TRIBUNA
Un poeta y periodista berciano
El periodismo es una de las profesiones principales de la época contemporánea. El hombre es un ser sociable por naturaleza, cualidad que le inclina a transmitir las informaciones que posee a sus semejantes. Esta actitud propia de personas ilustradas tiende a aumentar cuanto mayor es su saber. Es cierto, por otra parte, que muchos individuos por modestia, tienden a restringir tal deseo innato ocultando sus conocimientos. Muchas veces, se escribe sobre temas diferentes para ilustrar a los lectores por eso de lo que se ha llamado “idiosincrasia del individuo”, de aquí que hayan surgido publicaciones diversas como boletines, revistas periódicas especializadas, prensa diaria, etc. donde los autores plasman temáticas diferentes. En el caso de León tuvo una mayor importancia inicial, aunque hubo otros, el periódico Esla (1860) apareciendo con posterioridad El Porvenir (1863), El Eco (1866),... el Diario de León (1906), etc.
Ahora queremos resaltar la figura Enrique Gil Carrasco, hombre de gran cultura, que nació en Villafranca del Bierzo en 1815 y falleció en Berlín, de tuberculosis, en 1846. Se educó en el seno de una familia católica, acomodada y tradicionalista. Estudió con los agustinos. Las desavenencias que tuvo con su padre fueron muy grandes, hasta tal punto, que no acudió a su entierro. Su ideología fue, políticamente, liberal y religiosamente, católica.
Estudió Humanidades en Astorga, y Derecho, en las universidades de Valladolid y Madrid. Destacó como poeta, escritor y periodista romántico. Fue un auténtico políglota pues, además de nuestra lengua, hablaba inglés, francés y alemán. Al conocer este último, el Gobierno español le envió a Berlín como diplomático durante el reinado de Federico Guillermo IV.
Es posible que se sintiera atraído por la cultura germana, pues sabemos que, bien por razones de cargo o por otro cualquier motivo, realizó una serie de informes sobre la industria alemana. Lo que sí es cierto es que tuvo mucha amistad con las autoridades prusianas.
Con el dominio de esas lenguas pudo viajar por distintos países europeos y entablar amistad con personaje relevantes del momento, caso del geógrafo alemán Humboldt. En España, igualmente tuvo amistad con Zorrilla pero en realidad logró abrirse camino gracias a la protección de Espronceda. Ambos fueron la gran expresión del romanticismo en España. Le gustaba alternar en las tertulias que celebraban los políticos, aristócratas, artistas y hombres de letras de su tiempo, hechos que se potenciarían más entre los hombres de su misma cultura, en la segunda mitad del siglo XIX. La prensa diaria de esas décadas, independientemente del signo político que tuvieran, recogen todas estas afirmaciones.
Muchos de los escritos de Enrique Gil están llenos de crítica, especialmente teatral y filosófica. Los relatos de costumbres y viajes, entre otros, fueron numerosos ello debido al dominio que tuvo de las lenguas más en boga en el siglo XIX.
Como novelista romántico publicó en prosa, El señor de Bembribe, que ha sido traducido al chino mandarín, y a la manera del inglés Walter Scott, se halla ambientada en la Edad Media. Debió su fama, sobre todo, a sus poesías líricas, plenas de dulzura y melancolía, como La violeta. Escribió la novela corta El lago de Carucedo (1840), municipio de la comarca del Bierzo. Desarrolló también una amplia actividad periodística con artículos costumbristas ( El maragato ).
Sus columnas se pueden leer en numerosos periódicos: El Correo Nacional, El Español, El Liceo Artístico y Literario, Semanario Artístico Español , etc., todas ellas acompañados de comentarios literarios. Cayetano Rosell, cronista que fue de León y cuyos trabajos se publicaron en Madrid en 1865, finaliza su obra con estas palabras: “No es posible completar en pocas páginas, el número de personas notables, sin hablar del berciano Enrique Gil, contemporáneo de Larra y Espronceda, que dejó una imperecedera huella en los anales de la literatura leonesa”. Lo califica de “entendido jurisconsulto, periodista de primera talla, orador insigne de las Constituyentes de 1845 y uno de los jefes principales de la naciente democracia”.
Resulta curioso observar, que murió muy joven, como la mayoría de los escritores románticos del momento. Sus restos se repatriaron, en 1987, y descansan en su localidad natal en la iglesia de San Francisco. Hoy día su figura preside el Salón de Plenos de Villafranca del Bierzo. El cuadro fue realizado por el artista y pintor leonés Luis Zotes, que se cedió al Ayuntamiento siendo alcalde Anderson Batista.