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TRIBUNA

Lázaro R. Carrillo Guerrero periodista

Cuatro apellidos vascos, ocho castellanos y siete territorios

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N o están las cosas del comer para pretender construir ilusoriamente ilusiones con apellidos o territorios. En 2023, la economía vasca creció por debajo del 2,5% del conjunto de España, con un 1,8%. Y en este mismo año, su participación en el empleo nacional descendió del 5%. Además, su industria sufre un importante retroceso en su aportación al PIB de la región con solo un 23%. Sin embargo, sí que se mantienen unas altas pensiones procedentes de la «Caja Única» mediante el principio de «solidaridad financiera», llegando a ser las más insostenibles de nuestro país. Teniendo el País Vasco, en este escenario, la mayor renta per cápita neta, y la segunda más alta por habitante, de España. A lo que se incorporan las prebendas y regalías que se conceden por el Gobierno de PSOE y Sumar, a cambio de que sus dos socios vascos, PNV y EH Bildu, den estabilidad a la legislatura.

Sea por este paisaje, sea por esas ilusoriamente ilusiones políticas frente los problemas sociales que les hostigan (servicios públicos, sanidad, vivienda, empleo, ayudas, …), solo un 23% de la población se muestra partidaria de la independencia, según el Sociómetro 82 del Gobierno Vasco. Además, el nuevo presidente de esta comunidad autónoma, Imanol Pradales, va a aposentarse en el palacio de Ajuria Enea, en Vitoria, con 8 apellidos castellanos.

Atrás quedó el invento, racista y xenófobo, del nacionalismo vasco por el bilbaíno Sabino Arana en 1893. En el marco del cual, el PNV (Partido Nacionalista Vasco), en su primera etapa, solo aceptaba militantes que tuviesen al menos 4 apellidos vascos. Pero desde aquel entonces, el lema que se discurrió «Jaungoika eta lege zaharra» como una variación del carlista «Dios y fueros», aún persiste. Y lo hace en su acrónimo «JEL», y su derivativo «jeltzale» para referirse a todo el entorno del PNV.

Allá queda lo que para EH Bildu es «Euskal Herria». En palabras recientes, templadas y postelectoralmente eufóricas de Otegui, son 7 territorios. Es decir, la anexión, para la comunidad autónoma que conforman Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, de Navarra en suelo español y de Labort, Baja Navarra y Sola en suelo francés. ¿Merece la pena?. ¿Mereció la pena?, que estos 7 territorios fuesen reclamados por ETA a través de su estratégica «socialización del sufrimiento» y con un saldo de más de 800 víctimas asesinadas, casi la mitad de ellas civiles, y más de 2000 heridas.

«Euskadi ta Askatasuna» (País Vasco y Libertad), ETA, el grupo terrorista más antiguo de Europa, pasó de ser un movimiento antifranquista en los años 60 a un grupo terrorista a partir de los años 70.

En estas palabras de Otegui, tal vez pudiera encontrarse razón alguna por la cual Pello Otxandiano (candidato a presidente por Euskal Herria Bildu) solo ha reconocido el carácter de grupo armado, y no de terrorista, de ETA.

Nos espera «la deriva catalana» del 12-M. Mientras, el FMI acaba de advertir sobre el riesgo que supone la fragmentación y crispación política que tenemos, para el crecimiento económico de nuestro país.

El nuevo presidente de esta comunidad, Imanol Pradales, va a aposentarse en el palacio de Ajuria Enea, en Vitoria, con ocho apellidos castellanos