TRIBUNA
León, ¿solo?
Me imagino por dónde van los tiros, pero no estoy de acuerdo en dividir o fragmentar más este país. En su día opté por una España sin autonomías o, como mucho, con cinco o seis. Eso reduciría los gastos cuantiosos de cargos más que doblados y agilizaría la coordinación y el entendimiento. Si estamos por la labor, claro es. Ahora nos perdemos en dimes y diretes entre unos y otros: Que viene de atrás, que soy más rica, que limito con no sé quién, etc. Disculpas para destacar la singularidad de cada cual, como si no bastara con un reparto más estricto. Al final, somos viajeros del mundo y todo está abierto. Tengamos la fiesta en paz.
Por otra parte, entiendo a quienes apelan a ser independientes a través de una autonomía reducida, como pasa con Cantabria, La Rioja, Murcia…En el fondo los leoneses —o una buena parte de ellos— se quejan del abandono de esta región. Es clamoroso. No levantamos cabeza. Hubo un tiempo donde contábamos con empresas de interés: Telefónica, Renfe, Antibióticos, Minas, etc. Ahora, aparte del funcionariado y la restauración, apenas contamos con visitas turísticas y poco más. Y todo esto dentro de un envejecimiento que irá a más a medida que la juventud se vaya definitivamente de la región. Y sin juventud no podemos tirar muy allá. Además, el despoblamiento de los pueblos clama al cielo. Se necesita una inversión considerable seguir con las faenas del campo y pocos jóvenes están dispuestos a implicarse.
¿Qué nos queda? Podemos presumir de monumentos de una extraordinaria belleza y de una gastronomía de indudable calidad. Pero nos faltan empresas donde poder emplear a los jóvenes y a esto no ayuda nadie y menos la autonomía. Por eso no me extraña que se clame contra ella y algunos pidan la salida. No es el mejor camino. Lo adecuado es pelear y concienciar a las entidades para que se detengan en León y se monte un andamiaje empresarial a tono con la envergadura de la extensa y dispersa población.
La riqueza de León se extiende por su entorno también. Pero no basta con presumir de buen clima, paisajes idílicos, arte de mérito. La gente vive del trabajo continuo y no de escarceos ocasionales. De nada o poco sirve llenar hoteles en determinadas fechas del año, ni poblar pueblos en tiempos de festejos estivales. Hay que atender al día a día y buscar fuentes de desarrollo permanente. Se va la juventud y languidecen los pueblos, cada vez más solos. Del otoño a la primavera la soledad se cuela por las puertas abiertas del campo y los pueblos se quedan bajo mínimos. Piedra y silencio asedian cada aldea y no se ve la manera de levantar la vida. Se echa el candado y solo unos cuantos custodian la poca savia que circula por las calles. Espero que el tiempo corregirá esta desolación formando lugares más poblados y con suficientes elementos de subsistencia. El municipio ha de tener músculo suficiente para fijar población joven que haga viable la permanencia. Y eso es cosa de todos. Sí pediría a la Diputación que liderara esta revolución hacia pueblos más densos, más ricos. Qué menos que albergar una fuente variada de trabajos y un completo servicio para las personas: instituto, centro médico, farmacia, cooperativas, supermercados, industrias…Esto se impondrá con el tiempo, no queda otra. No tiene futuro la dispersión ni la ausencia de servicios. Solo cabe un plan de mejora en todos los campos. No vale la contemplación, ni la estampida a la ciudad. Es urgente conservar el medio rural, pero con aires más altivos. La tecnificación puede dar pie a toda esta revolución territorial. Esto sí que supondría otra mirada de la nueva puesta en escena del desarrollo venidero. Faltan líderes que encabecen esta manera de conjugar vida y trabajo.
Vayamos al fondo: no se nos escucha hoy día. Parece que hemos quedado para alternar y vivir jubilosamente. Y no puede ser. Necesitamos industria para asentar población. Necesitamos que se acuerden de nosotros para ofrecer a los jóvenes un trabajo digno. Si no, iremos a menos. Pero tampoco pensemos que lo arreglaría la separación. Ni mucho menos. La autonomía debe indagar en cómo sacar a León del pozo de la nada. Bien está el turismo y los paisajes. Pero necesitamos más fábricas, más inversión. Médicos y funcionarios no arreglan el desaguisado. Solo pido a los políticos de Castilla y León que nos miren más y mejor. Y con eso podríamos convivir perfectamente. León puede aportar mucho, pero necesitamos también una mirada impulsora.