TRIBUNA
Terror en Villalar
Todos los años, cuando llega el Día del Libro, los leoneses nos enfrentamos al mismo dilema, o más bien, al mismo ataque. Hay quien se siente molesto cuando los leoneses decimos que Villalar no es nuestra fiesta. Sin embargo, este año tenemos dos novedades: el humillante acto de izado de bandera que se repitió en muchas de la Región Leonesa, y una acusación de terrorismo con un predecible y desatinado don de la premonición. Sobre lo primero, solo recordar que si la historia nos enseña algo al respecto, es que las banderas se izan cuando una potencia dominante se impone a un territorio, a un pueblo conquistado... Para reflexionar.
Pero vayamos a lo segundo. La RAE define terrorismo en su primera acepción cómo «Dominación por el terror». Atemorizar a la población y a sus representantes se puede hacer de muchas formas, la peor sin duda es la violencia directa. Pero la amenaza, también la judicial, no debe pasar desapercibida: «no salgas a defender tus derechos o te denuncio», algo más bien propio de teorías políticas de pensamiento único.
La historia siempre es un argumento tal día como éste. Pues bien, nunca está de más recordar que, en 1230, Fernando III asumió la corona leonesa junto a la castellana que ya ostentaba. Pero también hay que recordar que, desde el siglo XIII al XIV, las Cortes de León se mantuvieron separadas; hasta el XVI, una merindad mayor propia, a partir del XVIII la administración local autóctona; en el XIX una regionalidad concreta, y durante la II República, la circunscripción electoral propia en el Tribunal de Garantías Constitucionales. Por tanto, ¿Qué forma de unificación es esa? ¿qué pasado común tenemos? El mismo que con Galicia, Aragón, Portugal, América o Roma.
El nacionalismo castellano sigue vendiendo el 23 de abril como un punto común. Pero… ¿Común a quién? ¿Cómo es posible sostener que un evento sucedido en los años 20 del siglo XVI sirva para legitimar un marco administrativo inventado en 1983? Quizás resulte más fácil si omiten hablar de focos importantes en la revuelta comunera y tan «castellano-leonesas» (con guión y todo) como Toledo o Murcia, pero eso sería mentir. No pasa nada, a nosotros no se nos olvida, y eso a ciertos grupos autoritarios no les gusta.
Pero lo que jamás van a soportar esos aprendices de soberanistas es que, esto no es una guerra de pueblos. Mal que les pese, el leonesista y el leonés que protesta contra esta fiesta, no lo hace contra el pueblo castellano ni contra quien quiera celebrar, sea de donde sea. Eso es lo que no podéis soportar porque es la base de vuestro paupérrimo, anacrónico y nostálgico discurso. Sólo entendéis el discurso del odio, por eso el diálogo es imposible.
Los símbolos y sus significados los crean las personas, y no tienen por qué coincidir siempre. No podrán soportar que el castillo que se quemó en 1996 y el que se habló de quemar en 2024, no es el mismo en el que ellos quieren vivir, sino en el que nos quieren encerrar. Para los leoneses, ese castillo es lo que nos han impuesto 40 años de vulneración de la Constitución. Ese castillo es el incumpliento de los artículos 2 y 143 de la Constitución, es la omisión a la birregionalidad, es la negación de la problemática específica que tiene el País Leonés tras 40 años de autonomía con una parte de Castilla. Son los votos en contra de nuestro futuro.
Jamás quemaremos en ese símbolo a la estudiante soriana que tiene que irse fuera de su tierra, al trabajador que abre su negocio en Segovia cada día, a la limpiadora palentina que madruga para sacar a su familia adelante con las durezas que le salen en sus castigadas manos, al pequeño comercio de Tordesillas que mantiene viva a la Castilla de verdad.
Quemamos las políticas que niegan nuestra identidad, que entierran y derrumban nuestros monumentos, que cierran nuestros centros de salud, que nos dejan sin autovías, que no reivindican nuestros trenes, que no quieren más médicos, que no se mueven contra los peajes, que se llevaron los fondos para la reconvención de las cuencas mineras…
Jamás podréis soportar la realidad, que el odio en esta cuestión, sólo tiene un bando, y no es el nuestro. ¿Cómo es posible que queráis quitar todas las cadenas opresoras del mundo menos la nuestra? ¿para echarlas sobre nuestras espaldas?
Es inverosímil pensar que una agrupación de votantes que se dice de izquierdas termine apoyando el proyecto que ideó hace 90 años la Confederación Española de Derechas Autónomas y que ahora mantiene y fomenta el pacto PP-Vox. Quizás la explicación sea que la práctica mediática sea más certera que la teoría política.
Los pueblos, como las personas, pueden morir. Y que dos pueblos mueran, al igual que dos personas, llegan al mismo final, puede que sea por causas distintas. La nuestra no es la única región que se desangra, pero la enfermedad de la falta de autogobierno sí que es nuestra en exclusiva. La poca vida que nos queda es protestar, como siempre, de manera pacífica pero contundente y en las urnas. Entonces, si hay quien no quiere que luchemos, si hay quien nos quiere matar… ¿Quién es el terrorista en está historia?