaro y los que hacen esto mismo con Lula. En Francia vendría a ser algo parecido con Marine Le Pen.
Podríamos decir que esta división y confrontación es también un reflejo de la sociedad en la que vivimos. En esta misma sección Mario Tascón hacía un elogio de los filandones como medio de diálogo y conversación. Ahora esto es algo que se ha tendido a sustituir por un medio social cada vez más individualista, que mira más al móvil que a la persona que tiene al lado. Las propias redes sociales fomentan ese aislamiento de forma que seleccionan las personas con las que puedes tener afinidades y descartan a los que no lo son. Así es complicado establecer un diálogo con aquellos que piensan de modo distinto. Todo ello no creo que sea ajeno a esa división del mundo y de España en grandes bloques políticos.
Esa propia situación se retroalimenta. Haciendo un símil deportivo podríamos decir que si un equipo gana 5-0 o 6-0 tiene poca importancia y no estimula la competición. Pero si están empatados, entonces si favorece el acudir al estadio a animar al equipo propio. Se había dicho que al ser verano ello podría propiciar una mayor abstención. Sin embargo ha ocurrido lo contrario y ha aumentado mucho la participación. El otro efecto ha sido la concentración del voto en aquellos partidos que tenían opción a candidato a presidente de Gobierno. Así han perdido peso político otras opciones como PNV, JXCAT, CUP o ERC.
También esa situación ha favorecido que se haya primado el criterio de elección de presidente de gobierno, sobre el de la elección de los representantes de cada circunscripción. Dicho de otra forma, se ha dado más importancia al criterio ideológico que al territorial. Los elegidos son más representantes de «un partido» que de un «territorio».
En el caso leonés se ha dado una curiosa circunstancia respecto al voto UPL. Por un lado, es el partido de toda España que en mayor medida ha incrementado sus resultados electorales respecto de los que había alcanzado en 2019. Así pasa de 10.243 a 23.010 lo que supone un incremento del 124,6%. Para tener una referencia podemos decir que el PP ha aumentado un 60,3% sus votos. Es decir, aunque el PP es el segundo partido en incremento de votos, sin embargo queda a la mitad del incremento que obtuvo UPL. Todo ello en un contexto que hemos explicado de concentración de voto. Pero, a la vez, también hay que decir que UPL pierde más de la mitad de los votantes que obtuvo en las últimas elecciones autonómicas (concretamente un 53,1%). Es decir que aún perdiendo la mitad de esos votantes sin embargo dobla los que había obtenido en 2019 y logra el mayor incremento de voto de todos los partidos que concurrieron a esas elecciones en España.
Candidaturas de ámbito provincial como Por Ávila o Teruel Existe han tenido una mayor capacidad de resistencia ante esa concentración del voto. Incluso han ganado porcentaje respecto al que tenían en el 2019. Ello sin embargo no ha impedido que Teruel Existe haya perdido su representante en el Congreso.
Hay que tener en cuenta que en Euskadi 16 de los 18 diputados elegidos preferirían como presidente a Sánchez. En Cataluña esa preferencia por el candidato socialista llegaría a 40 de los 48 diputados que se eligen en esa comunidad autónoma.
Todo ello viene a indicar que esa división en dos grandes bloques (que si se ha dado en León) no es equiparable en toda España. Mientras el partido socialista ha sido primera fuerza tanto en Euskadi como en Cataluña, el PP es una fuerza más bien marginal en esas comunidades y Vox en Euskadi no llega ni tan siquiera a obtener representación. Ello complica mucho el que pueda haber un gobierno de Feijoo con tan poco respaldo social en esas comunidades.
Complicado panorama. Podríamos decir que habría que conseguir integrar diferentes sensibilidades. Igual la fórmula sería una con amplias raíces leonesas «la unidad en la pluralidad». Los maximalismos no llevan más que a la exclusión. Habrá que ir más bien por el camino de la integración.