Cerrar

Hay tres tipos de personas en León: los que saben contar y los que no

Publicado por
Luis Artigue
León

Creado:

Actualizado:

Hay ángeles entre nosotros…

Entre vino y vino, que es la forma que los marineros de tierra adentro tenemos de ir entre ola y ola, una de estas mañanas de cielo amoratado como una lombarda me cuenta un político conservador amigo del filandón de bar la historia de los irlandeses de León.

Me dice que, como siempre, todo empezó con un visionario; el añorado Donald Savage: un ángel de la bondad bohemia de discurso magnético, pedagógico y chamánico que se enamoró de nuestro vino, y de este frío nuestro que desinfecta más que la tristeza, y de las tapas gratuitas y las misteriosas callejas del Barrio Húmedo (esas callejas intestinales y laberínticas que promueven el amor y la delincuencia en la misma medida).

Fue por eso, por amor al comercio vital del Barrio Húmedo (sabido es que el amor es en el fondo el motor de la audacia), que se quedó en esta ciudad y se inventó una forma de ganarse el pan: clases de inglés y de atención espiritual sostenida (a su casa alquilada íbamos de cinco en cinco personas a contar nuestras penas y alegrías, a desahogarnos y volvernos a ahogar, a ser escuchados y comprendidos y reconducidos emocionalmente, pero todo hablando siempre en inglés ante una taza de té).

Después de ese irlandés con maneras de arquetipo sexual freudiano vino otro, y otro, y otros, y conformaron aquí aún la tribu de raros pero eficaces profesores irlandeses de inglés y de bondad panteísta espíritu-cósmica.

Gente feliz con lágrimas los bohemios. Y personas con inquietud idiomática pero doloridas por la vida, personas que llevan escrito en el rostro ese verso de Claudio Rodríguez «si ya la luz se la han llevado toda, ¿cómo voy a esperar nada del alba?», los que íbamos a su casa a verlos y salíamos amanecidos y diciendo ‘Thank you very much’.

Le cuento a su vez a este político raro como el sol del invierno que yo también conocí a Donal. Y mucho. Le le confirmo que recuerdo tanto a Donal que, aunque me arranquen el dedo índice, seguirá señalando el lugar de su casa… Y rescato de mi memoria de elefante el momento en que le pregunté en cierta ocasión a tal filósofo sin obra publicada lo siguiente:

—Oye, ¿tú que diferencia encuentras entre vivir en León y vivir en Belfast?

—¡Que allí no hay gemelos!, me respondió mientras se le perdía la mirada en la cerveza dejándome, al decirlo, con cara de ahorcado a media salve.

—¿Y eso?

—Sí, mira, tú vas un día caminando por la calle Ordoño. Y te encuentras con un conocido que te para, y te sonríe, y te pregunta por tu vida y tus cosas, y te dice que lo ha hablado con su mujer y han pensado en invitarte a cenar a su casa no tardando… Dos días después te encuentras con esa misma persona, y hace como que no te ve o no te saluda. Y piensas: debe de ser el hermano gemelo del tipo con el que me encontré anteayer… ¡Pues en Belfast no hay gemelos!

Evocadoras historias de esta ciudad situada a medio camino entre el costumbrismo y las vanguardias. O pecados capitales de provincia. O micro-relatos alentados por el vino, que, ya se sabe, les da estilo, atmósfera, profundidad, desorden y trascendencia.

¡No sé si León cuenta pero sabe contar!

Querido Donald, tú me enseñaste como nadie que hay ángeles entre nosotros, y por eso en estas fechas en mi casa siempre echamos de menos que vengas a cenar en Nochebuena.

Un ángel, como decía Italo Calvino, es esa persona que, en medio del infierno, no es el infierno.

¡Feliz Navidad a todos!

Cargando contenidos...