Diario de León

TRIBUNA

Manuel Ángel Morales Escudero
Escritor

El tribunal de los grillos verdaderos

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En mi novela Insectalia (Hontanar, 2011) planteaba la existencia de una sociedad de insectos dividida en diecisiete mandarinazgos, dividida por conflictos internos que, finalmente, acaban en una guerra al ser invadidos por los pueblos del sur, los llamados «pueblos turbios» que permanecían en las fronteras al acecho, atentos cualquier signo de división de su enemigo ancestral del norte. En la novela hay un organismo de singular importancia, el «Tribunal de los Grillos Verdaderos», máximo tribunal encargado de dirimir las cuestiones constitucionales de la república de Insectalia.

El Tribunal de los Grillos Verdaderos está compuesto por una serie de magistrados que cantan como grillos que son y que lo único que tienen de juristas es su color negro y los manguitos blancos de saúco con los que adornan sus togas. Presidido por una presidenta corrupta, una mera esbirra al servicio de los intereses de Leptoyes, un guapo y alto saltamontes verde punteado que, con su labia, sus mentiras y añagazas tiene comprado al tribunal para que decida lo que él quiere. El tribunal actúa como mera correa de transmisión de los intereses del corrupto saltamontes que con buenas palabras se ha ganado al pueblo, pero que oculta un pacto secreto con los pueblos del sur para que invadan Insectalia, para lo que tiene, previamente, que dividirla. Este traidor y trapacero sabe que los miembros del Tribunal de los Grillos Verdaderos no son más que sus esbirros y que harán lo posible y lo imposible para justificar con argumentos jurídicos lo que es clara prevaricación, simple cohecho o mero soborno. Preocupados tan solo de entregarse a su soberbia, adornados con sus medallones y sus manguitos de saúco reciben a las malvadas arañas en el «Gran Tocón», un tronco cónico en el que desarrollan sus habilidades como esbirros dándoles una apariencia de legalidad.

«Orgullosa, hipócrita, de mentalidad intolerante y estrecha, de mirada turbia, arrugada, coqueta en su fealdad que no reconocía. Intrigante, manipuladora, cobarde y autoritaria con sus subordinados, arribista y obediente… […]» así se describe en la novela la personalidad de la presidenta del alto Tribunal de los Grillos Verdaderos. Se trata, además, de un tribunal al que se pertenece por obediencia, por servilismo, por ser crías de grillo verdadero: «Así se perpetuaban los privilegios, los sueldos y las influencias» escribo hablando de cómo se accede a este tribunal: nunca por el mérito, solo por la condición de esbirro al servicio de los intereses del poder, representado en Leptoyes, el saltamontes verde punteado.

Los miembros del Tribunal de los Grillos Verdaderos sueñan con terminar sus carreras corruptas en la Universidad: «¿Qué Grillo real no ha soñado con eso? Ya sabe, se trabaja poco… Podría dar clase a futuras moscardas que quisieran ejercer, ya ves» exclama la presidenta del tribunal cuando confabula la traición con el abogado Taliforo, una moscarda azul encargada de los más oscuros trabajos por Leptoyes, su verdadera mano derecha para la añagaza, la falsedad y la burla del Derecho.

Naturalmente, el alto tribunal es llamado por Leptoyes para dirimir los derechos históricos de los diversos territorios en el capítulo «El bosque de las mantis». Aparentemente se celebra un juicio, pero solo es en apariencia. Por detrás ya ha habido un pacto corrupto en el que ha intervenido Leptoyes y la presidenta del tribunal quien junto al resto de magistrados corruptos dicta una sentencia prevaricadora que divide el país y precipita el desastre.

El papel del alto tribunal en la novela es sumamente relevante. Representa las consecuencias de lo que pasa cuando se quiebra el Derecho, cuando se colocan a los esbirros en los tribunales al servicio de los intereses delictivos de los poderosos haciéndose todos los grillos encubridores de los más abyectos delitos. La novela es un aviso para que los ciudadanos vean cómo caen las democracias. Mi novela está escrita en el año 2011. Han pasado trece años y sigue siendo de tanta o más actualidad que entonces, pues por todo el mundo vemos cómo la democracia retrocede entre el aplauso de las masas que juzgan que todo lo liberal es malo y que gritan como la masa informe y analfabeta que son «Vivan las caenas».

La sacerdotisa troyana Casandra había predicho la caída de Troya, pero tenía sobre sí la maldición de Apolo que hacía que nadie la creyera. El mito tiene un claro significado: al pueblo le duele ver la verdad y no está dispuesto a creerla. El pueblo siempre elegirá a Barrabás, he tenido personalmente muchas pruebas de ello…

No les diré como termina la novela, pero sí su frase final, al referirse a Insectalia y a los hechos que relata: «[…] un lugar que nada tiene que ver, por supuesto, con la realidad».

Como dijera el Maestro: «quien tenga oídos, que oiga».

El papel del alto tribunal en la novela es sumamente relevante. Representa las consecuencias de lo que pasa cuando se quiebra el Derecho
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