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TRIBUNA

Jesús Martín Ramos
Doctor en Historia

Breves datos sobre apellidos leoneses

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El nombre y apellidos constituyen el primero y el último de nuestros bienes inmateriales. Inicialmente, los padres al nacer nos otorgan un nombre para distinguirnos de los demás, que se conservan con el paso de los años para diferenciarnos dentro de la sociedad en que nos hallemos. Tal diferenciación servirá también para que, después de la muerte, nuestra filiación no desaparezca aunque coincida, posteriormente, con el nombre de otras personas. Está comprobado por sociólogos y sicólogos que numerosos individuos, por puro egocentrismo, que han destacado «en vida» por cuestiones diversas (riqueza, méritos políticos, militares, científicos o de cualquier otra clase) «toman minuciosas precauciones» para que sus hechos no desaparezcan y pasen al olvido extinguiéndose para siempre.

El nombre y apellidos actuales siguen la misma estructura del Imperio Romano: El praenomen, característica privativa del individuo; el nomen la referencia a la familia a la que pertenecía; si ésta era muy numerosa se le ponía el cognomen (ejemplo, Publio Cornelio Léntulo). En ocasiones se le añadía el agnomen que venía a ser como un seudónimo (ejemplo, Escipión el Africano).

Hoy día conocer el origen de nuestro nombre y apellidos se ha puesto de moda, de aquí que muchas personas las veamos indagando en archivos, sobre todo municipales, y bibliotecas para elaborar su árbol genealógico. Respecto a nuestra provincia podemos avanzar estos datos que serían muy interesantes de ampliar por posteriores investigaciones. Al ser lógicamente muy numerosos, establecemos una triple división que nos sirva de referencia, pero sin olvidar, que en ellos estuvieron presentes la fantasía y los seudónimos propios de la antigüedad:

Posible origen visigodo: Agazones, proviene de la época del rey Wamba. Existen algunos en Burgos. Avecilla, de presencia leonesa pero también con casas solares en Galicia y Asturias. Hernández de León, procede del noble godo Toribio Hernández, que estuvo con sus tres hijos a las órdenes de don Pelayo en la batalla de Covadonga. Sus descendientes cristianos al ocupar León, recibieron el sobrenombre «de León» y por ser descendientes de un noble visigodo, fueron declarados infanzones. Santerbas, del mismo origen pero de una ignorada localidad de las montañas leonesas.

De poblaciones leonesas: Alija, de La Bañeza. Almazán, de Valencia de Don Juan, pero una de sus ramas se estableció en esta localidad soriana donde prevalece su nombre. Álvarez-Rabanal, de Astorga. Fierro, de Ponferrada. Riaño, de esta población. Valdivieso, del valle de este lugar. Canseco, de Vecilla. Villafañe, de Villasabariego, aparece con mucha frecuencia. León, de la capital, es muy corriente. Canedo, de Villafranca del Bierzo.

Apellidos provinciales: Son muy numerosos y la mayoría de ellos proceden de la montaña. Su origen exacto es desconocido, pero sí sabemos que se extendieron por toda España (Andalucía, Levante, Cataluña,...): Arfe; Ahumada (¿Se puede relacionar con Sta. Teresa de Jesús?); Armuña (¿Comarca salmantina?); Cuadrillero (una rama pasó a Salamanca); Escobal/ar; Lorenzana; Pacho (linaje castellano); Requejo; Salce; Sallar; Tejerina (muy extendido en Andalucía); Valderrábano; Villasirga; etc.

Los apellidos que señalamos así como otros muchos, se conocen a través de los fondos documentales que se conservan en los archivos (Chancillerías de Valladolid y Granada, Histórico Nacional de Madrid, General de Indias de Sevilla, etc.), y prácticamente en su totalidad sus nombres y apellidos han llegado hasta nosotros porque pertenecieron al mundo nobiliario, siendo a la vez miembros de Órdenes Militares (Santiago, Calatrava, Alcántara, San Juan de Jerusalén, etc.); por otra parte y aunque aquí no se consignen, muchos extranjeros se asentaron en León, de los que recogemos solamente uno como ejemplo, Afrontes, que procedía de la región de Bretaña, en Francia. Como puede comprenderse, son cosas muy difíciles de saber por lo que hay que tomarlas con cierta precaución científica.

Probablemente muchos de los apellidos leoneses procedan de Galicia, Asturias o demás suelos de la región cantábrica, incluso del Norte de Portugal, para pasar posteriormente a la provincia de León que sirvió de vehículo transmisor para su dispersión por el resto de la nación.

Indudablemente con la expansión ultramarina del Reino de España los vemos también en toda Hispanoamérica, y a partir del siglo XIX, en Estados Unidos, sin olvidar, indudablemente a Filipinas. De esta relación, como es lógico, no se puede desdeñar a Francia, Italia u otros países próximos al nuestro.

Con los cambios institucionales del siglo XIX, surgió el Registro Civil el 17 de Junio de 1870, en el que se tipificaba que el primer apellido correspondería al del padre y el segundo al de la madre, que, desgraciadamente, hasta este momento había sido ignorada. De lo referido mayores comentarios podrían hacerse.

Con la expansión ultramarina del Reino de España los vemos también en toda Hispanoamérica, y a partir del siglo XIX, en Estados Unidos, sin olvidar, indudablemente a Filipinas. No se puede desdeñar a Francia, Italia u otros países próximos