TRIBUNA
Una vez más, «ruido de sables» en el Vaticano
Un grupo de cardenales anónimos critican al Papa Francisco como «autocrático» en una nueva carta que circula por el Vaticano, después de ser publicada de forma anónima el jueves, 29 de febrero. En ella se critica al papa Francisco por promover «ambigüedades en cuestiones de fe» y al mismo tiempo gobernar a la Iglesia Católica con mano de hierro. El documento apareció en un medio católico italiano y va dirigido a los cardenales que votarán en el próximo cónclave al nuevo Papa después de la muerte o renuncia de Francisco. La carta ofrece siete prioridades para que su sucesor «deshaga el daño causado» por el actual pontificado. El texto supuestamente fue escrito por un cardenal «después de cotejar las sugerencias de otros cardenales y obispos», pero siempre bajo el anonimato de un pseudónimo.
Parece que llueve sobre mojado, pues en marzo de 2022, también circuló entre los prelados un documento similar, que describía el pontificado del papa Francisco como una «catástrofe». Estaba firmado por «Demos», palabra griega que significa «pueblo». Más tarde se conoció que el tal Demos era el cardenal George Pell, fallecido en enero de 2023. La nueva carta rinde homenaje a su precursora con la firma Demos II. La carta elogia brevemente el acercamiento de Francisco hacia los pobres y marginados y su preocupación por el medio ambiente, pero enumera sus «deficiencias», entre las que señala el «estilo de gobierno autocrático» y el uso frecuente de decretos, conocidos como «motu propriu», para eludir la aplicación del derecho canónico.
El papa Francisco con su actuación ha frustrado a algunos en la Iglesia con la reorganización de los departamentos e instituciones del Vaticano, como la Red de Caridad Católica conocida como los Caballeros de Malta, la Academia Pontificia para la Vida, un grupo de expertos cuya composición rehizo poco después de llegar al papado, la oficina a cargo de la doctrina de la Iglesia, que ha cambiado de presidente tres veces durante su mandato.
El modo de actuar de Francisco sobre cuestiones doctrinales lo ha puesto en desacuerdo con los conservadores desde al menos su famosa pregunta «¿Quién soy yo para juzgar?», en respuesta a los periodistas que le preguntaron sobre los católicos LGBTQ en sus primeros meses como Papa. Tres años más tarde, en una ceremonia de plantación de árboles en el Vaticano con pueblos indígenas de la región amazónica, la presencia de estatuas que representaban a una diosa andina de la fertilidad irritó a sus críticos, que hasta el día de hoy citan el «incidente de la Pachamama» para condenar a Francisco como «idólatra» y «hereje».
Más recientemente, bajo el actual jefe del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández, el Vaticano aprobó la Declaración «Fiducia supplicans» sobre el sentido pastoral de las bendiciones de parejas del mismo sexo, lo que desató una nueva controversia sobre la doctrina. Los prelados conservadores se han opuesto al tipo de ecumenismo del Papa, que tiende a centrarse en lo que las tradiciones religiosas tienen en común en lugar de enfatizar las diferencias doctrinales. Dice Demos II que la confusión sobre la doctrina católica «engendra división y conflicto» y aconseja al próximo pontífice la «recuperación o restablecimiento de las verdades». El retorno a una comprensión tradicional de la doctrina y la limitación de la influencia del Papa van de la mano, dice el autor del documento. Este mismo documento pide que la Iglesia sea menos «autocrática» y también afirma que la Iglesia no es una democracia.
Dice Demos II que «desde el principio, el pontificado actual se ha resistido a la fuerza evangélica y la claridad intelectual de sus predecesores inmediatos». «Al igual que con la ambigüedad de la doctrina, el desprecio por el derecho canónico y el procedimiento canónico adecuado socava la confianza en la pureza de la misión de la Iglesia», añade el documento.
La carta también critica a Francisco por el modo en que ha seleccionado nuevos cardenales. «El pontificado actual ha puesto énfasis en diversificar el colegio, pero no ha logrado reunir a los cardenales en consistorios regulares diseñados para fomentar una colegialidad genuina y la confianza entre hermanos». Estas y otras expresiones son el ejemplo claro de la polarización existente en la Iglesia entre conservadores y progresistas.
Esta carta fue publicada mientras Francisco estaba padeciendo «síntomas leves parecidos a los de la gripe» que le obligaron a cancelar varios compromisos y acudir al Hospital Gemelli en Roma después de su audiencia habitual del miércoles 28 de febrero. A pesar de sus problemas de salud, el Papa ha desestimado los rumores de que podría seguir el ejemplo de su predecesor, Benedicto XVI, quien renunció después de ocho años. La renuncia «no es un pensamiento, una preocupación o un deseo», dijo Francisco a los periodistas de la televisión italiana a mediados de enero, «sino una posibilidad abierta a todos los papas. Pero por el momento no está en el centro de mis pensamientos». «Mientras tenga fuerzas para servir, seguiré haciéndolo». Con estas palabras el Papa Francisco zanjó la cuestión sobre su dimisión y con actuaciones decididas, con humildad y con mucha valentía viene haciendo frente al blandir de sables y acusaciones que le llegan del sector conservador de la Iglesia cada día.