Diario de León

Tú pagas, ellos fabrican sentimientos de pertenencia

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En 2019 el Ayuntamiento de Valladolid acuerda aprobar una moción en la que textualmente se dice «El Ayuntamiento de Valladolid insta a la Junta de Castilla y León a modificar algunos aspectos que viene aplicando desde los inicios de la Comunidad y que no han servido para superar localismos ni provincianismo ni para fabricar sentimiento de pertenencia a la Comunidad…».

Me parece relevante que ese reconocimiento de hablar de «fabricar sentimientos de pertenencia a la Comunidad» se haga desde Valladolid. No es ni desde el leonesismo ni desde León. Se fabrica algo que no existe y además se admite el fracaso en ese intento. Luego ya es propio de la jerga vallisoletana el que al leonesismo se le defina como localismo o provincianismo.

En todo caso considera que no ha servido para superarlo. También hay que hacer notar que en esa declaración se reconoce que esto de «fabricar sentimientos de pertenencia» es algo que «se viene aplicando desde los inicios de la Comunidad».

Cabría preguntar a los responsables de la Junta cuanto dinero se ha gastado en esa «fabricación», pero es seguro que cientos de millones de euros. Claro lo que se gasta en una cosa, no se gasta en otra y luego tenemos cosas como los desastres en los incendios forestales.

Los fastos que la Junta prepara para celebrar una supuesta unión de Castilla y León entran de lleno en lo que es ese intento de «fabricar sentimientos de pertenencia a la Comunidad».

El lector entenderá que esos fastos no son gratis y que tampoco salen del bolsillo del presidente de la Junta o de alguno de sus consejeros. Así que los que pagan esa «fábrica de sentimientos de pertenencia» son los contribuyentes y con ellos los leoneses que siempre han rechazado la pertenencia a esa Comunidad.

Cuando se marca un objetivo político como es el de aumentar ese sentimiento de pertenencia a la Comunidad, todo debe estar acorde a lograr ese objetivo. La verdad importa poco o nada. Si encaja con lo que el político de la Junta quiere, entonces vale y si no encaja se desestima.

¿O es que alguien se imagina que en esos actos vaya a haber alguien que diga que aquello que se celebra carece de sustentación histórica?

Si usted tiene los años suficientes para haber estudiado en su centro escolar la distribución de España previa al Estado de las autonomías, recordará la existencia de la Región Leonesa, la de Castilla la Vieja (con Santander y Logroño) y la de Castilla la Nueva. En el caso de los más jóvenes tendrán la oportunidad de leerlo en los libros de esa época. Claro a la Junta eso no le interesa y por tanto lo oculta.

Se paga la mentira. Uno diría que seguimos estando en la época de los cantares de gesta. Alguien poderoso (ya sea El Cid o la Junta de Castilla y León) contrata a algún juglar (o publicista) para que le cante sus hazañas y diga lo que le conviene.

Sobre la supuesta unión de 1230 hay que decir que en ella se incluía territorios que iban de Murcia a Galicia. Sin embargo nadie habla de que Galicia o Murcia hayan estado unidas a Castilla a partir de ese momento. Pero en todo caso, hay una diferencia. La Corona es de Castilla y León, no de Castilla y Murcia o de Castilla y Galicia.

El motivo es fácil de comprender, se nombra aquello que precisamente marca la diferencia con lo castellano, es decir lo leonés. También es un signo de la importancia del Reino de León en ese momento histórico.

Como recoge Pérez Bustamante en su tesis doctoral sobre la Corona de Castilla la misma presentaba estas divisiones: León, Galicia, Castilla, Murcia y Andalucía o Frontera. Es decir no todo lo que se incluía en esa Corona era Castilla (que aparece sólo parte de esa Corona).

Además hay que decir que no todas esas divisiones tenían igual nivel de autonomía en sus decisiones políticas. El Reino de León será el único de todos los que componían la Corona de Castilla que mantendrá Cortes propias de forma regular hasta el año 1302 y después lo hará más esporádicamente.

Por otro lado no es tanto que las Cortes Leonesas y las Castellanas se unifiquen. Lo que ocurre es que a medida que Castilla va ganando terreno lo hacen también las medidas centralizadoras. Dicho de otro modo, hay menos convocatorias de Cortes y también esas Cortes pasan a tener menos poder de decisión y actúan más como un poder delegado.

La Junta de Castilla y León (como reconoce el propio Ayto. de Valladolid) lleva mucho tiempo (desde los inicios de la Comunidad) y gastando mucho dinero en fabricar esos sentimientos de pertenencia a la Comunidad. Sin embargo sigue fracasando en sus intentos y eso es un signo de esperanza no sólo para el leonesismo, también en lo que significa de resistencia contra cualquier manipulación.

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