TRIBUNA
Debate de la eutanasia a la luz de la Alemania nazi
Con un cierto retraso, acabo de leer el artículo que publicó la doctora Ribas Ariño con el título No es eutanasia, y en el que hacía una serie de comentarios sobre un texto que yo había publicado unos días antes en estas mismas páginas: A vueltas con la ley de eutanasia . La tesis fundamental de mi artículo venía a decir que en este país pocas personas conocen lo que fue la eutanasia en la Alemania nazi pero, sin embargo, estos trágicos hechos se utilizan frecuentemente como arma arrojadiza contra el adversario político. Y este error lo cometen tanto las personas situadas a la derecha del espectro político como a la izquierda. Comentaba varios casos, desde el doctor Luis Montes, jefe de urgencias del Hospital de Leganés, acusado de «eutanasias masivas» como en su día hicieron los médicos nazis, hasta los fallecimientos de ancianos en las residencias de la Comunidad de Madrid durante los primeros meses de la pandemia de covid-19, tildada por gente de la izquierda como la Aktion S7 (ver artículo).
La doctora Ribas Ariño, basándose solo en el hecho de que ha leído algunos de mis artículos sobre el tema que ha encontrado por internet, esgrime una crítica en la que dice que, a su juicio, lo que yo llamo eutanasia en la Alemania nazi es totalmente erróneo y torticero. Es decir, manipulador y que no tiene nada que ver con la realidad.
En el año 2009 publiqué un extenso ensayo (457 páginas) titulado La eutanasia en la Alemania nazi y su debate en la actualidad , editado por el Centro Francisco Tomás y Valiente de la Uned de Valencia. Como por el libro no me han pagado ningún derecho de autor, calculo que se habrán vendido pocos ejemplares, lo que pone de manifiesto el desinterés intelectual que existe en este país sobre estos hechos históricos. El prólogo del libro comienza así, cito textualmente: «Los nazis profanaron la bella palabra eutanasia que, tanto en alemán (Euthanasie) como en español, procede del griego y representa el anhelo de las personas por tener una muerte digna, donde el dolor y el sufrimiento, físico y/o mental, estén ausentes o, al menos, amortiguados y la calidad de vida sea soportable. Los nacionalsocialistas utilizaron la eutanasia como un eufemismo para enmascarar asesinatos masivos de enfermos mentales que tenían mal pronóstico, que eran incapaces de trabajar, que suponían un carga crónica para las arcas del estado y que representaban una herida al delirio narcisista del tercer Reich por alcanzar la utopía de la pureza racial aria» (fin de la cita).
Criticar mi artículo afirmando que es erróneo y torticero es una forma de «matar al mensajero». En mis publicaciones sobre la eutanasia nazi analizo lo que se hizo durante el tercer Reich, los argumentos y los constructos verbales que utilizaron las autoridades de la época para justificar el exterminio de los enfermos crónicos e incurables, así como las artimañas que utilizaron los verdugos para cimentar la legalidad de los hechos trágicos que protagonizaron. Por cierto, le recomiendo que lea mi trabajo titulado La eutanasia nazi ante la justicia , publicado en la revista Claves de Razón Práctica , 2010, nº 201, páginas 60-70.
El segundo comentario que quiero hacerle a la doctora es que yo no confundo, como parece hacer ella, la eugenesia con la eutanasia, al menos desde la perspectiva del nacionalsocialismo. Poco después de llegar al poder en enero de 1933 y de haber ganado las elecciones del 5 de marzo del mismo año, los nazis aprobaron una ley de eugenesia en la que daban luz verde a las esterilizaciones masivas y forzosas de todos aquellos ciudadanos alemanes (hombres y mujeres) que tuvieran riesgo de transmitir su enfermedad a la descendencia. La ley se publicó en el Boletín Oficial del Estado (Reichsgesetzsblatt) el 14 de julio de 1933 y entró en vigor el 1 de enero de 1934. Cerca de cuatrocientos mil ciudadanos fueron obligados a ser introducidos en un quirófano donde, si eran mujeres, les hacían una ligadura de trompas y, si eran hombres, una vasectomía. En el congreso del partido nazi en Núremberg del año 1935, el presidente del Colegio de Médicos de Alemania, doctor Gerharbt Wagner, exhortó a Hitler a seguir en la misma onda y aprobar una ley de eutanasia, lo mismo que había hecho antes con la esterilización, con el fin de eliminar a decenas de miles de enfermos neurológicos y psiquiátricos que se encontraban ingresados en los manicomios de la época.
No soy yo, por tanto, doctora Ribas Ariño, quien he inventado el término la eutanasia en la Alemania nazi. Claro que fueron asesinatos de enfermos crónicos e incurables pero los nazis, no yo, utilizaron el eufemismo de la eutanasia para endulzar dichos asesinatos como después utilizarían el de la «solución final a la cuestión judía» para emprender el exterminio de los judíos europeos.
De todas formas, agradezco a la doctora Ribas Ariño sus reflexiones sobre mi artículo pero le digo lo que ya dije en Barcelona cuando me dieron el XXXV Premio de Historia de la Medicina por el trabajo La Medicina sin rostro humano, que se puede leer en internet y es que si en los institutos de la Unión Europea se estudia el significado de Auschwitz, en las Facultades de Medicina se debería, también, explicar lo que simboliza Hadamar, uno de los hospitales psiquiátricos donde los nazis ejecutaron su concepción de la eutanasia.
Yo trabajé como psicólogo clínico durante casi 20 años en una Unidad de Hospitalización Psiquiátrica y allí tomé conciencia de que los enfermos que ingresaban en nuestra Unidad (pacientes con esquizofrenia, con trastorno bipolar, con depresión, con anorexia y/o bulimia, con trastornos graves de la personalidad, etc. etc.) en la Alemania nazi hubieran sido víctimas del programa de eutanasia. Cuando me jubilé, como despedida, escribí un artículo en uno de los periódicos de la ciudad y me preguntaba, en caso de haber trabajado en una unidad así en la Alemania nazi, cómo hubiera sido el comportamiento de mis colegas psiquiatras y el mío propio ante la ejecución del programa de eutanasia nazi. ¿Hubiéramos colaborado? ¿Nos hubiéramos opuesto? ¿Hubiéramos alzado nuestra voz para condenar los crímenes contra los seres más indefensos? Es complicado dar una respuesta precisa a estas cuestiones y, a decir vedad, sería un poco decepcionante. Lo que sí es cierto es que fueron médicos y psiquiatras los que ejecutaron el programa de eutanasia nazi y entre los que alzaron su voz contra estos crímenes no conozco a ningún galeno. Sin duda alguna, el más valiente de todos fue el obispo católico de Münster, monseñor Clemens August von Galen, que con su homilía del 3/8/1941 logró que Hitler paralizara la llamada Aktion T4. El programa de eutanasia nazi, sin embargo, se prolongaría hasta el final de la II Guerra Mundial.