León y la Inmaculada
El 8 de septiembre de 1953, festividad de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, —hace tres meses se cumplieron setenta años—, el Papa Pío XII promulgaba en Roma la encíclica Fulgens Corona , esto es, Corona Radiante o Refulgente, documento pontificio que consolida el dogma de la Limpia Concepción de la Madre de Dios y proclama la celebración de un año mariano en 1954, conmemorando así el centenario de la definición del referido dogma.
Cien años antes, el 8 de diciembre de 1854, en la Basílica de San Pedro de Roma, Pío IX proclamaba ‘urbi et orbi’, mediante la bula Inefabilis Deus, el unánime sentir de tantas generaciones cristianas y la creencia firme de la Iglesia de que la Madre de Dios «desde el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Todopoderoso, fue preservada inmune de cualquier mancha del pecado original, en vista de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano».
La defensa de la Limpia Concepción de la Virgen María ha sido siempre un faro espiritual que ha brillado con luz propia entre los diocesanos leoneses. Baste señalar que el 1 de noviembre de 1466, la villa zamorana de Villalpando, perteneciente entonces a la diócesis legionense, en su iglesia de San Nicolás, fue la primera localidad del mundo que formuló oficialmente el Voto Concepcionista.
Manifiestamente, en nuestra ciudad, la devoción inmaculista se cuenta por siglos y tiene registro en distintos puntos de la escenografía urbana. El Monasterio de la Inmaculada Concepción, actualmente el más antiguo de la ciudad de León, fue fundado, el 10 de junio de 1516, por Leonor de Quiñones Enríquez, hija de los poderosos Condes de Luna. Asimismo, en la iglesia de San Marcelo, en un altar instalado en el lado del evangelio, recibe veneración una imagen de la Virgen Inmaculada, obra de Gregorio Fernández, que se estima un encargo encomendado a este célebre imaginero a raíz del Voto Concepcionista, protocolizado por el Ayuntamiento de León el 8 de octubre de 1621, siendo Luis de Corral y Arellano Corregidor y Justicia Mayor de esta antigua Capital del Viejo Reino, Felipe IV rey de España, y Juan de Llano y Valdés, obispo de la diócesis legionense.
A solicitud del rey Carlos III, que hizo suya la propuesta unánime de las Cortes Generales Españolas, el 25 de diciembre de 1760, por la bula Quantum Ornamenti, Clemente XIII decretó la proclamación de la Virgen Inmaculada como patrona de España, las Indias y todos sus reinos. Seis años después, y a petición también del citado monarca, dicho pontífice incluyó en la letanía lauretana el título de «Mater Inmaculata».
En el Museo Catedralicio y Diocesano de León destaca por su ternura y delicadeza una bellísima Inmaculada de marfil, de mediados del siglo XVIII, que el año 2005 dotó de imagen al cartel anunciador de la XII edición de Las Edades del Hombre, celebrada en Madrid, en la S.I. Catedral de Santa María la Real de la Almudena, con motivo del CL aniversario de la proclamación del dogma inmaculista. Adquirida posiblemente por el Cabildo Catedralicio, en torno a 1772, con motivo de la remodelación de la Sala Capitular del citado espacio museístico, actualmente denominada Sala del Tesoro, la talla se ha asociado a la referida decisión tomada por el mencionado Clemente XIII. Máximo Gómez Rascón, director de dicho museo, ha escrito que revela «una representación plástica del Dogma de la Inmaculada Concepción tal y como lo ideaban los teólogos un siglo antes de que Pío IX lo sancionase como tal».
Igualmente, en la popular plaza Circular se alza la imagen de la Inmaculada tallada, en 1955, por el escultor astorgano Marino Amaya. Asimismo, una hornacina en la plaza Mayor, instalada durante la invasión napoleónica, alberga una talla de la Virgen Sin pecado.
Cada 8 de diciembre, la Corporación Municipal, ‘en forma de ciudad’, precedida y anunciada por el clarín y el tambor, se traslada desde la Casa de la Poridad hasta el Convento de las MM. Concepcionistas. Con ello, da cumplimiento a las prácticas protocolarias que recoge Francisco Cabeza de Vaca Quiñones, Marqués de Fuente Oyuelo, en el Resumen de las Políticas Ceremonias con que se gobierna la ciudad de León, obra que data de 1693. En 1656, nuestro Corregimiento asistió corporativamente por primera vez al citado monasterio concepcionista, visita que se oficializó por acuerdo municipal de 24 de octubre del año siguiente. Tras la celebración de la eucaristía, el alcalde de León hace entrega a las religiosas de la Orden de la Inmaculada del donativo anual que establece la tradición.
Luego, la Corporación Municipal se desplaza hasta la plaza Mayor para rendir público homenaje a la Virgen Inmaculada, ante la hornacina instalada a la entrada de la escalerilla que comunica el ágora con la calle de Puerta Sol. Se trata, de un ángulo piadoso, o, si se prefiere, de un altarcillo urbano que aureola la leyenda del coracero francés, taraceado de emociones evocadoras y relieves sentimentales subyacentes en la intrahistoria leonesa que tienen como protagonista a la Virgen Inmaculada.