Diario de León

TRIBUNA

Isabel Cantón Mayo Catedrática Emérita de la Universidad de León

Las escuelas rurales del valle de Jamuz: un patrimonio escondido

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El estudio de las escuelas rurales como bienes patrimoniales en peligro ha sido poco difundido y sin embargo constituye un elemento clave en el patrimonio disperso que en Francia y en otros lugares se ha sumado a los llamados “lugares de la memoria”. A este tema hemos dedicado sendos libros sobre la Cepeda y la Maragatería. A través del análisis y valoración de los vestigios escolares, se revelan las fragilidades y amenazas que enfrentan estas instituciones, así como sus potenciales fortalezas y oportunidades.

El enfoque adoptado para abordar el estudio de las escuelas es diverso y se caracteriza por abordarlas desde una perspectiva cualitativa, interpretativa y hermenéutica, que permite, por un lado, su puesta en valor, y por otro, la pérdida irreparable de las mismas. En este artículo se hace una categorización de las escuelas del Valle del Jamuz con una perspectiva diacrónica que permite conocer el inicio, el esplendor de su desarrollo y la lenta e inexorable pérdida de las mismas.

La hermenéutica de las metáforas atribuye al primer periodo temporal estudiado al modelo de escuela colmena; se refiere a la función principal de la misma, que era la recogida de los niños y el abordaje de la primera instrucción de forma laboriosa y colectiva en edificios precarios tan dispares y carentes de condiciones que, como las abejas, aprovechaban los huecos posibles para su instalación. En general son edificios construidos en el primer tercio del siglo XX. Ejemplos de este tipo de escuelas son las de Alija del Infantado en el Barrio de Abajo en la plaza hoy derruida (solo se conserva en foto), la primera escuela de Palacios, la antigua escuela de Jiménez (solo conservada en un dibujo), las escuelas de Tabuyuelo de Jamuz en reparación, primeras escuelas de Villanueva de Jamuz, de Congosto, Genestacio y alguna otra de los años treinta.

En la segunda época encontramos la escuela fábrica, nombre que hace alusión a la estandarización de los edificios que pueden observarse y que se vincula a la época del desarrollo y la plena escolarización masiva con escuelas funcionales estandarizadas, muy similares cuya finalidad era la alfabetización plena no conseguida en la primera etapa. En general son escuelas de planta y piso, construidas con subvenciones administrativas de los años cincuenta y sesenta que responden al modelo estandarizado M3 del Ministerio de Educación con columnas externas de ladrillo, aulas en el bajo y casas de los maestros en el primer piso. Responden a esta categoría la mayoría de las existentes remozadas y reparadas: Herreros de Jamuz, Quintana, Alija (barrio de Arriba, hoy bar) Jiménez de Jamuz, Quintana del Marco (la escuela anterior a la actual), Palacios de Jamuz, Navianos, o La Nora del Río.

En la última etapa llamada escuelas chalet, nombre que hace referencia ya al esmero en la construcción, a la escasez de edificios y al lujo que los mismos pueden suponer, evidenciando una mayor valoración de la escuela, una mayor dotación, mejor acogida y más personalización de la educación de los niños, más escasos, pero con protección y sumo cuidado del lugar donde se educan y con edificios cercanos al locus amoenus, para que maestros y alumnos disfruten en paralelo al aprendizaje. Son edificios construidos en el último tercio del Siglo XX y tienen características definidas por su estructura más completa y más compleja. Corresponden a este tipo la escuela actual de Alija del Infantado, la última de las de Quintana del Marco, la de Villanueva de Jamuz y la última escuela de Santa Elena.

Finalmente, como escuela en peligro de desaparición se hace una llamada a su recuperación como patrimonio educativo único en el caso de Quintanilla de Flórez y cuya supervivencia, en el primer caso, es aún posible,

Las escuelas rurales distaron mucho de ser el locus amoenus en su devenir diacrónico; sin embargo a ellas se debe el progreso de sus alumnos convertidos de adultos en profesionales relevantes y activos del desarrollo de su tierra, entre añorada y olvidada. Muchas otras cuestiones quedan pendientes en estas líneas y que son recogidas en un próximo libro para evitar su desaparición definitiva. En cada pueblo hay personas con recuerdos que no han podido recogerse porque, o no eran pertinentes para el estudio del edificio escolar, o no han llegado a tiempo para poder ser incorporados. Agradezco profundamente a todas las personas e instituciones que tanto han colaborado en que tanto el próximo libro específico sobre el tema como estas líneas vean la luz. En todo caso los recuerdos de la escuela del ayer han marcado nuestra vida y estas líneas pretenden no solo recordar, sino proteger los edificios que albergaron nuestros primeros años, que puede que lo descubramos ahora, fueron los mejores.

A las escuelas rurales e debe el progreso de sus alumnos convertidos de adultos en profesionales relevantes y activos
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