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TRIBUNA

Carlos Santos de la Mota
Escritor

Salgo al paso y defensa de la diferencia territorial

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Verdaderamente hay veces que nos entregamos a la sinrazón, también a la doctrina de los poderes de influencia y al servicio de intereses cuyo seguimiento discute mucho la supuesta reflexión que debería guiarnos. Me pregunto muchas veces si valemos algo como inteligencia y no quiero referir la mayoría de mis conclusiones.

Hay etapas duras, tristes, como oleadas de furia amochando como cabestros. El tema catalán es siempre muy recurrente, pero a veces lo es más, incluso obsesivo, enfermizo.

A la ‘desgracia’ de ser catalanes y que si son así o asá les hemos venido añadiendo mil taras y siempre aparecen otras nuevas. Hay una que es atemporal y muy socorrida: son nuestros potenciales enemigos. Ellos no lo saben, pero nosotros sí. Y como en todo tiempo, este también nos ha traído sus machaconas cantinelas. Voy a defender aquí lo que no es nada corriente en estas latitudes sociales y de información, pero «eppur si muove», como diría Galileo.

A cuenta de los ‘privilegios’ catalanes la demagogia españolísima se desborda, incluso se hace ridícula y lloriquea con tan poco sentido y gusto que produce sonrojo. Ser español así no tiene ningún atractivo.

La última úlcera ‘española’ es la financiación. Las bocas se han abierto y dejado ver una gruta funesta, los dientes se han mostrado amenazantes, las iras venteadas han ido acompañadas de ojos desorbitados, y los gritos han surgido como de entre cavernas. Si lo pusiéramos imagen sería la cara de una bestia rabiosa. Conclusión: hay que hacer un frente común contra el ‘enemigo’.

Las cosas, hoy, son como son, pero no tengo recuerdo de que estos ‘animales’ nos mostraran su fotogénica costumbre de soliviantarse de manera tan atrabiliaria por la financiación de vascos y navarros por muy sorprendente, excepcional, contra norma común o basada en los derechos que fuera. Pero hay que criticar a los catalanes.

Tampoco recuerdo que en la construcción de una línea AVE, ad hoc, y manifiestamente no prioritaria, sólo entendible desde ‘el favor’ de un paisano barriendo para casa, las exclamaciones dolidas de los ‘españoles’ demagogos llegaran a ningún sitio. Pero hay que machacar a los catalanes.

Y qué decir de la pantagruélica financiación a escote entre todos, secular, generosa, obligada y dirigida al centro del centralismo. Además de las aportaciones incalculables de los distintos gobiernos centrales con decisiones políticas y ‘estratégicas’. Algunos ya lo llaman DF (Distrito Federal), de alguna forma independizado, cuasi paraíso fiscal y últimamente arrogante. Se conoce que le cuesta entender de dónde viene y a qué se debe. Y sólo es a un diseño geo y egocéntrico. Por ejemplo, yo he viajado en tren León-Barcelona y Barcelona-León habiendo tenido que pasar por Madrid, transbordo incluido. Y eso es inconcebible y cabrea. Y también es ‘financiación’. Pero a nadie he oído exclamar: ‘¡qué abuso que todo tenga que pasar por el mismo sitio!’.

Y al hilo de esto surgen los enturbiadores y los aprovechados que en cuanto se les redescubre su ‘pobreza’ comparada recurren al chivo expiatorio y van a ‘solucionar’ fuera sus problemas de dentro. Pero hay que seguir criticando a los mismos.

Llaman la atención los señores Page y Lambán, especialmente, pero otros también. El de Castilla-La Mancha, que es hombre de ideología para cualquier partido, tal vez no quiera reconocer que no se puede hablar con media boca cerrando la otra media. Sabe perfectamente que si hoy ese territorio es autonomía y no ‘régimen común’, es gracias a los catalanes y a muy pocos más; que las mejoras evidentes surgidas del autonomismo o que sus paisanos puedan sentir ese arraigo y que él lo explote políticamente, también se lo debe a los mismos; que por lo tanto su puesto de privilegio y bien pagado es otra consecuencia ídem; y que si se llega a realizar la primera intención autonómica para ese territorio con Madrid dentro de ella, lo que hoy preside no sería más que un patio trasero bastante más pobre y al servicio del gran tragón (lo reconoció Leguina). Es injusto y feo ser tan ingrato.

Al que fuera presidente de Aragón se le podría aplicar lo mismo pero en este caso concurre además que ha vivido siempre con una duda existencial. Aragón es una ‘ladera’ a la que acompaña el Ebro y cuya tendencia es mediterránea. Emocional y laboralmente sus gentes tienen también esa inclinación. Pero al mismo tiempo el establishment local mira hacia el ‘sistema central’ y defiende el statu quo general. Un dolor de cabeza que provoca dislexias. Entre Aragón y Cataluña hay sin duda algún tóxico que recuerda lo mal que encajan las cuñas sobre la misma o parecida madera. Pero en un lado abunda más la envidia/nostalgia y en el otro la indiferencia. Siempre hace menos caso del ruido el fuerte. Está más seguro. Pero hay que linchar a los catalanes.

Y los del PP qué dicen. Pues lo contrario de lo que dirían si estuvieran gobernando. Para lo cual también encontrarían virtud en la necesidad. O de otra forma sería peor. Y lo saben. Llama la atención que la gente no entienda que esto es un juego de poder y que es el poder, o la falta de él, el que escribe los discursos. Aunque ya lo sé, el pueblo está para ‘consumir’ y para que refrende la opinión de los unos o de los otros. No hay criterio, o sí, el propio que refrenda una inclinada obediencia simpática o corporativa. O sea, no lo hay. Quien diga otra cosa está engañando. Pero se debe cargar contra los catalanes.

Aquí hay una clara aversión o al menos antipatía unidireccional que es muy vieja y que no deja de expresarse recurrentemente. Y este problema lo tienen los unos, pero no tanto los otros. Hay quien camina sin más preocupaciones que las de sí mismo y otros lo hacen mirando al de al lado y obviando las suyas propias. Y no sólo eso; además quieren marcarle el paso. Y eso no es tolerable. Es como si el tonto dijera al listo que se ponga a su nivel. No puede ser, no debe ser. Es el tonto el que tiene que tratar de igualarse al listo porque si no es así la pedagogía es pobre, la instrucción paupérrima y el desarrollo de esa enseñanza ya me dirán. Porque hay una cosa que se llama avance, y se constata. Y otra que no lo es o no lo es tanto, y también se constata. Escribo a medio camino entre Barcelona y León. León, ese lugar donde esto que escribo tiene poca comprensión, pero eso también explica por qué se ha quedado en un pingajo de lo que fue. Yo empezaría a meditar.

Y los del PP qué dicen. Pues lo contrario de lo que dirían si estuvieran gobernando. Para lo cual también encontrarían virtud en la necesidad. O de otra forma sería peor. Y lo saben. Llama la atención que la gente no entienda que esto es un juego de poder y que es el poder, o la falta de él, el que escribe los discursos