TRIBUNA
Mensaje del Papa Francisco para presentar el Año Jubilar 2025
El 9 de mayo, fiesta de la Ascensión, el Papa Francisco promulgó la Bula de Convocación del Jubileo Ordinario del año 2025, que comenzará en la Basílica de San Pedro el 24 de diciembre de 2024 y terminará el 6 de enero de 2026. La esperanza es el mensaje central de este documento, conocido por su título en latín Spes non Confundit ( La esperanza no decepciona ). En la bula, Francisco dice a los creyentes que en este Año Jubilar «estamos llamados a ser signos tangibles de esperanza para aquellos de nuestros hermanos y hermanas que experimentan dificultades de cualquier tipo». Hace hincapié en la necesidad de la diplomacia para resolver las guerras y los conflictos armados en todo el mundo, llama a los líderes a abordar las necesidades de «los miles de millones» de personas pobres en el mundo que carecen de alimentos y agua, y apela a la cancelación de las deudas de los países pobres y a la amnistía o perdón para los prisioneros.
Siguiendo una tradición que tiene orígenes bíblicos, el primer Jubileo de la Iglesia Católica fue proclamado en el año 1300 por el Papa Bonifacio VIII el día de la Ascensión. Desde entonces se viene celebrando un Año Jubilar cada 25 años. Aunque Francisco ha roto la tradición, pues este es su segundo jubileo, ya que decretó un Año Jubilar extraordinario de la Misericordia en noviembre de 2015 y lo inauguró en la República Centroafricana.
En este documento, el Papa tiene presente la dramática situación que vive la humanidad y aborda una larga lista de problemas sociales como temas de estudio y reflexión para el Año Jubilar a la luz de la esperanza cristiana. Inspirado en la Carta de San Pablo a los Romanos, añade: «La esperanza cristiana no engaña ni decepciona porque se basa en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos jamás del amor de Dios».
Francisco desea que este Año Jubilar brinde una oportunidad de «renovarse en la esperanza» a los más de 30 millones de peregrinos que se espera que viajen a Roma durante el Jubileo, y también a los millones de personas que lo celebren en sus iglesias locales o mediante peregrinaciones a santuarios marianos en todo el mundo. Presenta el Año Jubilar como una oportunidad para la conversión, la reconciliación con Dios a través del sacramento de la penitencia, la renovación de la fe y el anuncio del amor de Dios a tantas personas que sufren en el mundo de hoy.
En este Año Jubilar, dice el Papa, «estamos llamados a descubrir la esperanza en los signos de los tiempos que el Señor nos da». «Necesitamos reconocer la inmensa bondad presente en nuestro mundo, para que no seamos tentados a pensar que estamos abrumados por el mal y la violencia». «La necesidad de paz, dice Francisco, nos desafía a todos y exige que se den pasos concretos». Llama también a la diplomacia a «ser incansable en su compromiso de buscar toda oportunidad para emprender negociaciones encaminadas a una paz duradera».
Un segundo signo de esperanza, dice el Papa, debería «implicar tener entusiasmo por la vida y estar dispuestos a compartirla». Pero «lamentablemente esto no existe», y señala la disminución de la tasa de natalidad en muchos países y la necesidad de revertir esta situación. Hace también una llamada a los creyentes a cuidar de los prisioneros y apela a los gobiernos a devolver la esperanza a los prisioneros mediante «formas de amnistía o perdón». También pide a los creyentes que cuiden «a los enfermos, en casa o en el hospital», mediante «la cercanía y el afecto», y a los ancianos que «a menudo se sienten solos y abandonados».
Francisco reconoce que es particularmente importante dar señales de esperanza a los jóvenes del mundo actual. «Es triste ver a jóvenes sin esperanza» porque carecen de empleo, seguridad laboral o perspectivas realistas de futuro. «El Año del Jubileo debería inspirar a la iglesia a hacer mayores esfuerzos para «acercarse a los jóvenes», dice el Papa.
También llama a los creyentes a ofrecer «signos de esperanza» a los migrantes que abandonan sus países de origen en busca de una vida mejor para ellos y sus familias». Luego, en forma de súplica, dice: «Pido de todo corazón que se conceda esperanza a los miles de millones de pobres, que a menudo carecen de lo esencial para la vida». «Es escandaloso», dice, «que en un mundo poseedor de inmensos recursos, destinados en gran medida a producir armas, los pobres sigan siendo la mayoría de la población del planeta».
El Papa Francisco dice que el Año Jubilar nos recuerda que «los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos» y que «los ricos deben ser generosos y no apartar la mirada del rostro de sus hermanos y hermanas en necesidad.»
La Bula preparatoria del Año Jubilar 2025 termina diciendo que «la muerte y resurrección de Jesús es el corazón de nuestra fe y la base de nuestra esperanza» y «en virtud de la esperanza en la que fuimos salvados, podemos mirar el paso del tiempo con la certeza de que la historia de la humanidad y nuestra propia historia individual no están condenadas a un callejón sin salida ni a un oscuro abismo, sino dirigidas al encuentro con el Señor de la Gloria».