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¡Pobre España!, querida y adorada madre, siempre atacada por catervas de envidiosos, de difamadores, de gentuza, de canallas, de ladrones... Ellos sí que nos robaron, nos roban, y no nos piden perdón. Me refiero a esos políticos, dictadores hispanoamericanos, que para disimular su corrupción promueven el odio a España. Estos sátrapas, que dicen ser católicos de izquierdas, rezar a sus «virgencitas» y trabajar para redimir a los pobres de sus miserias materiales, políticas y espirituales, en realidad son unos vividores sin apenas escrúpulos éticos ni conciencia, que disfrutan un lujoso modo de vida que resulta insultante y ofensivo para la inmensa mayoría. No tienen una verdadera democracia, pero sí han copiado lo peor del capitalismo anglosajón protestante decimonónico, creador de la «Leyenda Negra» contra España.

No agradecen lo que la madre patria ha hecho por ellos. El pueblo de México, la buena gente normal y corriente, a pesar de estar tan engañada y sometida por sus dirigentes, sí sigue amando a España, y se emociona con nuestras canciones, que también son suyas. Nosotros les hemos entregado lo mejor del mundo, que es el idioma español, la guitarra, la trompeta, la música, el baile, los caballos, los toros, las vacas, las ovejas, las cabras, la leche, los rodeos...

A nuestros hermanos de América les gustan tanto nuestras canciones que a veces hasta se creen que las han nacido ellos. Los mexicanos adoran La Paloma como si fuera suya, pero es española, creada por Sebastián Iradier Salaverri en 1860. Puede pasar lo mismo con Cantinero de Cuba , del genial español Manuel Pareja Obregón, pues la gente, incluso sin mala intención, gusta de apropiarse de los éxitos ajenos. Así pues, experto pinchadiscos, entérate que la citada canción no es cubana, que Camino verde no es de Los Panchos, es del español Carmelo Larrea y, ya de paso, a ver si no nos mareas tanto con esas cancioncitas ridículas tan modernas cuyas «musiquitas», «letritas», «vocecitas» e intérpretes son un atentado contra la sensibilidad, el ritmo, la armonía, la belleza, un insulto a la diosa Euterpe. Es una pena que ya no salgan Rocíos Jurados ni Julios Iglesias, ni Rafaeles, ni Franciscos, tampoco compositores como Juan Carlos Calderón, Augusto Algueró, Manuel Alejandro, José Luis Perales. La mediocridad lo invade todo y hasta las geniales Pasión Vega, Diana Navarro y Pastora Soler apenas disponen de nuevas y buenas canciones para lucir en los escenarios. Hoy hay mucho «artista», mucha «estrellita» mediocre cobrando enormes sumas con cargo al erario de ayuntamientos malgastadores.

Español hasta la médula, incomparable, es el olvidado catalán de Gerona, Francisco de Asís Javier Cugat, famoso en todo el mundo, rey de la música hispana en EE UU, que apoyó a los de Franco en la G.C. española, genial artista polifacético, pintor, caricaturista, que se ganó el respeto y aprecio incluso de izquierdistas-comunistas como Bogar, Capote, Dos Passos, Sinatra. Es muy triste que el gran «Cugui» esté olvidado, y recomiendo a los jóvenes que lean su historia, su vida, sus éxitos tan geniales que hasta la Generalitat Catalana, en 1990, lo condecoró con su máxima distinción, la Cruz de San Jordi, pasando por alto que celebró la victoria de los sublevados nacionalistas españoles componiendo y divulgando Mambo Mi España . El gran «Cugui» se casó cinco veces y en las entrevistas que concedía lucía entre sus brazos un perrito chihuahua.

A los enemigos de España, del interior nacional y de fuera de nuestras fronteras, que siempre intentan confundir a la gente y ponerla en contra de sus raíces, de sus antepasados, de su Historia, les digo que son una pandilla de ignorantes, gentuza, que manchan y destrozan todo lo que tocan. Al pueblo soberano, que aguanta y sufre, le pido que no se deje engañar, manipular, y que aprenda:

«Hispanoamericano» es término original, primigenio y exacto, que utilizo siempre para referirme a la América Española.

