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TRIBUNA

Jesús Antonio Rodríguez Morilla
Doctor en derecho

Draghi, «l’huomo gentile» que sabría esperar mejor oportunidad

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A sus «setenta y siete abriles», aún conserva ese aire de «patricio romano» con vasta y valiosa experiencia que atesora a través de distintos cargos desempeñados en la política europea y mundial.

También fue calificado como salvador del euro en su época al frente del Banco Central Europeo, durante su presidencia, (2011-2019), no, sin unas amplias y previas reminiscencias de profundas raíces en crisis financieras, como las hipotecas subprime (de alto riesgo)  debido a la caída de Lehman Brothers, y, la crisis de la deuda soberana o pública, volumen de dinero que un Estado ha pedido prestado en los mercados financieros para financiar su déficit.

Fue la época (2008-2019), recordarán alguno de Uds. la  crisis del euro y de la zona euro, produciéndose la compra masiva por parte del BCE de deuda pública soberana europea.

El conjunto de circunstancias hizo difícil o imposible a algunos países en la eurozona refinanciar dicha deuda pública, sin asistencia extraordinaria.

Durante dicha presidencia tuvo como vicepresidente a Luis de Guindos y hasta se llegó a hablar de la postulación de éste para le sucederle, pero careció del suficiente apoyo, siendo elegida Christine Lagarde, candidata preferida por Francia.

Por sus estudios en Derecho y Ciencias Políticas, digamos, que no es del gusto de los Economistas puros, pero para un servidor, su formación, aún no siendo de tal materia, la capacita perfectamente para el desarrollo de su trabajo.

La verdad, es que, dentro de opiniones y conclusiones preliminares extraídas por la lectura del Informe por sesudos expertos, a este modesto autor se le ocurre podría citar aquel tópico literario de: «Tirios y Troyanos», referido a no contentar ni a unos ni otros como símbolos de divergencias en  grupos opuestos.

Igualmente, nuestro don Miguel de Cervantes en la primera frase del capítulo XXVI de la Segunda parte del Quijote, mencionaba. «Callaron todos, tirios y troyanos».

¿Cabría deducir entonces que la actual Europa se ha vuelto prácticamente ingobernable con sus veintisiete estados miembros, la mayoría de ellos, con sus particulares problemas, y dos sólo compatible: la falta de liquidez y el endeudamiento?

Sobre lo anterior, ya conocemos experiencias propias, pero hay que mencionar a nuestro poderoso «vecino del piso de arriba» (Francia), lugar, donde también caen «chuzos de puntas».

Según El País , Michel Barnier: «Una espada de Damocles pesa sobre Francia». (añade el autor, que fue el principal negociador de la UE durante el Brexit.

El nuevo primer ministro anuncia ante la Asamblea Nacional grandes esfuerzos para reducir la deuda del país, la reforma de la polémica ley de pensiones y un mayor control de las fronteras y la inmigración. ¿Verdad que les suena?, y así, unos cuantos.

En palabras de Draghi, «el futuro económico del Viejo Continente depende de su capacidad para implementar una nueva estrategia industrial europea, que cohesione a los veintisiete en un esfuerzo coordinado y eficaz».

Aceptar las recomendaciones de Draghi en nuestras circunstancias: costes a corto plazo, beneficios a medio/largo, endeudamiento, etc., sometidos a entrar en competencia con China y EE UU, resultaría tan inasumible como jugar a una «ruleta rusa» con cinco balas en el cargador.

Sin olvidar que volveríamos a una Europa de distintas y más velocidades que la actual.

Se entiende, de acuerdo con el símil de los «huevos y la cesta», y a la vista está, que nuestra actividad principal son los servicios.

No obstante, podríamos pensar, por ejemplo, en España, escribe Adriana Maldonado en El Economista , estamos inmersos en el debate y la negociación sobre la futura Ley de Industria, un granito de arena más para esta tarea que Draghi ha puesto a todos los europeos, ya que la actual Ley, de 1993, no contempla ni la existencia de internet en el sector.

¡Por cierto, habrá que preguntarle a la Sra. Lagarde que opina técnica y no diplomáticamente del Informe Draghi! (si contesta).

Las recientes bajadas de tipo podrían indicar que existen otras necesidades que atender.

Estamos inmersos en el debate sobre la futura Ley de Industria, en esta tarea que Draghi ha puesto a todos los europeos, ya que la actual Ley, de 1993, no contempla ni la existencia de internet