Cerrar

Creado:

Actualizado:

H ubo un tiempo, el de antes de las www, en que viajar era un deleite de dioses. El mundo estaba lleno de misterios que desvelar, paisajes ancestrales, costumbres insólitas, idiomas y platos indescifrables.  Pero desplazarse con libertad era un privilegio sólo al alcance de los más osados.  Encontrar los vuelos más baratos de las aerolíneas de bandera, hospedarse en pensiones con sabor, tratar con oriundos que homenajeaban al forastero con la hospitalidad primordial del homo sapiens, descubrir lugares inéditos era una arte más que un oficio.

Nada de todo esto es posible hoy bajo la férula de internet. Viajar se ha convertido en algo tan vulgar como un menú del día en un restaurante de camioneros o un rastrillo de pueblo. Las aerolíneas low cost han puesto los vuelos al alcance de cualquiera, los hostales airbnb tienen el mismo aroma en todas partes, las expediciones de agencia son romerías de  papagayos ansiosos que quieren husmearlo todo y  fotografiarlo  todo, en el menor tiempo posible para irse a espanzurriar a la terraza más panorámica.

Acceder a un lugar de interés se ha convertido hoy en una espera en la consulta del odontólogo, Colas de kilómetros para comprar un ticket en la Alhambra,  en los Uffizi  en  Ghiza, en Machu Pichu... Riadas sin termino de visitantes cuyo  móvil es acceder  al lugar,  sacarse un selfie que ilustre la  posesión de la terra incógnita, soltar un chiste rancio ante una obra magistral y salir cuanto antes a tomarse unas birras espumantes.

Visitar la pirámide de Keops, los templos de Angkor, las cataratas de Iguazú, el lago de Hunan es hoy un acto tan vulgar como ver un partido de fútbol en la tasca de la esquina. Lo cool, de verdad,  es buscar un canal de You Tube de viajero y disfrutar del arte,  la belleza, el bouquet  de tu objeto de tu deseo desde el chaise-long del salón.

Y pronto muy pronto nos llegará el revolcón del metaverso y entonces podremos hacerlo, podremos viajar a cualquier calle, a cualquier pirámide o palacio, a cualquier bahía o catarata y sentirnos allí, realmente allí, no solo viendo y oyendo como en el DVD o la 4K, sino tocando la frialdad de la piedra, oliendo el perfume del agua.

Lubricado por la inteligencia artificial, el metaverso nos permitirá gozar de la verdadera cultura sin los agobios y ultrajes que supone el uso de servicio como Ryanair o Airbnb.

El metaverso nos permitirá gozar de la verdadera cultura sin los agobios y ultrajes
Cargando contenidos...