TRIBUNA
Atletas que van como un tiro. Olimpiadas y el reto del antidopaje
Tengo dos anécdotas para contar de dos grandes deportistas y mejores personas y amigos. ‘Pancho’, fondista, me decía hace años (en broma) tras un viaje a Perú, al Machu Pichu, que un turista fumador subía las escaleras mejor que él, dentro del contexto de la altitud y la baja concentración de oxígeno en el aire, sin estar adaptados ambos a la altura («ese tiene mas globulos rojos que tú»). O cuando le bromeaba yo al ‘Pera’, un escalador formidable, cuando atacaba el Everest: «Vete un poco gordo y frecuenta tugurios con aire falto de oxígeno, menos gimnasio que se te van a atragantar los últimos 2.500 metros» (por supuesto con mas «chufla» todavía).
Optimizar los poderosos beneficios fisiológicos del entrenamiento en altura para el deporte profesional es conocido desde hace décadas.
Me intereso por publicaciones que señalan la utilización del monóxido de carbono (CO) para el entrenamiento. Con permiso de mis colegas médicos, veterinarios, biólogos que saben muy bien de esta materia, hago algunos comentarios para aquellos que están en otras áreas alejadas de la biología.
El objetivo de éstas técnicas es aumentar la capacidad aeróbica del organismo (utilización del oxígeno como combustible) del deportista, bien aumentando el número de hematíes (globulos rojos) de la sangre o bien la capacidad de saturación y transporte de oxígeno por parte de la hemoglobina (proteína que va dentro de los globulos rojos). Objetivo, transportar mas oxígeno a los músculos. Cuantos más hematíes (hasta un limite de viscosidad sanguínea) y más capacidad de transporte por cada uno de ellos (más furgonetas con más capacidad) mejor rendimiento del motor muscular (el mismo efecto del turbo o el nitrometano en un motor de combustión, más oxígeno más potencia con la misma cilindrada al poder quemar más combustible).
Probablemente existen otros beneficios en otras áreas microscópicas y químicas, quizás la mejor adaptación de las mitocondrias (parte de la celula que es la «cámara de combustión» siguiendo el símil mecánico), donde se produce la energía, adaptándose para funcionar en anaerobiosis (con poco oxígeno) permite mejor control y utilización y eliminacion del ácido láctico («gases de la explosión»).
El objetivo de ésta técnica, al igual que otras, en este caso con el gas CO (monoxido de carbono), es imitar el entrenamiento en altura para aumentar la capacidad aeróbica y la resistencia, aumentando la producción de los glóbulos rojos y mejorar la capacidad de saturación de la hemoglobina para transportar más oxígeno, como he señalado, evitando tener que ir a entrenar en altura como antaño (beneficio temporal corto), un método legal, y evitar las autotransfusiones de concentrado de hematíes (detectable por plásticos) o la EPO (hormona eritropoyetina para producir los glóbulos rojos) ambos éstos ilegales en el deporte.
Se habla en estas publicaciones de dos métodos de utilización con fines deportivos del monóxido de carbono. Uno mediante la reintroduccion del CO (monóxido de carbono) exhalado en la respiración (como la valvula EGR de los motores modernos) y otro más peligroso, inhalación del CO aportado externamente.
El CO (monóxido de carbono) es un gas muy peligroso para los seres vivos que funcionan con oxígeno (hay bacterias que funcionan sin oxígeno). Los humanos dependemos del oxígeno, por tanto entiendo que esta parte de la utilización del monóxido de carbono es muy peligrosa.
Todos los métodos de dopping son peligrosos.
Vean la peligrosidad cuando por ejemplo en un incendio o en una mala combustión de una estufa con carbón en invierno se produce este gas, el CO, que tiene una apetencia enorme por la hemoglobina, más que el propio oxígeno, produce su saturación y se bloquea el que se adhiera el oxígeno a la hemoglobina, porque «todas las furgonetas —glóbulos rojos— se han cargado con el CO, con lo cual se produce la muerte por axfisia del cerebro que solo funciona con oxígeno y glucosa, no puede utilizar otras fuentes de energía.
Ya se sabía hace tiempo que muchos deportistas utilizaban «tiendas» de hipoxia (baja concentración de oxígeno, lo que es diferente). Este tipo de lo que podemos llamar «dopping», aunque no está calificado todavía como tal porque es novedoso y que de momento nadie reconoce que lo esté usando —aún cuando el rumor existe— posiblemente no sea alegal, pero sí absolutamente indetectable, y acaba de hacer su entrada en escena. Es un reto presente y futuro para el antidopping.
Se me ocurren aspectos que se deberían tener en cuenta, como el riesgo de infartos o el daño neuronal agudo o a largo plazo, por ejemplo, entre otros.
Primero deberán tomar conciencia de un método nuevo y por tanto de unificar criterios (algo seguramente lento) y segundo, desarrollar prueba/s que lo testifiquen, si se califica de dopping. Largo camino. Tampoco sabemos el alcance de estas técnicas para el entrenamiento, aunque sí reconocidas para el estudio de la capacidad fisiológica del deportista.
Estos días ha aparecido en Alemania alguna noticia sobre sombra de dopping en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, que aquí de momento no han tenido eco probablemente porque no tienen fundamento constatable.
¿Veremos algo de ésto en las Olimpiadas de París?
¿Se extenderá esta práctica si no se regula a todos los deportes? Correr todas las bolas en el tenis, los futbolistas correrán 20 kilómetros en vez de 10 en cada partido…
Aquí hay un gran dilema y un nuevo reto con respecto a las «ayudas» para el rendimiento deportivo.
La especie humana siempre cae en la misma piedra desde que el primer homínido cogió un palo y una piedra y dijo ¡vaya!, pues todo sigue igual 300.000 años después.