Diario de León

TRIBUNA

David Díez Llamas
​Sociólogo

La orquesta social y la sinfonía

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En una orquesta encontramos personas que tocan diferentes instrumentos. Esa riqueza de sonidos aporta valor a lo que escuchamos. Hay un pentagrama que guía a cada uno de los interpretes y un director que indica el momento y la forma en que cada cuál debe intervenir.

A mí me gustaría que el Parlamento español funcionase a modo de una orquesta. No hace falta la uniformidad en los planteamientos, a unos les corresponderá tocar el violín, a otros la trompeta, a otros el tambor… Sin embargo hay que conseguir que esa diferencia suene armónica. Para ello es necesario entender que todos son parte de algo y que no caben las exclusiones y tampoco la apropiación de la orquesta.

El progreso social y económico de un país se alcanzará mucho mejor desde la unidad que surge de la diversidad. Es necesario entender que hay un objetivo común, alcanzar a tocar una sinfonía que deleite a aquellos que desde el patio de butacas escuchan. Claro, para ello es necesario que se comprenda el valor que aporta cada músico en el conjunto, especialmente aquellos que «tocan otros instrumentos» diferentes al mío.

Es perfectamente legítimo aspirar a cambios en la orquesta, en su dirección o en la obra a interpretar. En el mundo hay muchos tipos de orquesta, de directores y son muchísimos los tipos de música las distintas orquestas pueden interpretar. Sin embargo en todos ellos hay algo que es común, la armonía en la interpretación.

Si los violines hacen la música por su cuenta y entran «en guerra» con las trompetas y los que tocan el violonchelo, resulta que eso no podrá funcionar nunca. La pieza por interpretar saldrá bien sólo si hay conjunción en los sonidos.

Estamos instalados en considerar que la culpa de todos los males es siempre «del otro». Pero claro ese otro a su vez lo achaca a su opuesto. Muy pocas veces vemos asumir que hay algo de culpa en lo que nosotros hacemos y de virtud en lo que hacen otros. Eso dificulta en gran medida la posibilidad de rectificar en aquellas cosas que no van bien o en las que simplemente nos hemos podido equivocar.

Cada orquesta fija su propio repertorio. El público puede solicitar un bis, pero la elección de lo que se vaya a tocar corresponde al propio director de esa orquesta. En ese sentido es necesario comprender los límites que tiene cada administración. Pueden ser limitaciones de falta de recursos, de conocimiento o simplemente de elección en las piezas que encajan en la propia filosofía de la orquesta.

También creo que en demasiadas ocasiones la ciudadanía tiende a situar en el plano de «los políticos» los problemas. Sin embargo en el medio social que tenemos va ganando peso el grito y lo va perdiendo la palabra. Si, eso puede ocurrir en los Parlamentos, pero ¿seguro que no lo ha experimentado también en su cotidianidad?

Como en una orquesta en toda organización social será fundamental que se tenga un sentido de pertenencia e identidad con las metas a alcanzar. Por ello lo primero que se necesita es fijar las metas y hacerlas visibles al conjunto de la organización. La opacidad lleva a fomentar el distanciamiento en los diferentes niveles jerárquicos. Habrá que compaginar metas ambiciosas pero alcanzables, de modo que no lleven ni al relajo en su consecución ni al desánimo por la imposibilidad de llevarlas a cabo.

Hay que pasar de «oír» a «escuchar». Pero claro si paseamos por nuestras calles podemos ver a muchas personas mirando el móvil y a otras (o las mismas) con auriculares. Es decir estamos cada vez más «ciegos» y más «sordos» ante todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Eso hace una sociedad cada vez más individualista y con escasa capacidad para establecer pautas comunes con aquellas personas que nos rodean. Nos quejamos mucho de lo que hacen los políticos en el Parlamento pero ¿seguro que es muy diferente lo que ocurre en una reunión de su comunidad?

Es una sociedad en la que se prima el valor de la imagen y se evita los textos que superen unas pocas líneas. Tenemos problemas sociales muy complejos que tal vez necesitan un alto grado de profundización que no concuerda con ese medio social que he tratado de describir.

Nadie tiene la verdad absoluta y cualquier persona debe de aprovechar la oportunidad de recoger el conocimiento que se le puede brindar para mejorar al conjunto. Para ello se hace necesario que se conceptúe a las personas que forman parte de la organización más como colaboradores que como un potencial enemigo.

Desde el marco general de metas y objetivos de la orquesta, habrá que fijar los particulares de cada sección. Conseguir armonizar las diferencias puede ser clave para mejorar nuestro medio social. Hay que tener en cuenta que la prosperidad de una sociedad depende actualmente mucho más de su caracterización social que de las materias primas que pueda tener. Esperemos armonía en nuestra orquesta social.

Estamos instalados en considerar que la culpa de todos los males es siempre «del otro». Pero claro ese otro a su vez lo achaca a su opuesto
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