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TRIBUNA

BOUZA POL ESCRITOR

El ministerio de la verdad

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E l domingo, 6 de marzo de 2022, Euronews dice: «La radiotelevisión pública española RTVE cesa su actividad en Rusia por la ley que pena con cárcel las noticias que las autoridades consideren falsas».

Hoy, al recordar esta información, es muy oportuno decir que aquí en España, sin haber guerra cruenta, también la izquierda mentirosa quiere imponer su Ministerio de la Verdad. Pretende tener el monopolio de la mentira para poder seguir «gobernando» con el ordeno y mando de su disparate. Lo dejó claro el comunista arrepentido Carlos Semprún Maura, cuando dijo: «Si la izquierda dijera la verdad, no existiría».

Los mentirosos hacen buenas migas con el separatismo de extrema izquierda y de extrema derecha, que mienten más que hablan y exigen que los demás demos por verdadera la falsedad de su Historia. Nos quieren imponer, no sólo por ley también como dogma de fe incuestionable, que siempre fueron naciones, que gran parte sus idiomas no han sido inventados en los últimos tiempos; que la tierra del racista Sabino Arana nunca fue romanizada; que Barcelona ( que sólo fue un simple condado sin alcanzar siquiera la categoría de marquesado y menos la de ducado), fue la capital del (inexistente) reino de Cataluña; que los reyes de León, y los del mundo, Carlos I de España y Felipe II, les prestaban vasallaje.

Esta retrógrada izquierda, que es revés, en compañía de los ya citados enemigos de España, quiere sentenciar lo que es mentira y lo que es verdad, y así poder castigar a los que no comulguen con sus ruedas de molinos.

Sólo los ciudadanos tenemos derecho a mentir, y por mucho que lo hiciéramos jamás podríamos ser tan embusteros como los que nos «desgobiernan», que nos quitan la libertad y estropean los cerebros de muchas personas haciéndoles llegar hasta el extremo de divulgar panfletos como este que trascribo a continuación, que es colosal disparate y muestra clara de ignorancia, bajeza y perversión. Dice: «Si por amnistiar a Puigdemont se consigue un gobierno que preserve y aumente los derechos sociales, las rentas obreras del trabajo, suba las pensiones, defienda la sanidad y educación pública, que lo ¡amnistíen! ya. La unidad no se come, el himno no se baila y la bandera no abriga». Y por si no fuera suficiente esta aberración, insiste en seguir mostrando su «chaladura» cuando publica: «Si te preocupa más la amnistía que tu salario, algo no funciona bien en tu cerebro».

Mejor no perder el tiempo contestando a este «iluminado foco de sabiduría», pero sí al jubilado profesor que en vez de pasear por el parque comiéndose unos ricos churritos de Mi Churri, del bulevar José Aguado, publicó el 10-12-23 esta soberana majadería: «El PP y Vox no han tenido escrúpulos en llevar el asunto de la Ley de Amnistía a debate hasta Bruselas. Decisión que contradice su respectiva crítica al Gobierno por recurrir a un tercero y fuera del país para solucionar un problema de unidad nacional. Porque es cosa que concierne solventar solo y exclusivamente a los españoles». A este «profesor» sí le contesto: Es usted una vergüenza para el sistema educativo de España, pues es evidente que no conoce la «lengua», que confunde el significado de las palabras y llega hasta el desvarió, partidista y cerril, de situar en un mismo plano de igualdad y legalidad a nuestros socios europeos (España es Europa) con ese señor abogado salvadoreño, don Francisco Galindo Vélez, propuesto y exigido por los delincuentes separatistas (ya juzgados y condenados, e indultados) que siguen chantajeando y robando a todos los españoles. Es usted tan ignorante que ni siquiera conoce la sustancial y esencial diferencia que hay entre indulto y amnistía, y lo que es todavía peor: no tiene capacidad para distinguir el mal del bien, a los que hacen daño y a los que procuramos que ese daño no siga maltratando a los españoles honestos, dignos y honorables. Es una aberración que se proponga y se acepte un mediador entre España y una parte de ella, entre un estado democrático de la Unión Europea y una de sus autonomías gobernada por delincuentes. Este mediador es un insulto que no puede ni debe aceptar el pueblo español, pueblo-ciudadanía que es el único que tiene derecho y obligación a ser árbitro y a decidir.

¿Cómo es posible estar todo el día clamando por los derechos humanos, la solidaridad, la igualdad, la justicia, la libertad, la democracia y, al mismo tiempo, tener la desfachatez de afirmar que la amnistía será legítima y legal? ¿Acaso la gente acepta y está conforme con los privilegios que disfrutan, y quieren seguir aumentando, los separatistas, en claro perjuicio de todos los otros españoles?

La amnistía que se apruebe no será legal ni legítima por la simple razón de ir contra la igualdad de los españoles. El principio de igualdad es esencial y básico en una democracia, y no puede ser arrasado por ningún tribunal, ni por una mayoría de votos de la Cámara Baja. Sin igualdad y separación de poderes no hay libertad y sí dictadura.

