Diario de León

TRIBUNA

Jesús Martín Ramos
Doctor en historia

Movimiento cristiano medieval de los siglos IV a VIII

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El priscilianismo que lleva el nombre de su fundador, Prisciliano, tiene un origen espiritual y ascético. Proclamaba la pobreza, el aislamiento del mundo en retiros continuos o transitorios, admitía la igualdad entre hombres y mujeres aunque en muchas ocasiones piensa son inferiores, consideraba libre el estudio de los textos sagrados, sus doctrinas estuvieron impregnadas de las creencias de los pueblos celtas incluso de las arrianas suevas y visigodas y, sobre todo, del maniqueísmo, por lo que fue acusado de demonología y brujería. Sus predicaciones tuvieron gran éxito entre las clases populares y, en menor medida, las mujeres. El priscilianismo alcanzó gran fuerza en vida de este heresiarca (fundador) pero mayor fue después de su fallecimiento por las antiguas provincias romanas de Lusitania (Galicia, León,....), Bética (Córdoba especialmente) y la Aquitania francesa.

La vida de Prisciliano es prácticamente desconocida, hasta tal punto, que se ha llegado a admitir en ciertas ocasiones, que era de origen egipcio y que se instaló en Hispania, sin embargo esta teoría está hoy desechada. Se suele admitir su origen hispano hacia el año 340 e hijo de una familia acomodada. Estudio en Burdeos (Francia) y la leyenda nos transmite que realizó un viaje a Oriente donde conoció las ideas maniqueas de Zoroastro (referidas al bien y al mal). Al parecer era un hombre de espíritu vanidoso, culto y muy preocupado por las cuestiones religiosas. Sus seguidores le nombraron obispo de Ávila. Las prácticas rituales que realizaba fueron condenadas en el concilio de Zaragoza (año 380). Sufrió la persecución y destierro de los emperadores cristianos Graciano y Máximo, interviniendo también en sus actuaciones el Papa Dámaso. El Concilio de Burdeos le condenó por hereje y un Tribunal de Tréveris (Alemania) le mandó ejecutar junto a un grupo de seguidores. La sentencia se cumplió en el año 385. La leyenda señala también que sus restos, se trasladaron a una ignorada población de Galicia o León donde sus predicaciones, al parecer, adquirieron gran arraigo y perduraron hasta el siglo VIII a la llegada de los invasores musulmanes.

Existe una relación entre Santo Toribio de Liébana (402-476) que fue obispo de Astorga en el año 444, al que se suele confundir con el ermitaño Santo Toribio de Palencia, y el priscilianismo, porque, en un viaje que realizó el de Liébana a Roma, le comunicó al Papa León I ‘El Magno’, la preocupación que sentía por el auge que estaba tomando aquella herejía, prácticamente desaparecida, en su diócesis y a la que persiguió sin descanso. Se suele admitir también que la imagen original de la Virgen de la Encina que era de El Bierzo, se trasladó a Astorga por decisión de este obispo. Muy difusamente, se conoce la existencia de algunos personajes que abrazaron esta herejía, tal es el caso de Dictinio, quien después de renegar del priscilianismo, fue investido obispo de Astorga, y el de un origen más oscuro, el de Eteria, mujer que llegó a ser abadesa de un monasterio de El Bierzo.

Dos son los primeros investigadores que se preocuparon por tal herejía de los primeros tiempos del cristianismo en España: el burgalés P. Florez (1702-73) en su obra España Sagrada y el palentino M. Lafuente (1806-1866), en Historia eclesiástica. De los dos, son dignos de resaltar los esfuerzos del primero, quien para redactar su monumental obra tuvo que especializarse en muchas disciplinas (geografía, epigrafía, paleografía, numismática, etc.). Sin embargo, quizá, son más conocidos los trabajos de historiadores posteriores como los de Antonio López Ferreiro ( Estudio histórico-crítico sobre el priscilianismo ) que fue canónigo de la Catedral de Santiago de Compostela, y especialmente, la de Marcelo Macías García ( El priscilianismo y los godos en Galicia a mediados del siglo V ), cronista de Astorga y autor de diversas obras sobre la región, que fue hijo predilecto de la provincia de León y adoptivo de Galicia. Engloba en sus estudios toda la historia de aquella lejana época, incluso nos habla de la división administrativa creada por el emperador Caracalla en el siglo IV. De los años que vivimos, se hallan los del madrileño Fernando Sánchez Dragó (1936–2023), periodista, escritor, antropólogo, orientalista, etc., quien preocupado por la herejía nos ha dejado su obra Prisciliano y el priscilianismo , publicada en el año 1981.

La leyenda señala también que sus restos, se trasladaron a una ignorada población de Galicia o León donde sus predicaciones, al parecer, adquirieron gran arraigo y perduraron hasta el siglo VIII
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