TRIBUNA
¿Por qué conocemos nuestra historia?
La vida que llevaron nuestros antepasados sólo se puede averiguar a través de las fuentes históricas, es decir, por los documentos escritos de cuyo estudio se encargan la Paleografía y la Diplomática que son ciencias auxiliares de la Historia, aunque últimamente, algunos autores admiten que tienen autonomía propia (Zozaya-Montes).
La dificultad que existe para ello es múltiple, sobre todo, por la carencia que existe de información y porque, al contrario de lo que muchas personas piensan, no siempre se ha escrito de la misma forma, aparte de que pocos eran entonces los que sabían hacerlo pues la mayoría de la población era inculta.
Cuando se efectúa cualquier tipo de investigación grandes son los esfuerzos a realizar que se derivan de distintos hechos: lectura de ancestrales documentos (pleitos, amojonamientos, biografías, etc.) cuyos expedientes están redactados por notarios o escribanos con diferentes tipos de letras: visigótica, cortesana, procesal, humanística....
El recurso ante notario es frecuente en España. Sus registros constituyen las fuentes fundamentales de la historia social (contratos matrimoniales, testamentos, escrituras de compra y venta, etc.). A ello habría que añadir el mal estado en que se encuentran por el paso de los años, viéndose afectados por la humedad, el moho y la acción de los roedores.
Otras de las dificultades encontradas, es la falta de catalogación pues en la mayoría de las ocasiones proceden de municipios rurales, conventos o instituciones diversas. Sucede con frecuencia que los papeles manejados transmiten topónimos, hoy desconocidos, porque han desaparecido o han cambiado de nombre, por lo que resulta, prácticamente imposible localizarlos en la actualidad. Recordemos los grandes esfuerzos que tuvo que realizar el Padre Florez (Ver la sección Tribuna del 10 de agosto).
El texto que recogemos nos recuerda que, anualmente, el segundo miércoles del mes de agosto, se celebra el Día Mundial de la Caligrafía creado a partir del año 2017 por iniciativa de Manuscrit Pen Company. El Diario de León de aquella fecha comentaba la noticia de la organización de un taller en el Museo Casa Botín de Gaudí.
Los sumerios fueron en Mesopotamia (Asia), hacia el año 4000 antes de Cristo, los inventores de la escritura que mediante dibujos (pictogramas) plasmaban en tabletas de barro. Los egipcios hacia el año 3000 a. de C. hacían lo mismo mediante jeroglíficos. Fue la primera civilización que contó con escribanos oficiales y un sistema de aprendizaje. Tal forma de expresión y con su evolución, hacia el año 1500 a. de C., había un alfabeto con 24 símbolos que se representaban sobre materiales blandos (papiro y pergamino).
En Europa, durante la Edad Media, los monjes que dominaron la cultura copiaron las obras del pasado y mantuvieron el legado escrito de la antigüedad. Nos han llegado por los códices y manuscritos que han permanecido en las abadías y monasterios. Las realizaban en unas habitaciones llamadas «scriptorium».
La tinta negra que utilizaban se podía obtener de dos maneras: una, mezclando hollín, agua y goma arábiga, o bien, a base de un compuesto de sulfato de hierro y agallas de roble. La de color, muchos menos utilizada, se usaba en rúbricas y decoraciones, obteniéndose a partir de diversos minerales. Muchos debieron ser los copistas pero citemos uno, Florencio, que está considerado como el «príncipe de los calígrafos españoles». Procedía de Burgos y sus códices influyeron decisivamente en la grafía mozárabe. Señalamos dos: «San Gregorio Magno» y la «Biblia de León» del año 960.
La caligrafía, que es el arte de escribir manualmente con letra bella y artística, se vio transformada cuando, Juan Gutenberg en el siglo XV (Maguncia. Alemania), inventó la imprenta, de esta forma mediante la tipografía, los libros adquirieron mayor difusión.
Hoy se considera a uno de los más importantes calígrafos que vivió en el siglo XIX, al cántabro Vicente Fernández Valliciergo; no obstante, la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de Alicante publicó en 2010 «Historia de la escritura y caligrafía española» de Juan Pérez de Guzmán y Gallo.
En los núcleos urbanos vemos los grafitis que hay que encuadrarlos en lo que se llama «Caligrafitis», que es la caligrafía artística aplicada al muro o pared. Después de lo especificado, hay que admitir que la letra es uno de los más grandes patrimonios de la Humanidad, pues gracias a ella, podemos conocer la vida de nuestros antepasados ¡Esa es nuestra intención.... y en ello persistiremos!