TRIBUNA
Todo sucede en verano
Fue en el verano de 1978. Yo pasaba, como todos los años, las vacaciones con mis abuelos maternos Teodosio y Joaquina en Valtuille de Arriba.
Ya anochecido, tomando el fresco, con mucha atención escuchaba las historias y ocurrencias de mi abuelo.
De pronto las campanas de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción comenzaron a emitir el conocido toque de difuntos. Nos sobresaltamos. No nos constaba que nadie del pueblo estuviese tan gravemente enfermo, al punto de anunciar su muerte.
Pronto nos llegó la noticia, pasadas las 10 de la noche. Había fallecido en la residencia veraniega de Castel Gandolfo el papa Pablo VI el día 6 de agosto. Pasaba a estar vacante la sede de Roma, la misma situación en la que se encontraba nuestra parroquia desde el mes de diciembre de 1976, cuando don Gumersindo Villar Sandín, aquejado por la enfermedad, pasó a residir por un tiempo en la Residencia de la Mutual del Clero de la calle de San Bernardo de Madrid.
Todavía no había acabado el mes cuando de nuevo, mientras cenábamos, las campanas volvieron a sonar, esta vez a regocijo. El 26 de agosto había sido elegido un nuevo papa, Juan Pablo I.
Poco duró la alegría, treinta y tres días después, el 28 de septiembre sobre las 11 de noche fallecía el Papa, lo que no se supo hasta la mañana siguiente, cuando de nuevo las campanas volvieron a repicar su característico toque de difuntos. De nuevo la Santa Sede volvía a estar vacante y nuestra parroquia sin párroco.
Durante aquél tiempo la parroquia fue asistida, primero por Pedro Alonso Álvarez, párroco de Arganza, y después por Alberto Morán Luna por entonces coadjutor en Villafranca del Bierzo.
Apenas quince días antes de que el nuevo Papa, Juan Pablo II, fuera proclamado, don Pedro Manjarín Fernández, el 1 de octubre, era nombrado párroco de Valtuille de Arriba, realizando su primer bautismo el día 10, cuando derramó las aguas bautismales sobre Dositeo Guerrero Armesto, hijo de José Guerrero Canedo y de Eladia Armesto Lago. Desde esa fecha, y hasta el 22 de septiembre de este año de 2024, ha ejercido su cura de almas, asistiendo a bautismos, bodas y funerales.
Durante los 46 años que ha ejercido, no solo dedicó su labor a lo que su ministerio le demandaba. Su paso por estas parroquias ha dejado honda huella. Ha despedido a muchos de nuestros seres queridos; ha bendecido la unión de otros muchos y no ha incorporado más a la grey de Cristo por la despoblación que sufren nuestras poblaciones rurales, como ocurre en toda España.
A él le debemos sus feligreses, naturales y vecinos —aunque algunos lo seamos ocasionales— no solo su ejemplar apostolado sino también su destacada preocupación por la conservación de nuestro patrimonio histórico-artístico, su preocupación por el mantenimiento y saneamiento de la Casa de Dios, la Casa de Todos, que ha sido encomiable, como prueban las continuas actuaciones en sus iglesias e imágenes sagradas, acometiendo restauraciones y conservaciones en unos bienes de un incalculable valor artístico y monumental que expresan la implicación cultural de la Iglesia en España. Pero si destacada han sido estas labores, no debemos olvidar su preocupación por salvaguardar quizás las más preciadas joyas de estas pedanías: sus archivos. Gracias a esta preocupación hoy podemos afirmar que la Historia de estas parroquias está viva y presta a ser estudiada y analizada.
Pedro Manjarín Fernández Nació en Fresno de la Valduerna, Ayuntamiento de Villamontán de la Valduerna, el día 11 de noviembre de 1940. Realizó sus estudios eclesiásticos de humanidades, filosofía y teología en el Seminario de Astorga y fue ordenado sacerdote por el entonces obispo de la diócesis Marcelo González Martín el día 29 de junio de 1964, celebrando su primera misa en su pueblo natal el día 5 de julio. El 25 de septiembre de 1964 recibió su primer nombramiento como párroco de San Pedro de Olleros, Prado de Paradiña, Espanillo y de San Vicente de Arganza. Estuvo a cargo de estas parroquias hasta que en 1 de octubre de 1970 fue nombrado por el entonces obispo de la diócesis Antonio Briva Miravent profesor tutor en el Seminario Menor de La Bañeza, situación en la que se mantuvo hasta el 1 de octubre de 1978 en que de nuevo pasó a la comarca del Bierzo y fue nombrado párroco de Valtuille de Arriba, de Valtuille de Abajo y de Pobladura de Somoza. Durante los años 1978 al 1981 realizó estudios de Magisterio en la Escuela de la Inmaculada de las Madres Concepcionistas de Ponferrada. Desde el curso 1984-1985 y hasta el año 2003 ejerció, al mismo tiempo que sus obligaciones parroquiales, el cargo de tutor en el Colegio Diocesano de San Ignacio de Ponferrada, retirándose en este último año de la enseñanza. El 10 de mayo de 2014, con motivo de la festividad de San Juan de Ávila, presbítero, doctor de la Iglesia y patrono del Clero, el entonces Obispo de Astorga Camilo Lorenzo Iglesias, invitó a todos los sacerdotes y religiosos diocesanos en el Seminario de Astorga. Encuentro en el que se aprovechó para rendir homenaje a los que ese año celebraban sus Bodas de Oro, entre ellos estaba don Pedro. Circunstancia esta que sus feligreses celebraron. Desde el 2 de marzo de 2016, tras el fallecimiento de don Sixto Pérez Fernández que había fallecido el día 13 de diciembre de 2015, también se encargó de la parroquia de Villadecanes.
Un verano más, 46 años después, el 22 de septiembre de este año de 2024 don Pedro Manjarín Fernández por su ya un poco avanzada edad y algunos achaques deja de ser nuestro pastor. A muchos nos queda en la memoria no solo su labor pastoral si no también su amistad, de la que presumimos y nos honramos. Así, recordamos con profundo cariño que una de sus últimas actuaciones como párroco haya sido oficiar el funeral de cenizas de nuestra querida madre.
Parece que viene a apacentar sus rebaños, más reducidos hoy que cuando se hizo cargo de ellos, don José Luis Franco Franco que desde el 16 de julio de 2021 se encarga de Arborbuena, Cacabelos, Carracedo del Monasterio, Paradiña, Pieros, Prado de la Somoza, Quilós, San Pedro de Olleros y Sorribas, y desde el 30 de agosto de 2022 además de Campelo, Canedo, Espanillo y San Vicente.
A don Pedro Manjarín Fernández sólo me queda desearle una senectud plácida, sencilla y larga; mi amistad ya la tiene. A don José Luis Franco brindarle nuestro apoyo y amistad como lo hemos hecho con su antecesor.
Cuarenta y seis años después, todo sucede en verano.