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El 8 de noviembre del año 863, Sancho I, el Craso, rey de León, donaba a la iglesia de Santa María de León, es decir a la S. I. Catedral, y al obispo legionense Frunimio, con todos sus derechos y toda su heredad, la iglesia de San Marcelo, sita ‘ad portam Cauriense’, uno de los cuatro accesos que tenía la muralla romana, y, por ende, entonces suburbio de la ciudad. Raimundo Rodríguez Vega cita este documento en su trabajo San Marcelo de León , (Archivos Leoneses, nº 2, 1948, p. 145).

El templo, advocado por el patrón de la ciudad, había sido erigido por Ramiro I, ateniéndonos a las afirmaciones del P. Risco (Iglesia de León y monasterios antiguos y modernos de la misma ciudad, 1792, pg. 120). Más tarde, sería sustituido por otro, románico, del siglo XII. Dado el evidente deterioro de éste, la llegada de los restos del patrón legionense propició la construcción de un nuevo templo, obra de Baltasar Gutiérrez y de Juan de Ribero Rada, inaugurado el 10 de marzo de 1628, por el obispo de León, Gregorio de la Pedrosa.

El citado Rodríguez Vega, en la misma página del antedicho trabajo, estima que «si Ramiro I restauró la iglesia de San Marcelo, ella debería ser bastante más antigua, quizá visigoda». Y añade en nota a pie de página: «En los primeros años de este siglo [veinte] un capitel visigodo servía de pila de agua bendita, el cual procedería de la primitiva iglesia: desapareció cuando colocaron las pilitas de mármol que ahora hay y se ignora su paradero: algún chamarilero, quizá lo sepa».

La confesión pública de San Marcelo se realizó en el mismo lugar donde hoy se alza la iglesia de su nombre. Muy próximo a este enclave, en la popular calle Ancha, la tradición sitúa la vivienda del Santo Centurión de la Legión VII, concretamente, en el ámbito de la actual capilla del ‘Cristo de la Victoria’. El Excmo. Ayuntamiento de León es patrono de este oratorio que, antes de su reestructuración en el siglo XIX, tenía portalón, a manera de atrio, y sacristía. La portada actual, obra del arquitecto Demetrio de los Ríos, es una réplica de la Puerta del Perdón de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro, situada en el crucero sur y atribuida al maestro Esteban.

El 21 de julio del año 298, Marcelo declaraba públicamente que «no militaría ya más que en las milicias de Cristo». Testigos presenciales de sus afirmaciones fueron las altas magistraturas, sus compañeros de armas y la misma sociedad civil que presenciaba los actos conmemorativos de los natalicios de los emperadores Diocleciano y Maximiano. Meses después, sería juzgado y martirizado en Tánger el 29 de octubre del señalado año. La comunidad cristiana de aquel lugar procuró a su cuerpo piadosa sepultura.

La conquista de Tánger, en 1471, por Alfonso V de Portugal, trajo consigo el hallazgo de una tumba en cuya lápida podía leerse: «Marcellus, mártir legionense». En la recuperación y traslado a nuestra ciudad de los restos mortales del Santo Legionario intervinieron Fernando el Católico, el Cabildo Catedralicio y el Concejo leonés. Y el 29 de marzo de 1493, Sábado Santo, llegaban a León.

La imagen de San Marcelo, visible en el altar mayor, data de 1628. Es obra de Gregorio Fernández. Llegó a nuestra ciudad tres años después. Circundan a esta efigie las correspondientes a su esposa, Santa Nonia, y a sus doce hijos. Fechadas en 1722, son autoría de Santiago Velasco. Un arca de plata colocada debajo de dicho altar, realizada en 1627 por el platero leonés Hernando de Argüello, preserva las reliquias del santo centurión.

En el mismo altar hay otras cuatro arcas, todas ellas del siglo XVII, provenientes del desaparecido Monasterio de San Claudio. Tres de ellas contienen las reliquias de Claudio, Lupercio y Victorico, los tres hijos mayores de San Marcelo, decapitados por mandato del prefecto Diogeniano, durante la persecución de los referidos emperadores Diocleciano y Maximiano, el 30 de octubre de 303. Una cuarta, más rica en ornamentación, fechada en 1604, autoría también del predicho Hernando de Argüello lo mismo que las tres citadas, ampara las reliquias del prior del monasterio benedictino, San Ramiro. Éste y sus doce monjes sufrieron martirio a manos de los arrianos.

En la festividad de San Marcelo, 29 de octubre, y en cumplimiento del ceremonial establecido por el Marqués de Fuente Oyuelo en sus ‘Políticas Ceremonias’, fechadas en 1693, el Ayuntamiento de León, en unión del Cabildo Catedralicio, acude a la solemne eucaristía que se celebra en la «iglesia parroquial de este glorioso Santo, que goza su inestimable cuerpo […] y la Ciudad se sienta con el Cabildo en la misma forma que va dicho en los días de sermones y letanías». El pregón literario y la veneración de las reliquias de San Marcelo completan los actos establecidos. Este año, el indicado acto se llevará a cabo dos días antes, el 27, viernes.

San Marcelo, testimonio leonés en el Martirologio Romano, es el Patrón de esta bimilenaria ciudad de León, y desde el 25 de enero de 1983, hace por tanto cuatro décadas, también lo es de la Policía Local legionense, según acuerdo municipal alcanzado en sesión plenaria celebrada en la referida fecha.