«Iberoamericano» también es definición correcta, pero engloba a toda la América de España y de Portugal, no debe confundirse con Hispanoamericano.

«Latinoamericano» (América Latina) es un «modernismo» interesado, impuesto y divulgado por Francia e Italia que pretenden arrogarse una acción histórico-cultural que no han tenido, ni tienen, ni les corresponde, pues su influencia en América ha sido y es muy limitada en el espacio geográfico y en el tiempo. La palabra «latinoamericano» es muy posterior a la formación de las naciones hispanoamericanas.

Me parece increíble que estos conocimientos tan sencillitos y elementales, que los niños pobres de lo rural aprendíamos en el segundo curso de bachiller, no habiten en las molleras de muchos «intelectuales» que tienen plaza fija en las televisiones.

El argentino Federico Rivanera Carles, ha dicho: «Pese al odio a España, la Hispanidad triunfa».

Recomiendo la lectura de los tres libros del argentino Marcelo Gullo Omodeo: Lo que América le debe a España, Madre Patria, Nada por lo que pedir perdón , que vienen a darme la razón en todo lo que vengo escribiendo, desde siempre, sobre el descubrimiento y conquista de América.

Los que amamos a España, y nos gusta su música y su baile, disfrutamos escuchando la guitarra de Paco Cepero en su Agua Marina , los maravillosos veinte minutos del popurrí de Pepe el «Trompeta», y la Guerra Fría de Pastora Soler. Viajen por España, sin prisas, con los ojos, el cerebro y el corazón bien abiertos. Paren en los pueblos y hablen con la gente mayor. Yo siempre regreso impresionado, admirado, entusiasmado, pidiéndole a Dios que me permita seguir disfrutando esta maravilla sin igual, repleta de bellezas, aunque, por desgracia, demasiadas veces tengo que padecer la dolorosa realidad de ser asediado por la tontería de personas que dan vergüenza.

Los patriotas de verdad, muchas veces nos sentimos agredidos, pero los dañinos insultadores nunca se arrepienten ni nos piden perdón. Ejemplo lacerante es la frase: «Me dan miedo los que se emocionan al escuchar el himno como los que lo abuchean». El «cerebrito» autor de esta parida es un escritor leonés que siempre tiene o pone cara de pocos amigos, que cuando viene por aquí parece como si todos le debiéramos mucho y no le pagáramos nada; como si no le rindiéramos tantos homenajes como cree merecer; como si el ayuntamiento y demás autoridades se mostrasen tan desagradecidas que no fueran capaces de recibirlo con la banda municipal, cohetes y volteo de campanas, convirtiendo la avenida de Ordoño II en una gran Vía Apia donde el «populacho» tendría que aclamarlo, arrojarle pétalos de flores y postrarse bajo su gloria, como un nuevo Julio César.

Hay gente tan estirada que a menudo se sale por el cuello de la camisa, como es el caso de este iluminado que pone al mismo nivel al bueno y al malo, al que ama y defiende a España con el que la odia, la insulta y la ataca, es decir: iguala a la víctima con el agresor, sin entender, ni siquiera mínimamente, que lo natural, honesto, digno y razonable es amar a la patria, a esta España de ahora y de siempre que, a pesar de todos los pesares, es mejor que otras patrias. ¡Pobre «intelectual», estás muy equivocado!, y eres tan víctima de dogmatismo irracional que incluso te atreves a despreciar a los buenos patriotas que nos emocionamos al escuchar el Himno Nacional de España, y la prodigiosa trompeta del pasodoble España Cañí. Sin embargo, tú puedes permitirte llorar de emoción cada vez que el F.C. Barcelona gana, o cuando suelta su discurso «sublime» el Maduro, el Evo Morales, o el Daniel Ortega.

No demostrar amor a España es cosa tan antinatural que debería ser diagnosticada como enfermedad mental.

Aprovecho que comienza el año para enviarle un fuerte abrazo a mi estimado amigo Antonio Gutiérrez González, de Villar de Acero, un gran defensor de España, excelente persona culta y bien educada. No es libre el que se calla la verdad por miedo a que lo insulten. Con toda Burbialidad.