La verdad es que todo este tinglado absurdo, cruel y peligroso, está montado por los canallas que no tienen escrúpulos de ningún tipo, que son capaces de disfrazar la realidad y el nombre real de los hechos.

Claro que sí se puede y se debe hablar sobre cuestiones razonables y legales que pueda permitir la Constitución aprobada en referéndum de 1978 por un 91,81% de españoles, pero es imposible hacerlo fuera de ese marco y con «partiditos» que quieren imponerse utilizando el chantaje y la extorsión.

Una amnistía sería un disparate, y una consulta sólo en el ámbito de Cataluña también, y ninguna nación, país, o estado del mundo permitiría tal desafuero. ¿De qué quieren hablar... de la mejor forma de violar la Constitución? ¿Le parecería bien a usted, feminista de izquierdas, que se sometiera a votación exclusiva de los violadores la posibilidad de legalizar la violación? Ejemplo es este charnego andaluz que nos grita: «Sois gente idiota que odiáis a los catalanes pero no queréis que nos vayamos».

¿Qué diría esta canalla si le quitáramos el DNI y lo expulsáramos de España, es decir de Cataluña? ¿Sería ilegal? ¿Más ilegal de lo que hace él, que es adoctrinar a sus alumnos con mentiras y odio a España? Cómo es posible que un «profesor» sea capaz de llamar psicópata genocida al señor Aznar y arremeta contra Alfonso Guerra diciéndole: «amparas las cargas policiales contra nosotros, vives de la agresividad verbal, de la mentira injuriosa y de la difamación de la enseñanza en Cataluña».

El «ciudadano catalán» se justifica diciendo: «Soy catalán separatista porque procedo de aquellos andaluces que marcharon de una Andalucía sometida y atropellada por los terratenientes falangistas y franquistas que asesinaron a nuestros abuelos».

Este «pseudo-argumento», tan torpe e irracional, demuestra que el adoctrinamiento sectario antiespañol en las escuelas catalanas hizo mella en algunos débiles cerebros que no pudieron resistir más, claudicaron, fueron sometidos: ¡Qué mal sentaba ser despreciado por charnego!

No tiene razón el separatista. Lo demuestran los muchos descendientes de andaluces, y de otros lugares de España, que, habiendo sufrido sus abuelos y padres idénticas injusticias y agresiones, no se han hecho separatistas y siguen amando y defendiendo a España. Estas personas sí tienen mucho valor y son dignas de respeto y apoyo.

Madrid también ha recibido a muchos cientos de miles de españoles de toda la geografía y ninguno se ha hecho separatista. La razón es que aquí no se discrimina, sí se les respeta y se les recibe con los brazos abiertos. Los separatistas mentirosos, delincuentes, ahora arremeten contra Franco y los borbones que, en realidad, fueron los que más mimaron a Cataluña.

Barcelona fue el lugar de España en el que se produjeron más manifestaciones de dolor por la pérdida de Cuba, gritando contra EE UU. Franco, injustamente, benefició a los catalanes y perjudicó al resto de españoles. Si la Seat, e Iveco Pegaso, y otras muchas empresas públicas, las hubiera instalado en Andalucía, o en Ciudad Real, no en Cataluña, seguro que habría en España una mayor y mejor cohesión territorial, social, política, económica, y nadie hubiera tenido que emigrar a esta región de España que desprecia a la gente y se muestra racista. Franco fue aplaudido en Cataluña más que en cualquier otro lugar de España. El F. C. Barcelona era su protegido, y los dirigentes «culés» le rendían honores y lo premiaban.

En el Bierzo, los mineros, mal pagados y con alto riesgo de muerte y enfermedad, sacaban de las minas el carbón, y también el hierro de los cotos Wagner, Vivaldi, y San José, pero se llevaba la producción a los Altos Hornos de Vizcaya para que hicieran acero y, allí, sin riesgo ni sufrimiento, tuvieran los vascos muchos empleos de cuello duro y los leoneses obligado a emigrar a Bilbao y soportando que los llamasen maquetos.

En realidad, bien visto y examinado, los separatistas no se pueden considerar diputados ni legales representantes del pueblo, de la ciudadanía, pues les falta haber aceptado con claridad, sin reservas mentales ni circunloquios parlantes, el sometimiento a las mismas leyes que les conferían la calidad, el privilegio, el lujo de hablar y vivir al amparo y a costa de ellas. Claro que los separatistas pueden irse de España, señor profesor, cojan ustedes sus bártulos y márchense cuando quieran del territorio, que es mío, nuestro, de todos los españoles. Hay que ser muy ignorante y mentiroso para ir por ahí diciendo que Cataluña es de los catalanes.

Hay que defender el bien común, la solidaridad, y denunciar los privilegios de los que incumplen las leyes y nos agreden a todas horas.

Con toda Burbialidad.

Esta retrógrada izquierda, que es revés, en compañía de los ya citados enemigos de España, quiere sentenciar lo que es mentira y lo que es verdad, y así poder castigar a los que no comulguen con sus ruedas de molinos