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Silvia Cao Fornis Alcaldesa del Ayuntamiento de Bembibre

La soledad del alcalde

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Escuché alguna vez decir a algún alcalde que, a veces, allí en su despacho, sentían cierta soledad. “La soledad del alcalde”, decían. Un sentimiento que nace en esos momentos en los que, a veces provocados, a veces deseados, a veces buscados y, a veces, porque sí, uno o una está sólo en la alcaldía y piensa en los por qué, en los cuándo, en los cómo y en los, ¿merece la pena?

En estos últimos tiempos he sentido en mis propias carnes eso que antes me tocaba de lejos, esa responsabilidad por lo que no sale, la decepción de lo que no puede ser y, sobre todo, esa soledad que me hace plantearme que, si la política es esto, no sé si compensa.

Una lee en prensa noticias, de cerca y de lejos, de la provincia, de la comunidad y piensa, ¿esos alcaldes a los que siempre se les da solución habrán sentido alguna vez esta soledad? Yo misma se que la respuesta es no…

Leer como la Junta de Castilla y León celebra que casi ya no dispone de terrenos en el polígono de Villadangos aumenta ese sentimiento de vulnerabilidad de una alcaldesa como yo, que, en la soledad de un Ayuntamiento, ha de conseguir que las empresas se instalen en el polígono de Bembibre sin más acompañamiento que el de un equipo de gobierno que siente mi soledad como propia. Solos, solos, ante todo lo que viene, lo que vino y, sobre todo, lo que nunca llega a este municipio más vivo que nunca pero también más olvidado que en la vida por esa Junta que no piensa que existimos.

Hemos implorado ayuda, un ramal ferroviario, proyectos, llamadas, solicitudes de reuniones, vernos, que nos vean, hemos trabajado, hemos peleado, pero la llamada de aliento nunca llega… Oigan, desde mi soledad les digo, si necesitan terrenos aquí estamos, Señores consejeros, y esto se lo digo desde la más profunda soledad, esa que ustedes, seguro, no conocen.

Siempre he sentido la política como un modo de cambiar las cosas, como el mecanismo necesario para que una bembibrense como yo pueda luchar por mejorar la vida de mis vecinos y vecinas a los que conozco desde que nací, desde que mi padre minero y mi madre, ama de casa, me enseñaron lo que cuestan las cosas y que siempre hay que estar atento a lo que pueda pasar, ellos me enseñaron que nunca hay que rendirse y que al menos hay que intentarlo, pero sin ayuda, seguir peleando cada vez se hace más cuesta arriba, sin una voz de esas que por lo menos, una vez, sólo una vez,te dicen, Silvia, esta vez SI, la soledad cada vez es más grande y el pozo más profundo.

Creí que quien nos representa es quien más ha de pelear por el futuro de todos y todas, pero, si la política es esto, lo que nunca pensé, todo para los de siempre, creo que hay que reinventarla. Lo que desconozco es la manera de hacerlo, pero la soledad del alcalde, en este caso, de la alcaldesa, no podrá conmigo, No quiero que el día que esta etapa se acabe, mi recuerdo sea esa soledad que siento y que odio, quiero que mi recuerdo sea que siempre lo peleé aunque al final el resultado siempre sea para aquellos que nunca se han sentido solos…