TRIBUNA
Ritual de aproximación al paciente
Para intentar mejorar la Atención Primaria y darle un giro razonable tenemos que comenzar por reorganizar las bases de la propia AP. ¿Cómo?: Replanteándonos qué pasa entre los dos personajes principales del acto médico: médico y paciente.
¿Qué es lo primero que se ha perdido entre ambos personajes para que tengamos que reconsiderar su relación? Sin duda, se ha perdido la distancia que necesariamente hay que recuperar e intentar algo así como practicar un «ritual de aproximación al paciente». Reiniciar nuestro contacto con el paciente recuperando la distancia y la esencia de la entrevista con las armas que tradicionalmente hemos usado toda la vida: la vista, el tacto y la comunicación verbal. No incluyo en el sentido de la vista, «el ojo clínico», facultad que el médico de cabecera «puede o no tener» como casi don natural (sabiendo).
También se hace necesario volver a las viejas y buenas virtudes de explorar fuera de la camilla y en ella. Buenas costumbres que se perdieron con la pandemia y que no siempre se han vuelto a poner en práctica. Se nos interpuso desde ya antes de la pandemia una pantalla de ordenador en la mesa del consultorio y esta y una silla se han constituido en instrumentos necesarios para la práctica de la medicina de cabecera. No es preciso hacer un diagnóstico sobre la actual situación del sistema, se hace solo, largas listas de espera, consultas desbordadas, tiempos inútiles dedicados a la absurda burocratización, unido a que a veces no sabes ni quién es tu médico de AP porque cada día tienes uno diferente, cuando lo tienes. Esta es una situación que se hace muy evidente en CC AA como Madrid, Cataluña, Andalucía…
En nuestra CC AA de CyL el mayor problema es el vaciado que se ha hecho de la medicina rural, problema difícil de solucionar si no cambia mucho la actual estructura MIR y no se «suplementa» bien el trabajo de estos MIR. Este «ritual» siempre ha existido y trata de conseguir el mayor grado de empatía, en una aproximación que juegue con la capacidad de comprender los sentimientos, los síntomas y los signos del paciente para llegar a un diagnóstico. Un juego nada fácil, que se practicaba con mayor o menor acierto antes de que las consultas de AP se convirtieran en lo que son hoy, mucha espera en días y poco tiempo en la dedicación al paciente.
En nuestro actual modelo sanitario y es triste decirlo los pacientes con menos renta consumen ocho veces más medicamentos que los ricos. ¿Por qué esta situación? Desde luego por proximidad, no. Las razones son muchas y muy distintas: el paro, la pobreza en todos sus aspectos, la necesidad de disimular sus carencias enmascarándolas con un medicamento, la fácil consecución en nuestro sistema de fármacos, las adicciones a drogas y otros productos tóxicos (tabaco, alcohol…)… son entre otros los factores facilitadores del incremento de actos médicos poco útiles.
Este modelo ha impulsado el distanciamiento entre el médico de Atención Primaria y el paciente. Esta falta de proximidad ha sido y está siendo determinante y es por esto que exigimos que desde las altas instancias que ahora dirige Mónica García se tomen medidas que no sean los habituales parches. La iniciativa por parte de la Administración es «perezosa» y a ello contribuye que las competencias en materia sanitaria se encuentren con el escudo de las CC AA. El Ministerio de Sanidad es como un cajón «vacío», las transferencias están todas trasladadas a las CC AA. Cualquier decisión de la ministra debe ser pactada con los consejeros, algo difícil porque está en desacuerdo con los recortes que para otras partidas de las CC AA se llevan a cabo constantemente.
Por esto, una buena medida que no parece cara podría ser volver a la proximidad médico-paciente en AP lo que pasaría al menos por cerrar parte de la brecha que nos impone la telemedicina. No pretendo colgar los teléfonos ni mucho menos, estos se han ganado ya un espacio y resultaría muy difícil y más con la falta de profesionales médicos que sufrimos.
La telemedicina tiene su espacio más cercano a la burocratización que al acto médico. Colgar (con medida los teléfonos) nos daría más tiempo para acercarnos al paciente que requiere como venimos diciendo, mirar, ver, tocar y comunicar. Un replanteamiento radical de la actual medicina de AP para lo que «se precisa dinero» y con él conseguir más profesionales formados específicamente en AP con una mayor dedicación a los pacientes.
Con esta aproximación se separaría el polvo de la paja y al acto médico solo asistiría para quien de verdad lo precise y lo de las recetas, los partes, los análisis…caerán por sí solos (sin dejar de hacerlos)
El actual sistema de AP, con su plan de citas está poniendo en evidencia otro problema más y es que con citas tan a largo plazo muchas de ellas se «pierden», por olvido, por no tener permiso laboral, por tener ese día otra gestión… Cada año se pierden en España 11 millones de consultas, el equivalente al trabajo anual de 300 médicos. El 16% de estas consultas de AP durante la espera decidieron acudir a Urgencias. Se ha barajado en otros países imponer multas. La ministra de Sanidad descarta imponerlas, prefiere hacer pedagogía, algo así como: «quien no vaya a ir al médico que anule la cita».
Todo esto sucede mientras aumenta la edad media de los médicos de AP sin reposición a su jubilación, mientras aumenta la falta de adhesión de los nuevos MIR y la emigración de estos hacia otras CC AA o al extranjero. La oferta MIR no ofrece atractivos, este año han quedado desiertas en CyL 47 plazas de AP. Es una cifra que representa el fracaso de las políticas sanitarias que no hacen atractiva una especialidad que precisa: recursos humanos, económicos e incentivos.
¿De dónde sacar dinero? Tal vez de los 1.130 millones de gasto militar aprobado en el Consejo de Ministros, con créditos extraordinarios. La ministra de Defensa lo considera una buena inversión porque dice que invertir en defensa es invertir en paz. Yo opino que invertir en sanidad es invertir en salud. Ella habla de guerra.
Y fíjense, resulta paradójico que los pacientes según encuestas de salud califican la AP con un 8,9 sobre 10 cuando se les pregunta sobre trato, amabilidad, información recibida, tiempo dedicado… (no sobre tiempo de cita previa…). Aun así estas cifras no son fidedignas, las calificaciones otorgadas en esta encuesta de satisfacción en las consultas sobre AP arroja datos reveladores que no tienen nada que ver con la realidad de los hechos.
El estudio forma parte del Plan de Calidad y Seguridad del paciente 2022-2026 y ha supuesto un fiasco para la Consejería de Sanidad sobre todo en lo que respecta a la participación que tan solo fue del 10,6% de las personas que respondieron al cuestionario. Fueron invitados 53.043 para poner nota a las preguntas y solo 5.635 respondieron. Casi el 90% de los pacientes no contestaron al cuestionario. De los cuestionarios contestados llama la atención que buena parte de los pacientes prefieren verse cara a cara con su médico y rehúsan ser convocados o tratados a través de telefonía móvil, sistema este que ya está tan impuesto que ni es noticia.