Carta de SS.MM. los Reyes Magos: «queridas familias…»
Inmersos como estamos en una Navidad más, los sentimientos, muchas veces encontrados, invaden nuestros pensamientos. Me refiero, sobre todo, a nosotros los adultos, que vivimos con nostalgia el recuerdo de aquellos días y las ilusiones de entonces, junto con las vivencias de los niños y niñas de hoy desde otra perspectiva y otra realidad. Que nos hacía ilusión la noche de Reyes porque es más que flipante que uno de ellos entre en nuestra casa por el balcón, la puerta o la ventana con los regalos que habíamos pedido…pues sí, claro; pero que nos invadía la misma emoción al juntarnos con los primos, que hacía un año que no veíamos en casa de los abuelos, con el Belén presidiendo la entrada o ir al pueblo algún día, que era casi como visitar Belén, convirtiéndonos en una figurita más del mismo, como si fuera un reality …pues también.
El caso es que las cosas cambian y no siempre es para mejor. La ilusión, la inocencia, la espera sosegada de ese día mágico, se ha tornado en nerviosismo, caprichos, rabietas, hiperactividad, descontento, insatisfacción, hiperestimulación luminosa, Papá Noel, el Elfo haciendo trastadas por la casa… esta manía nuestra de eliminar tradiciones propias y adoptar otras venidas de muy lejos, nunca la entenderé…, papá y mamá discutiendo más de la cuenta, nerviosos, comprando compulsivamente ya desde hace un mes, desde hace un mes comiendo Roscón porque está muy bueno y ya lo tienen en el supermercado desde el primer día de diciembre. ¡Cómo no lo vamos a comprar! Total, cuando llegan los días señalados, tenemos en casa un empacho tal que solo queremos que pasen las fiestas para volver a la rutina y triste realidad. ¡Ay, qué pena!
Las familias, en un acto de autodefensa, echamos la culpa a la sociedad, al ritmo vertiginoso que nos empuja a ser uno más, a no distinguirnos de la mayoría, no vaya a ser motivo de frustración, desgracia, infelicidad o mofa y a consolarnos con un «ahora es así». Podría exponer y centrarme en varios aspectos que contribuyen negativamente, en mi opinión, a esta realidad y a la educación de los niños y niñas de ahora porque son muchos, tristemente. Sin embargo, me centraré por la época que es, en los regalos.
No nos engañemos, los niños y niñas de ahora no tiene dos fechas señaladas para recibir regalos, como antes era el cumpleaños y el día de Reyes. Ahora se les regala lo que ellos piden, por todo lo que les suponga un mínimo esfuerzo como canje al mismo, no como premio. Esfuerzo que, por otra parte, forma parte de su obligación: sacar buenas notas, portarse bien en las cafeterías, saludar a las visitas, dar las gracias amablemente, hacer los deberes diariamente… Con tanto regalo, llegado el día, más bien, los días de los ¨grandes regalos¨ que invaden el suelo del salón como si de un maratón de «abre regalos» se tratara, comprenderán que para lo único que miran es para el ruido que hace el envoltorio al ser rasgado, sin son muy pequeños y para el tamaño, número de cajas y a ver si me traen algo que al resto de la clase, con un poco de suerte, no se lo traigan ni en sueños.
Esto como tónica general, que siempre hay buenos ejemplos de los que aprender. ¡Ay los sueños!, a los niños y niñas de ahora se les está negando la experiencia de soñar, de desear mientras cierran los ojos con todas sus fuerzas, de imaginar, de esperar, de inventar mil y un juegos con lo que ya tienen. ¡Va! Para qué, si no lo necesitan. Abren la boca, lloriquean un poco y ¡ya!… no vaya a ser que me monte el número en plena calle.
Cuando se cree en los Reyes Magos, te emocionas si te traen solo una o dos de las tres o cuatro cosas que hayas pedido, porque los Reyes Magos saben repartir y siendo cabales y bondadosos como son, quieren que todos los niños y niñas del mundo sin excepción, tengan su regalo y así, te permiten seguir soñando, jugar a imaginar juegos que no cuestan dinero. Cierto que el tiempo para soñar es escaso, con tanta actividad académica y tantos parques con juegos ya marcados…sube, baja, arrástrate y vuelta a empezar.
Como dicen que hay que volverse como niños, desde mi perspectiva de psicopedagoga y docente, permítanme que pida un deseo. Me gustaría que este año, los Reyes Magos que conocen bien el percal, trajeran a todos los niños y niñas una carta escrita por ellos. Ya es hora de que haya algo de feedback en este «negocio», digo yo, que vienen de muy lejos, son ya muchos siglos de arduo viaje y la edad no perdona. Esta carta, encabezada por el «Queridos niños y niñas», este año, previa entrega de vuestros regalos, os vamos a pedir algo importante…Algo que marcará vuestras vidas para siempre y que os hará mucho más felices, que es el mejor regalo que os podemos dar. Por favor, no nos pidáis tantos regalos y sí más ilusiones, más compañerismo, más ayuda y respeto al que es diferente, más empatía con el débil, más dar las gracias, más abrazos, más explicaciones con paciencia de papá y mamá, más tiempo libre en familia compartiendo charlas, más mirarse a los ojos, más hablar, más colaborar, más esforzarse, más y más y más de lo que menos hay; y mucho menos de lo que abunda. Por supuesto, dejarán un espacio para la lista de algún regalo…no vaya a ser. Ahí lo dejo a la imaginación de las familias. En vuestras manos está, que esa carta llegue a vuestros niños esta Navidad. A ver si así, en un acto de reflexión y actitud crítica…eso que es prioritario desarrollar ahora en el alumnado… ante lo que nos rodea, conseguimos acercarnos un poco más al sentido que tienen estas fechas. Fechas propicias para enmendar errores, cambiar dinámicas aprendidas que resultan tóxicas, educativamente hablando, desechar malas prácticas e instaurar buenos hábitos para que SS.MM. Los Reyes Magos, nos traigan adultos responsables, comprometidos y generosos. ¡Os deseo una Feliz y Educativa Navidad!