TRIBUNA
La presencia del carlismo en nuestro suelo
El carlismo es un movimiento antiliberal cuyas raíces se hallan a finales del Antiguo Régimen (siglo XVIII) y que sobrevive en la actualidad con muy escasa fuerza. Ha jugado un importante papel en la Historia Contemporánea de España al provocar dos guerras civiles: la primera entre 1833-40, que terminó con el Abrazo de Vergara entre el general Espartero (liberal) y Maroto (carlista), y la segunda entre 1872-76, reinando Alfonso XII, que obligó al pretendiente al trono español, Carlos VII, a retirarse a Francia el 28 de Febrero de 1876. A partir de este momento el carlismo, aun existiendo, fue perdiendo cada vez más fuerza. Una prueba de ello es la existencia de una estrofa del himno carlista ( Oriamendi ), que hemos oído a nuestros mayores, que se cantaba muchas veces durante la Guerra Civil española (1936-39) y postguerra, por el grupo requeté que apoyó al general Franco. Decía: «Por Dios, por la Patria y el Rey/ lucharon nuestro padres./ Por Dios, por la Patria y el Rey/ lucharemos nosotros también». Ambas contiendas tuvieron un carácter cruento y produjeron miles de muertos interviniendo en ellas, directa e indirectamente, Portugal, Francia, Inglaterra e Italia. La guerra se centró especialmente en el Norte peninsular, Cataluña y Levante, sin excluir otras provincias españolas como León. Los pronunciamientos militares y las batallas en campo abierto eran constantes. Las guerrillas recordaban la Guerra de la Independencia. Surge con el fallecimiento de Fernando VII al morir sin hijo varón, estando involucradas las legislaciones españolas (Ley de Las Partidas) y francesa (Ley Sálica), cuando tratan la normativa de las leyes de sucesión al trono. El referente más próximo se halla en la Pragmática Sanción, que aprobaron las Cortes en 1789, en el reinado de Carlos IV.
En la primera, jugó un importante papel el obispo de León, Joaquín Abarca, al que se puede considerar como alma del carlismo en la provincia en este periodo. Había sido consejero del rey Fernando VII y seguidor del ministro Calomarde. Intentó un gran pronunciamiento a favor de Don Carlos, hermano del fallecido Fernando VII que terminó fracasando, en gran parte por la actuación del general Espartero, cuya actuación fue mayor en la zona de El Bierzo, por ello los implicados se refugiaron en Portugal y de aquí marcharon a Inglaterra, entre ellos el obispo, quien por orden de Carlos Mª. Isidro, tuvo como misión entablar relaciones diplomáticas con otros países europeos para buscar la financiación del bando carlista. El mismo prelado dijo en cierta ocasión «El rey está muy apurado de dinero». En uno de sus gobiernos (enero de 1837) estuvo como ministro de Gracia y Justicia, caracterizándose siempre, como uno de los más intransigentes y exaltados carlistas. En estas fechas, también frente a las fuerzas liberales de la Regente Mª Cristina, destacó el leonés general Gómez. Una figura a recordar del primer conflicto, es la del militar y político José Rodil, gran defensor del liberalismo y por tanto enemigo del carlismo. Sus fuerzas persiguieron hasta Portugal a Carlos Mª. Isidro y al obispo Abarca. El Abrazo de Vergara que puso fin a la primera contienda, se celebró en la plaza Mayor de León con una corrida de toros que, desde el año 1814, término de la lucha contra los franceses, no se había vuelto a organizar ninguna. Otra fecha conmemorable en la provincia fue la del 11 de octubre de 1843, cuando los leoneses, partidarios de unas Cortes Constituyentes por tanto contrarias al absolutismo carlista, celebraron numerosas fiestas en los ayuntamientos.
En el periodo de entreguerras se pueden destacar en León dos momentos claves: el primero tuvo lugar a mediados del año 1848 cuando los carlistas organizaron pequeñas escaramuzas que fracasaron, entre ellas, la dirigida por el leonés Blas María Royo en La Mancha, el segundo en 1869, cuando organizaron nuevos pronunciamientos, que también fracasaron, especialmente por falta de armamento y financiación. Uno de ellos en León.
La segunda guerra se inició en el País Vasco, Navarra y Cataluña y en mucha menos escala en otras provincias, afectando prácticamente nada a León y su región, donde ya, a finales de 1874, encontramos muy aisladas escaramuzas.
Socialmente, la base popular del carlismo, estuvo constituida por clérigos (párrocos), artesanos y pequeños propietarios rurales. El periódico La Esperanza fue uno de sus principales medios de difusión y propaganda.