¿Carnívoros, veganos... o químicos?
Viendo esos documentales sobre animales, se contempla con crudeza cómo es realmente la naturaleza. Una máquina brutal que se retroalimenta con un único recurso: el crimen. La necesidad de matar a otro, sea animal o vegetal, es la premisa sine qua non para sobrevivir en este Planeta. Sobre esta premisa resultan patéticas todas las idealizaciones que se atribuyen a la naturaleza como espejo reverso de la vida humana. La vida en suma es un proceso criminal que se sustenta sobre la muerte ajena. Lo cual desvela por cierto uno de los arcanos profundos de las ciencias herméticas. La polaridad geminal de los estados de vida y muerte. Es pues a los seres humanos, como criaturas dotadas de razón inteligente, a los que compete alterar esa normativa sanguinaria con mediaciones conducentes a garantizar la existencia de todos los seres de este pequeño mundo nuestro.
Una empresa que sólo será posible con la alimentación sintética, es decir, química a partir de sustancias minerales. Empresa que levantará ampollas king size en los acostumbrados a tratar a animales y plantas como trofeos de caza o delicatessen,