TRIBUNA
¡Hay que dar la cara!
Y va el triministro Bolaños y da la cara, ¡qué tío! Él personalmente ha asumido ser el rostro, el caradura, el fantasmón explicador “técnico” de la proyectada ley de amnistía. Y lo hace con su siempre detestable objetivo de engañar a zoquetes, pánfilos ilusos y todos los zurumbáticos para los que habla, desde la TVE gubernativa, para todos los medios mundiales comprados.
Habla excátedra, su pose le delata y le dilata, lo dice retruecaneando, y todo lo que expresa va contra la ley de leyes de la cual, como ministro de justicia, es hoy el guardián. Sus palabras destrozan esa Constitución que debería defender y engañan al pueblo al que debe proteger.
¿Cómo tiene tan nula vergüenza? Retorcido, felón, trilero, hierofante, petimetre, carmándula; todo junto en su pose y en su verbo. ¿A quiénes quiere engañar? ¡Qué manera de deformar la realidad! con poses grotescas de tipo sabiondo nos endilga su astracanada como si fuese una parodia en el teatro de la comedia.
De fondo la dramática situación del pueblo llano, del que se burla el Gobierno con inusitada insidia. Se parece a lo que dice la cómica ministra de trabajo: Ustedes funcionan en feminismo, quieren a la gente y son amables, ¡ya lo vemos! Lo vemos en la pobreza rampante, el país en ruinas mientras los traidores se aprovechan y los comprados embolsan; los violentos, los terroristas, los traidores y toda la escoria social son sus beneficiarios, sus queridos, sus preferidos.
Vd. señor ministro, ¿a quiénes está exponiendo sus pasguatadas cuando tapa con cara de seta todo lo malo, todo el daño, toda la escoria de su gobierno? Nadie puede dar abasto a disimular tanta falsedad, nadie puede tapar ni subsanar las memeces que dicen y hacen cada día los 22 ministros más el multiplicador presi. Vd. lo intenta, pero su cara tiene ya tantas refracciones que resulta grotesca en la tele oficial-ministerial-presidencial-bolañosa.
Sr. ministro de la injusticia mayor que España ha contemplado en los 25 siglos de su historia, esa que Vd. prepara, manosea, pule y repule, defiende y acaricia con la ternura de una madre primeriza, ¿por qué no mira Vd. a España y a todos los españoles en vez de mirar como estasiado al prófugo de marras?
Vd. está coaccionando al pueblo, a todos los españoles para que bendigan sus maldades gubernativas y renuncien a sus derechos ante la ley, a su buen criterio sobre lo que está bien y lo que es inadmisible. Se está Vd. convirtiendo en el predicador de la maldad gubernativa y quiere aceptación, reconocimiento, sometimiento para alabar su malhacer. Pues no, no y no. Los españoles no somos todos sanchistas fanáticos de unas siglas muertas; no, muertas no; matadas por ustedes con la venia de una caterva de ministros obligados a funcionar como simples comparsas de la tiranía montada, eso si quieren seguir con su mamandurria.
Están ustedes reinventando el código penal, desprecian al poder judicial, esquilman al pueblo para pagar sus desmanes y mienten con todo ello para complacer a su jefe en el extranjero desde donde les manda, les impone, les humilla, les desprecia y chantagea; pero Vd. sale a la palestra cada dos por tres para bendecir hipócritamente todo eso y engañar a los palurdos sanchistas, únicos creyentes en sus mentiras; esas mentiras de los delincuentes que el ministro de justicia asume como propias.
Perdone una pregunta, ¿es Vd. ministro de justicia o de injusticia? Ya me está confundiendo a base de «apariciones».
Pero por fin quedó todo aclarado; su impecable ley resulta que ha quedado muy cortita para el jefe, es insuficiente, deficiente, minusválida y suspende. Por el contrario, para los españoles, socialistas inclusive, se pasa 80 pueblos, es monstruosa, injusta, abusiva, discriminadora, anti-todo y más, subnormal y muy deficiente.
Sr. triministro caradura, elija Vd. entre suspenso o muy deficiente, entre minusválida o subnormal, para denominar oficialmente a su ley. Yo elijo todas.