Diario de León

TRIBUNA

MÁXIMO SOTO CALVo ASOCIACIÓN PRO IDENTIDAD LEONESA

Fagocitar no deja de ser una envolvente

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V eo sin duda en plan retórico el epígrafe que anuncia entre interrogantes la presentación de una entrevista en este medio al profesor Sergio Andrés Cabello. Mas, como quiera que va con la precisión oportuna con la que Cristina Fanjul acomete, estudia e informa sobre lo leonés de manera fehaciente, no sólo diré que me enganchó, sino que he creído oportuno, detenerme en el repaso de lo aportado por el profesor de La Rioja. Que, por cierto, hay que decirlo, el tema tratado no es privativo de León, tal como no lo es la despoblación.

Es posible que siguiendo su discurso, veamos cómo León, los resilientes leoneses tirando poco más que de «mantecas» de antaño, teniendo como gran condicionante la marginación colonial que el ente autonómico nos «prescribe» y fuerza, lleguemos a la aplicación popular del «donde quitan y no pon, pronto se llega al hondón».

Nos exprimen desde el ente. Y para el poder central somos invisibles, ciertamente. Esta invisibilidad ya la viene denunciando Juan Pedro Aparicio, en tantos momentos cuantos lo estima necesario, y lo hace con rigor, al igual que aquello de que carecemos de políticos que nos vean como ciudadanos, con derechos y no sólo como votantes con la papeleta en la mano. Ellos son los que nos harán llegar «al hondón», y en tal camino nosotros, ingenuos y de voto cándido, seguiremos su melodía autonómica de flauta político/embaucadora.

El desequilibrio territorial, tal parece que es el arma que mejor manejan desde el centro del poder autonómico, y ha llegado a tal extremo la usurpación de espacios y recursos que no les pertenecen (léase puertos secos, espacio noroeste, aguas, las que nos llevan, y las que los túneles nos están haciendo perder sin defensa alguna del ente. etc.) y lo hacen con impunidad política, que ya alcanza el grado de desfachatez.

Es evidente que León provincia, en agricultura y ganadería, tiene recursos que no sólo nosotros los leoneses manejamos en un autártico subsistir, con muy corto valor añadido, sino, y ahí está el peligro, los que los dirigentes políticos autonomistas del ente controlan, y sus comparsas y colaboracionistas de aquí, en un dejar hacer oprobioso, hasta marcan cauces siguiendo sus directrices.

Adolecemos de tejido empresarial, he ahí otra faceta, que lejos de potenciarlo el ente, cuando más «deja que vegete», pues se va apropiando de la actividad. Pero no descarguemos culpas, puede que tampoco gocemos de arraigo suficiente, no por subsuelo, que lo tenemos, sino por lo radical como vía de nutrición.

Un apunte con relación al sector servicios, al pacer en un momento estupendo en hostelería, por ejemplo, vaya o no aparejado al movimiento cultural, pero siempre en un supuesto oleaje que va y viene, por ello de dudoso afianzamiento. Siendo bueno, ¡fiabilidad la justa!

Decir a estas altura que León sin Castilla es una maravilla, no va más allá de ser un eslogan que en su momento nos empujaba a los leoneses a defender nuestro derecho autonómico; mas, no estábamos equivocados, ni pedíamos nada extraño. Demostrado queda. La Rioja, en Castilla antes de la Transición, como bien dice el profesor entrevistado, sola hoy, está en un buen nivel por dos razones de peso: Una, que alcanzó el autogobierno. Lo que le has llevado a metas que, amarrados al ente como nosotros, no hubieran conseguido. Y otra, la propia autonomía, como bien señala el profesor, mediante una razón firme: ocupar en libertad su espacio geográfico en el eje del Ebro, teniendo como vecinos al otro lado del río al País Vasco y Navarra, como así lo señala, estando en la onda sinérgica.

A este respecto, y con relación a León, digo que no se pueden ocultar las maniobras del ente centralizado en Valladolid, desplazándonos del centro neurálgico del oeste, nudo, o cruces de caminos, pérdida de influencias y relaciones que nos van degradando, y de rebote aislamiento y desnutrición. Como una prueba más y reciente, tenemos el Instituto Biosanitario, al que ha venido aspirando León, funcionaba en Salamanca; esto en Valladolid se recibía mal, y mucho peor que Legio con nuestros Veterinarios nos postuláramos como candidatos, por ello se adelantaron, montaron el suyo en Valladolid, y ahora, justo ahora, jugando al despiste, nos cuenta la Junta que va a pujar por otro para León.

El ansia centralizadora, concretamente en Valladolid, nos ha ido engullendo situaciones, trenes y tronos; personalidad y medios; economía, dejando sectores primarios sin valores añadidos. Y aquí en este punto echamos en falta a políticos a los que alude Aparicio. Ésos que deberían decirnos, o preguntarnos ¿hacia dónde queréis dirigiros?, hacer propuestas y luchar por nosotros. ¡Pero nada!

Y así, aislados, tan sólo nos alienta el anhelo de pervivencia, ése que disfrazamos con el sabor de las tradiciones como refugio de personalidad, del que surge cada vez más débil el «soy leonés», embozado en diseñados gentilicios políticos que no seducen, ¡ahogan!

Y así, aislados, tan sólo nos alienta el anhelo de pervivencia, ése que disfrazamos con el sabor de las tradiciones como refugio
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