TRIBUNA
La atención primaria debe reinventarse
L a atención primaria, la ‘puerta de entrada’ a la red sanitaria en la que la población puede tener acceso directo a recursos y profesionales sanitarios, trata de mantener el bienestar de la comunidad mediante actividades enfocadas, fundamentalmente, a la promoción de la salud y prevención de la enfermedad.
Para ello, está dividida en un amplio ‘enjambre’ de centros de salud y consultorios, repartidos por zonas según el censo de población, donde los sanitarios (médicos de familia, enfermeras, trabajadores sociales y otros especialistas que colaboran para brindar una atención completa y adecuada) desempeñan funciones preventivas, curativas y rehabilitadoras, además de programas de seguimiento de pacientes crónicos, de promoción de la salud y educación sanitaria. Precisamente, un papel fundamental en este aspecto lo tienen hoy los profesionales de enfermería escolar o referentes de centros educativos, quienes inculcan desde bien pequeños actividades y hábitos saludables para crecer de una manera sana y positiva.
Todo ello hace que la atención primaria sea considerada una pieza clave e imprescindible en el entramado del sistema nacional de salud para el cuidado y la supervivencia de la población.
Sin embargo, en las últimas décadas se está enfrentando a una situación crítica que pone en peligro su calidad y efectividad. Por un lado, tenemos la compleja coyuntura de una población cada vez más envejecida, que requiere de mayor asistencia, tanto aguda como crónica, y que necesita unos recursos y una atención multidisciplinar que no siempre somos capaces de procurar. Por otro lado, contamos, cada vez más, con una mayor dispersión geográfica que dificulta esa cobertura total a las comunidades de todas las regiones españolas.
Tampoco debemos pasar por alto el conflicto que conlleva la escasez de plantillas, el déficit de profesionales en periodos estacionales y el riesgo real de colapso del sistema sanitario. A la falta de recursos humanos y económicos debemos sumar los efectos de la pandemia, una crisis sanitaria mundial que ha dejado graves secuelas en la atención primaria y una brecha que aún hoy es palpable y que es necesario cerrar cuanto antes.
Asimismo, resulta innegable la escasa valoración y la denostación de la medicina familiar y comunitaria en la actualidad. Los futuros médicos que eligen esta especialidad son conscientes de la precariedad laboral a la que se enfrentan: contratos inestables, jornadas interminables, mala planificación y conciliación familiar y, sobre todo y muy destacadamente, coberturas poblacionales y ratios muy por encima de la media establecida.
De este modo, para lograr que esta área sea más atractiva y beneficiosa para los nuevos profesionales sanitarios, sería imprescindible adoptar algunas medidas, como pueden ser fomentar la conciliación, la estabilidad en la contratación laboral, la reducción de ratios de cobertura profesional-paciente y una formación de calidad. En este aspecto, es importante que recordemos que la formación continua constituye una de las principales formas de crecimiento y proyección profesional en nuestro sector, un sector que evoluciona drásticamente, día a día, con nuevos estándares y normativas en la atención sanitaria.
En conclusión, y teniendo en cuenta todos estos motivos, no podemos obviar el hecho de que la atención primaria se ha visto obligada a reinventarse y sufrir grandes transformaciones, y que debe seguir haciéndolo, para mantenerse y subsistir, de forma que logremos asegurar unos servicios de atención primaria eficaces, seguros, accesibles y alineados con las mejores prácticas y así lograr un beneficio común tanto para profesionales sanitarios como para los pacientes.