TRIBUNA
¡Ay qué guapín, mi niño!
C ualquiera que lea el título entenderá que se refiere a una criatura, persona, que acaba de nacer o bien tiene días, meses o quizás algún año. Pues, no se refiere a personas. Se refiere a animales, a perros, concretamente, a un perro. Esta expresión fue exclamada por una persona al encontrarse con una conocida, amiga, vecina, que llevaba un perrito en sus brazos, muy bien abrigado y protegido. Era un perro pequeñito, creo que de raza chihuahua. Me disculpen, pero no entiendo casi nada de razas de perros. Si pretendo identificarlos ya sabemos que los medios nos facilitan acceder a todas las clases, razas y procedencia.
Me llamó la atención la expresión porque, habitualmente, la dirigimos a un niño, a una niña. Ya sabemos que todos los niños pequeños sean del color que sean, son todos muy guapines y, aún más, le sacamos parecido. Se parece a su madre o es cagado a su padre, a su abuelo, abuela. Hoy, también nos atrevemos a decir que no se parece a nadie de la familia. Pudiera ser ya que en los tiempos que corren hay muchas mujeres que optan por tener hijos, hijas por procedimientos de Fecundación Asistida: Inseminación intrauterina (IUI), Fecundación in vitro (IVF) o ART con intervención de terceros. Los lectores me disculpen si manifiesto un disparate ya que acudí a la información que facilitan los medios.
Un espermatozoide ha fecundado el óvulo de una mujer y en alguna ocasión no se sabe quién es su donante. Por tanto, los pareceres de los niños, hoy, son de dudosa procedencia, salvo por el proceso normal que es el concurso de un varón que será su progenitor y como tal le llamaremos padre. Aunque se pueda dar el caso que como tal no ejerza, ya que fue el resultado de una relación pasajera y la única protectora, cuidadora, educadora sea la madre de la que no se discute su maternidad. En España, hay 3 millones más de perros que de niños. Se oye decir que es más barato. Hay 9,3 millones de canes frente a los 6,6 millones de niños menores de 14 años. España registró en 2023 la cifra más baja de natalidad desde 1941. El actor alemán Heinz Rühmann dijo una vez: «Se puede vivir sin perro, pero no merece la pena».
En España, había en 2021 más de 31 millones de mascotas. La cifra no paró de crecer en los últimos años, sobre todo a causa de la pandemia de coronavirus. Diversos estudios aseguran que la interacción con animales disminuye los niveles de cortisol, hormona relacionada con el estrés y disminuye la presión arterial. Además, los animales pueden «reducir la soledad, aumentar los sentimientos de apoyo social y mejorar su estado de ánimo». Las mascotas preferidas por este orden son: perros, peces, gatos, pájaros, pequeños mamíferos y, en último lugar, reptiles.
Hasta tal punto se da culto a un perro que, uno de los momentos más duros para todos aquellos que han tenido un compañero peludo en casa es cuando fallece. Perder a tu perro o a tu gato es triste y desolador, y hemos de pasar por un duelo para asumirlo y despedirnos de ellos como se merecen. En una tertulia de radio hablando de perros escuché a una tertuliana que tenía un perro y se murió. Cuando le preguntaban por el perro decía: «Qué pena medio espero que en paz esté». Es decir, lo que decimos a un ser humano cuando fallece ahora lo rescatamos para un perro. Me imagino que estas expresiones serán resultado del nuevo lenguaje inclusivo.
La muerte de un perro que se ha querido mucho merece un buen descanso. Hay cementerios para perros y uno de ellos está en Llar es uno de los cementerios más bonitos de España. Se fundó en 1997, en un apacible entorno rural a las afueras de la localidad de Reus, en el municipio de Riudoms. Ofrecen servicios de entierro y de incineración, con unas instalaciones ajardinadas de más de 7.500 metros cuadrados, y un acogedor tanatorio con velatorio. Este es alguno de los más bonitos que puedes encontrar en la península, en los que ofrecer a tu querido amigo un lugar de descanso eterno.
Me van a perdonar, pero esto por muchas vueltas que le doy a mi intelecto no llega a comprender este amor filial por una mascota, más, por un perro. He tenido muchos perros. Se les coge cariño, afecto. Se dice que el perro es el mejor amigo del hombre. Te da pena que se te muera, pero eso hasta llegar al llanto y adoración, velatorio, entierro e, inclusive, por exagerar revitalizar a las plañideras, no lo entiendo.
Había un principio, atribuido a don Miguel de Unamuno, que decía: «Quod natura non dat, Salmantica non præstat»: Una universidad, en este caso la de Salamanca, no puede darle a nadie lo que le negó la naturaleza. Nos podemos también referir al emblema que aparece esculpido en la piedra que recibe al visitante en el edificio de las escuelas menores de la Universidad de Salamanca que dice: «Omnium scientiarum princeps Salmantica docet»: Los principios de todas las ciencias se enseñan en la Universidad de Salamanca. Estas expresiones me llevan a pensar que la naturaleza es sabia y que la inteligencia está en el ser humano y solo este es capaz de transformar una sociedad. De ser poseedor de cariño y de amor; de manifestar sentimientos, alegrías tristezas. De manifestar el dolor ante la pérdida de un ser querido. ¿Se puede sentir igual la ausencia de un familiar, de un amigo que la de un perro? ¿Se puede tener más cariño a un perro que a un ser humano? Pudiera ser. Los tiempos han cambiado y perdonen la expresión: el muerto al hoyo y el vivo al bollo.
La verdad es que me cuesta hacer el estudio comparativo del niño y del perro. Parece que estamos poniendo en igualdad a un ser racional con un irracional. Estamos poniendo en la misma línea de amor a un ser engendrado en el seno materno o aun animalito que le hemos cogido mucho cariño. Ya sé que me van a decir, pero este no sabe distinguir entre un perro y un niño. Que sí, que sí lo distingo, pero, que no lo entiendo. ¿Hay algo que sea un misterio? No. Entiendo que un niño es una carga. Que aun niño no lo puedes dejar solo. Que a un niño hay que alimentarlo, vestirlo. Que pasa de niño a adolescente. De adolescente a la Universidad y, después, tienes que seguir cuidándole, protegiéndole hasta que tenga su independencia económica. Por eso, se dice que tener un hijo, no. Ni hablar, que no están los tiempos como para cuidar un hijo. Vale. Cuando seamos mayores ¿Te cuidará o nos cuidará un perro? Ya sé la respuesta. Para eso están las residencias de mayores. Pues adelante tengamos mascotas y no niños. Las mascotas nos hacen compañía y los niños son una carga. Si seguimos así, habrá que pensar en crear colegios para mascotas, universidades etc. Bueno, ya sabemos que hay centros de adiestramiento de perros y de otros animales. Adelante, sin niños llegará un momento que ¿quién mirará por el perro? ¡Ay qué vida más perra! Ya no habrá nadie que diga a un perro: qué guapín.
Conde Romanones: Las cuatro reglas de la política: suma cuanto puedas, resta lo menos posible, multiplica con cuidado y divide al adversario hasta hacerle polvo.